Desde el planisferio de este lienzo,
imaginando dioses,
colmando esta tensión superficial
que nos mantiene boquiabiertos...
Palpando allá en mi cielo
ese tu brillo de azul oscuro y cobalto,siendo yo misma remedo de tu espíritu,
que es del mío propio el reflejo;
y escuchando el barniz del eco
de tus distraídos cantos
yo me hallo, amor mío,
y te sueño...
Notando, como noto yo tus notas
de suaves trinos y de aromas, allá colgadas como palabrassobre las aguas mansas
de los estanques de tu mirada,
deletreo tu lejano arrullo
que es igual que un abrazo
cálido, de miel y sereno,
que espanta con las manos
el miedo de perder la vida
en tu boca, y la cordura
en tus labios.
Y hallábame sumergida bajo el nudo de aquel cuento,leyendo el latir de la sonata del vivir bajo el vibrar de las ondas de tus dedos, color canela y caramelo de anís;
descifrando estaba, de vez en cuando, el espejo negro puro y alto de tus dos verdes gemas sobre mi.
Tratabas de darme vida,
edificando mundos que imaginabas,y seres complejos de tinta china...Tratabas de darme la vida
sobre un pliego amarillentoinvadido tú por el sol y el vientoy la fiebre de una musa clara,que mi presente y futuro te susurraba,caprichosa bailarina...Mas yo, desde los avernos agridulces,
puro delírio de tu voluntad,destejo tu aroma de fresa y mentay rapto tu alma entera desde mi oquedad.