Todo degenera en una defensa a ultranza del maltrecho amor propio, en una búsqueda de respuestas que, la mayoría de las veces, son tan sencillas como “no te quiere”. Seguir indagando es inútil. Seguir dándole vueltas a la pregunta de “por qué” no es bueno. Hay que aceptar los noes y dar carpetazo, seguir adelante… No como esta pobre señora (acosadora en toda regla, sí, pero para mí muy desgraciada) que llamó a su ex 65.000 veces en un año… Estoy segura de que hay un segundo, un instante, un momento clave en que todo esto se desencadena… elegimos el camino equivocado por nuestras propias inseguridades y nos perdemos. Convertimos lo que un día fue amor (o tal vez no) en una obsesión. Si quieren leer un poco al respecto, les dejo este enlace: “Obsesión por la pareja“. Y no se obsesionen, ni con esto ni con nada. No merece la pena.