Obsesivos, obscenos y patéticos

Publicado el 14 diciembre 2011 por Alejandropumarino

Fueron los calificativos dedicados a María San Gil y Mayor Oreja por denunciar la negociación que llevaba a cabo el PSOE con ETA. Decir la verdad se premió con el insulto y la descalificación. Ahora, actualmente, María San Gil se ha retirado de la política activa, y el Sr. Mayor Oreja disfruta de una especie de segunda actividad en Europa, lo que no le ha impedido, a lo largo de esta legislatura, opinar sobre Euskadi, casi siempre en contra de los dos grandes partidos y frecuentemente con extraordinario acierto. El premio a sinceridad fue verse denostados en sus carreras políticas y vilipendiados por quienes recaudaban votos con el engaño, para ocupar los puestos de responsabilidad institucional, desde los que se negó con continuado cinismo, los contactos del gobierno con los terroristas. El tiempo demostró que no había sido así, pero la confesión tardía de Zapatero tampoco sirvió, como debería haber sucedido en cualquier democracia europea, para dar por terminado un ciclo y convocar nuevas elecciones. No. Aquí la mentira se trata con la indiferencia propia de la costumbre, como parte de la idiosincrasia nacional, algo hasta cierto punto tolerable, si no se acompañase del acoso, derribo y crucifixión de los sinceros. Decir esto hoy, en este espacio, me suena a gag de monólogo cómico, pero como suele suceder, la verdad siempre resulta mucho más extraordinaria.