Tomás López Torregrosa 7
03002 Alicante
Habitación: 402
Entrada: 25/9/2020
Tarifa:
En el mismo centro de la ciudad. A un paso de las calles comerciales y de ocio, de la estación del tren, del mar... Embutido en una manzana de casas en una estrecha calle sin espacio para parar el coche, si uno viene motorizado, un edificio de ocho alturas con fachada de colores en distintas tonalidades de azul, verde y naranja que trata de destacar sobre el resto. Varias escaleras y una pequeña rampa nos sitúan sobre un zócalo al que se abre una generosa puerta giratoria de cristal.
Tras ella accedemos a una pequeña pero moderna y recién reformada recepción. Señales en el suelo y paredes alertando de las medidas tomadas por el covid. A la derecha un armario abierto con bebidas, una máquina de café y algunos dulces (chocolates, caramelos...) a la venta. A la izquierda una reja dorada separa la recepción de una zona de estar con sofás, mesas altas para el trabajo, la tertulia o la espera. Y allí mismo el mostrador, potente en forma de L de madera blanca en la parte de abajo y madera clara en la parte superior. Tras él, una cortina turquesa suave decora la pared trasera. Una gran pantalla de televisión proyecta imágenes sugerentes del hotel y el destino. Encontramos el mostrador lleno de papeles, carpetas y objetos de escritorio todo bastante desordenado. Tras una mampara de metacrilato y delante de un ordenador encontramos una joven recepcionista con mascarilla.
El trámite resulta lento. Copia todos los datos del DNI y además nos pregunta por el mail, el teléfono, el código postal... Por fin nos entrega la llave tras firmar el bienvenida y un documento por el que nos comprometemos a avisar al hotel si tenemos síntomas del virus. Nos indica, amablemente, que nos habían asignado una habitación pequeña pero que nos cambia a una algo más grande, o al menos con cama grande. Cosa que agradecemos. Nos explica el horario del desayuno y el funcionamiento del wifi que es gratuito y libre -sin contraseña- y que funciona perfectamente.
Volvemos sobre nuestros pasos y atravesamos la zona de sofás y mesas para dirigirnos a los ascensores. Hay dos, de puertas metálicas automáticas doradas. Su interior no es muy grande, con la pared del fondo toda de espejo. Las otras en madera con algunos carteles con información sobre las medidas anti covid. Suelo de mármol blanco. Muy iluminados. Botonera metálica y una pantalla digital que indica el piso por el que se pasa. Las puertas se abren a un pasillo algo estrecho que corre a derecha e izquierda. Moqueta verde bastante mullida que rebaja el sonido de pisadas y ruedas de maletas, paredes blancas y puertas de madera clara nuevas. Mucha luz, artificial, y cartelería moderna en negro y blanco.
Tras la puerta encontramos una habitación luminosa. Suelo de madera clara nueva, paredes blancas inmaculadas. A la derecha la ranura para meter la tarjeta y activar la luz. Interruptores nuevos de Bticino. Frente a nosotros un corto pasillo que acaba en una pared con un espejo de cuerpo entero. El pasillo continúa hacia la derecha, más largo, con un armario sin puertas en el lado izquierdo. Varias baldas color azul turquesa, un colgador con perchas variadas normales, y una caja fuerte. A continuación y antes de la puerta del baño, un maletero de madera, también clara, con lamas metálicas que lo protegen. De nuevo el pasillo se revuelve hacia la derecha y entramos en el dormitorio. Allí mismo, antes de entrar, a la derecha en la pared el display del aire acondicionado. Sencillo: rueda de temperatura, botón de encendido y apagado, botón de potencia. Funciona perfectamente de forma silenciosa y eficaz.
El dormitorio resulta limpísimo, claro aunque algo escaso de tamaño. Paredes blancas y decoración en madera clara. A la derecha, colgando de una gran madera clara una enorme pantalla de televisión. Justo enfrente una sencilla mesa escritorio de madera con patas de metal negro. Bajo ella, una efectista pero incómoda silla de metacrilato y un minibar con puerta de cristal vacío. Sobre la mesa el plastificado mando de la televisión, una lámpara metálica negra de escritorio, de aire escandinavo, y varios enchufes USB para los aparatos electrónicos. Encima de la mesa y protegida por un estor-foscurit azul turquesa, una pequeña ventana corredera que da a un patio de luces bastante oscuro con dibujos de peces. La iluminación natural de la habitación resulta escasa, pero la artificial la suple con fuerza.
En la pared por la que se entra a la habitación hay sendas rejillas para el aire acondicionado. No hay cuadros ni decoración más allá del mobiliario. El descanso es sencillo. La insonorización exterior es perfecta, al dar al patio interior. Y la interior resulta también formidable. En general el hotel es tranquilo.
El baño tiene una puerta algo más estrecha de lo normal. Resulta un poco justo de tamaño pero suficiente. A la derecha encontramos sobre una encimera de madera, el lavabo en porcelana blanca con un grifo monomando moderno. Sobre la encimera una bandeja blanca con cuatro botecitos de champú, gel, acondicionador y crema hidratante, un gorro de ducha y una pastilla de jabón. Además dos vasos de cristal sobre unos posavasos. Junto al lavabo, anclados a la pared un espejo de aumento dirigible y un secador de pelo de buena potencia. Un espejo redondo sin marco cuelga de la pared, que está pintada en color azul turquesa. Bajo el lavabo, una papelera metálica algo abollada. El resto de paredes en blanco y el suelo en la misma madera que el resto de la habitación, clara, limpia y muy cuidada. Junto al lavabo está el inodoro, de cisterna vista. Sobre él se ofrece el juego de lencería que consiste en un pie de ducha, una toalla de manos y otra de baño. Todo ello en blanco, con el logo de la cadena, nuevas y mullidas.
En la pared del fondo se ubica la cabina de ducha. Larga aunque algo estrecha. Protegida por una mampara de cristal fija de techo a suelo. En su interior, el suelo de porcelana blanca, y la pared decorada con una imagen de unos veleros en tonos azules. La grifería es nueva con mandos termostáticos. El remate, con dos duchas, una de teléfono y otra de efecto lluvia.
Falta un poco de caudal, aunque la temperatura resulta perfecta. Lo mismo ocurre en el lavabo. Al estar enrasado el suelo de la ducha con el del baño acabamos sacando todo el agua fuera empapando el pie de ducha.
Por la mañana el desayuno se sirve en un moderno y agradable salón decorado en tonos verdes, maderas y dorados con cómodas y mullidas sillas y sofás de terciopelo. Pese al covid el servicio es "como toda la vida" aunque hay disponibles guantes, gel y una simpática y amable camarera por si alguno prefiere que le sirvan. Platos calientes: judías, bacon, huevos revueltos y verduras asadas, embutidos, jamón y una variedad de quesos amplía. Bocadillo preparados vegetales y de jamón en pan y en croissant, zumos de naranja, piña y manzana. agua fresca y cava, fruta cortada y preparada, donuts, croissants, cereales y yogures. Lástima el café, de máquina, y bastante horrible.
Luego en el mostrador nos preguntan amablemente si hemos descansado y si todo ha estado bien, cosa que se agradece.
Calidad/precio: Servicio: 8
Ambiente: 8.5Habitación: 9
Baño: 8
Estado de conservación: 10
Desayuno: 8.5
Valoración General: 9