Habitación:
429 Fecha de entrada: 30/11/2018 Tarifa: 48€ ADUbicado en el Arenal de Palma, a escasos minutos del aeropuerto en una zona invadida prácticamente por ingleses y alemanes, visitamos el hotel en su temporada más baja, encontrando una población prácticamente desierta. Entre pinares y palmeras, en una calle en cuesta emerge rodeado de jardines y unas cuantas plazas de parking un edificio de tonos albero con una pequeña torre y con un enorme pórtico bajo el que paran los taxis y otros vehículos. Tras ese edificio se abre un frondoso jardín con piscina y con varias construcciones entre ellas un molino, que asemejan a un pueblo tradicional mallorquín.
Bajo ese pórtico, en ladrillo claro y con un techo interior en madera oscura, encontramos el acceso al edificio. Una enorme pared de cristal con una puerta giratoria nos deja en un amplísimo hall, con dos paredes de cristal al exterior, que lo llena de luz por las mañanas, y con techos altos. Suelo de mármol negro y gris. Una gran lámpara cuelga en el centro sobre una mesa labrada decorada con motivos navideños. A la derecha, varios sofás de enea con cojines oscuros y zonas de espera y tertulia. A la izquierda el largo mostrador de recepción, en madera oscura rematada en cristal con algunos carteles del hotel sobre el mismo. Dos puestos de trabajo separados. Atrás una enorme e impactante imagen de un detalle de la catedral de Palma.
Nos atiende una joven algo fría. Una vez más el tedioso trámite de copiar los datos personales en el ordenador. Cuando por fin termina, nos indica que debemos abonar la estancia en ese momento. Y entonces hay que volver a copiar los datos para la factura, por más que todos ellos ya estuvieran registrados en la reserva online. Firmamos unas cuantas veces y nos entregan un cartoncito con las llaves de la habitación y la clave del wifi que es gratuito y bastante veloz en todo el establecimiento. La sensación es cálida, aunque algo impersonal y excesivamente descomunal.
Otra pared de cristal con una puerta corredera nos introduce en el interior del hotel en busca del ascensor que queda algo escondido tras una columna, en un gran atrio que se abre al restaurante, al bar y al jardín. Paredes rojas, decoración algo anticuada pero cálida. Los ascensores son grandes, pero están algo deteriorados, especialmente las puertas, que cierran de forma algo violenta. El ascensor se abre a un recibidor al que también llegan las escaleras. A la izquierda, un pasillo a ambos lados recoge las habitaciones.
Suelo de porcelana marrón de grandes baldosas algo ruidosas para andar con ruedas de maletas. Paredes en color albero. La de la izquierda con ventanas al jardín de la entrada. A la derecha, se abren las puertas de las habitaciones, en madera clara con algunas lamas y unos detalles en tonos azulados. Quizá la sensación del pasillo sea algo desangelada, con luz excesivamente fría cuando no es el sol el que lo ilumina desde el exterior.
Al lado está la puerta corredera de cristal opaco del baño, con un pomo metálico en forma de bola. Dos pasos más allá y justo antes del dormitorio está el display del aire acondicionado. Funciona ruidosamente pero de forma eficaz, incluyendo el modo automático: un botón de encendido y apagado, otro de frío y calor, otro de potencia y una rueda para fijar la temperatura.
Un paso más y encontramos el estrecho dormitorio. Lo primero que encontramos a la derecha es el armario empotrado con puertas correderas de espejo. Dentro baldas, un par de barras colgadoras con perchas normales, una caja fuerte y un lustrazapatos.
Tras la cama y hasta el balcón a la izquierda encontramos una pantalla de televisión plana y bajo ella un sofá doble algo incómodo y un poco viejo, que usamos a modo de maletero. Frente a él, un escritorio en forma de cuña hasta la ventana. La misma madera clara que en el cabecero y las mesillas, y el mismo tape superior de cristal blanco. Sobre él, además de una lámpara metálica y con pantalla blanca hay, como cortesía del hotel, dos botellas de agua y unas cuantas almendras en un estuche de plástico personalizado para el hotel. Varios folletos sobre la cadena y algunos otros sobre los servicios del hotel. Cuelga de la pared, un gran espejo con un marco de madera. Bajo el escritorio un pequeño armario con baldas y una silla de madera tapizada en tonos salmón.
El descanso se hace complicado. La insonorización de las habitaciones es escasa. Y se escucha cualquier voz en la habitación contigua y cualquier paso por el pasillo. Además, de madrugada se escucha alguna juerga en alguna habitación lejana y a primera hora los primeros huéspedes que abandonan el hotel arrastrando sonoramente sus maletas por el pasillo.
Sobre la encimera se ofrece un completo y generoso juego de amenities. Bien envasadas en sobres de papel plastificado de elegantes colores. Encontramos (todo por dos) un set dental, un set de afeitado, gorro de ducha, un bote pequeño de champú y otro de gel, unos pañuelos de papel y una pastilla de jabón.
El set de lencería es lo mejor del baño. Dos grandes toallas de ducha, ubicadas en un viejo toallero metálico dentro de la ducha y dos de lavabo en una barra junto al mismo. Todas ellas blancas, mullidas y muy bien conservadas.
Por la mañana, en un enorme y bullicioso salón decorado con aire rústico se sirve el desayuno. Un enorme despliegue de productos en distintas estaciones, incluyendo una cocina que hace sobre la marcha y a demanda productos calientes (huevos, bacon, salchichas, tortitas, tortillas...). Hay puestos de ensaladas y verduras, de zumos -mejorables- y frutas, de embutidos y quesos, de dulces y bollería, una enorme variedad de lechos, siropes y productos sin gluten... platos calientes (judías, verduras asadas, champiñones...), y un pequeño rincón para platos locales (ensaimadas, sobrasada, quesos, embutidos...). El café se ofrece en unas máquinas que sirven un líquido aguado manifiestamente mejorable.
En la recepción la salida, habiendo hecho todos los trámites el día anterior, y no habiendo minibar resulta rapidísima. Un repaso al ordenador, pregunta de qué tal ha ido todo, y hasta pronto... Calidad/precio: 9Servicio: 6.5
Ambiente: 6.5
Habitación: 6
Baño: 6.5
Estado de conservación: 5
Desayuno: 8
Valoración General: 6