Andre Vltchek.- Los edificios gubernamentales son arrasados, saqueados. Sucede en Kiev y Bangkok, y en ambas ciudades, los gobiernos parecen ser impotentes, demasiado asustados para intervenir.
¿Qué pasa? ¿Se hacen irrelevantes los gobiernos popularmente elegidos en todo el mundo; mientras Occidente crea y luego apoya violentos ‘movimientos de oposición’ creados para desestabilizar cualquier Estado que se ponga en el camino de su deseo de controlar completamente el planeta?
Gritan e intimidan a los que quieren votar por el gobierno moderadamente progresista que actualmente dirige Tailandia. No hay disputa alguna sobre el proceso electoral – la votación es generalmente libre, con lo que están de acuerdo los observadores internacionales y la mayoría de los miembros de la Comisión Electoral local.
La libertad, la legitimidad o la transparencia no están en juego.
Abandoné Bangkok y mientras estaba en el aire, un pensamiento se me ocurría repetidamente: muchos de los sitios sobre los que he escrito recientemente viven una realidad muy similar a la de Tailandia.
Elegidos democráticamente, esencialmente progresistas, esos gobiernos en todo el mundo han sido atacados intensamente por matones armados, bandidos, y elementos antisociales, incluso por terroristas propiamente tales.
Lo vi en la frontera turco-siria. Escuché las historias de mucha gente del lugar, en la ciudad turca de Hatay, y en el campo cerca de la frontera turco-siria.
Allí fui detenido, se me impidió trabajar, fui interrogado por la policía local, el ejército y matones religiosos, cuando estaba tratando de fotografiar uno de esos ‘campos de refugiados’ construidos por la OTAN especialmente para combatientes sirios, que fueron albergados, entrenados y armados en esa área.
Hatay fue infestada por cuadros yihadistas saudíes y cataríes, mimada por la logística estadounidense, europea y turca, apoyo, armamento y dinero.
Cuesta encontrar las palabras para describir el terror que esa gente ha estado propagando en esa parte del mundo históricamente pacífica, multicultural y tolerante.
Niños de la aldea fronteriza describieron incursiones, robo y violencia, incluso asesinatos, por ‘rebeldes’ anti-Asad.
Aquí, y en Estambul donde trabajé con intelectuales, medios y académicos progresistas turcos, me explicaron una y otra vez, que la ‘oposición’ anti-siria ha sido entrenada, financiada y ‘alentada’ por Occidente, y por Turquía (miembro de la OTAN), causando la muerte y destrucción de miles de vidas en toda la región.
Al escribir estas palabras, RT está transmitiendo un informe exclusivo desde la ciudad siria de Adra, que ha sido saqueada y destruida por fuerzas de ‘oposición’ pro al Qaida y pro Occidente, incluyendo al Ejército Libre Sirio.
Es la ciudad donde, según los informes, hace un mes, gente fue asesinada, lapidada, quemada en barriles, y decapitada.
En lugar de detener el apoyo para la ‘oposición’ siria racista, y extremadamente brutal, Washington sigue satanizando al gobierno de Asad, y volviendo a amenazar con acción militar.
Y esos matones, en los países que eligieron sus propios gobiernos patrióticos o progresistas, fueron contratados por elites locales por cuenta del Imperio Occidental.
Y antes de eso, las así llamadas ‘elites’ fueron contratadas, financiadas o por lo menos entrenadas/‘educadas’ por Occidente.
A un nivel ‘intelectual’, los medios noticiosos privados han estado compitiendo ferozmente los unos con los otros, para ver cuál es más sumiso a los manipuladores extranjeros. Los militares y las fuerzas más feudales más regresivas, incluso fascistas, en todo el mundo (vea Ucrania, por ejemplo) vuelven evidentemente a coger las riendas, beneficiándose y aprovechando la tendencia.
Todo esto ha estado ocurriendo en diferentes grados y con niveles variables de brutalidad en Tailandia, China, Egipto, Siria, Ucrania, Venezuela, Bolivia, Brasil, Zimbabue y muchos otros sitios en todo el mundo.
El proceso, las tácticas, son casi siempre las mismas. Medios pagados por Occidente, o medios occidentales directamente, desacreditan a gobiernos populares, luego se crean ‘escándalos’, se asignan colores a algunos recién construidos movimientos de “oposición” se selecciona y paga a los matones, y finalmente aparecen ‘milagrosamente’ armas letales en los ‘sitios de protesta’.
Mientras el gobierno es ‘nacionalista’, realmente patriótico y defiende los intereses de su propio pueblo contra el saqueo internacional, (no como el gobierno de Abe en Japón que es peculiarmente descrito como ‘nacionalista’, pero en realidad se pone enteramente de parte de la política exterior de EE.UU. en la región), es marcado, y aparece en una lista de objetivos invisible pero poderosa, al antiguo estilo de la mafia.
Como lo describiera Michael Parenti, correcta y pintorescamente: “Lo hacéis a nuestra manera, u os quebramos la pierna, ¿capice?”
Presencié cómo el presidente Mursi de Egipto (critiqué su gobierno al principio, tal como critiqué el gobierno de Shinawatra, antes que el verdadero horror se apoderara de Egipto y Tailandia) era derrocado por los militares, que en su celoso desbocamiento, lograron asesinar varios miles de egipcios, en su mayoría pobres.
Estuve entonces en Egipto, varias veces, durante algunos meses, filmando un documental para la red de televisión suramericana, Telesur.
Incrédulo y consternado presencié cómo mis amigos revolucionarios se ocultaban, desapareciendo de la faz de la tierra. Esto mientras familias escandalosamente arrogantes vitoreaban sin vergüenza a los asesinos militares, abiertamente.
La lógica y la táctica en Egipto eran predecibles: aunque seguían siendo capitalistas y en cierta medida sometidos al FMI y a Occidente, el presidente Mursi y la Hermandad Musulmana, se mostraban un poco menos que entusiastas en su colaboración con Occidente. En realidad nunca dijeron ‘no’, pero eso no parecía ser lo suficiente para el régimen euro-norteamericano que, actualmente, exige obediencia total, incondicional, así como que besen sus manos y otras partes corporales. El régimen exige obediencia al estilo protestante, completa con autodesprecio y un constante sentimiento de culpabilidad; ordena servilismo auténtico y ‘sincero’.
Parecería que casi ningún país, ningún gobierno popular puede escapar al aniquilamiento, si no se somete totalmente.
Llegó hasta el punto que a menos que el gobierno en países en desarrollo como Filipinas, Indonesia, Uganda o Ruanda, envíe un claro mensaje a Washington, Londres o París diciendo que “simplemente existimos para satisfaceros, en Occidente”, arriesgaría aniquilamiento total, incluso si ha sido elegido democráticamente, incluso si (y, en realidad ‘especialmente si’) es apoyado por la mayoría del pueblo.
Por cierto, nada de esto es nuevo. Pero en el pasado, las cosas se hacían de un modo algo más encubierto. Actualmente, todo es evidente. Es posible que sea intencional, para que nadie se atreva a rebelarse, o incluso soñar con hacerlo.
Y así, la revolución en Egipto ha sido descarrilada, destruida, y cruelmente asfixiada. Realmente no queda nada de la así llamada ‘Primavera Árabe’, solo una clara advertencia: “no volváis a intentarlo, o ya veréis”.
Sí, vi a las ‘elites’ de Egipto bailando y celebrando su victoria. Las elites adoran al ejército. El ejército garantiza su sitio continuo en el cénit, su poder. Las elites incluso hacen que sus pequeños hijos muestren retratos de los dirigentes militares responsables por el golpe, responsables por los miles de vidas perdidas, responsables por destruir las grandes esperanzas y sueños del mundo árabe.
Lo que presencié en Egipto fue escalofriante, y se parecía al golpe en Chile en 1973 (un país que considero mi ‘segunda o tercera casa’); el golpe, que no soy suficientemente viejo para recordar, pero que he visto una y otra vez en documentales, en un horror silencioso y nunca menor.
‘De otro modo’, podría ser la tortura y asesinato de la gente en Bahréin. ‘De otro modo’, podría ser Indonesia en 1965/66. O podría ser el ‘colapso de la Unión Soviética’. ‘De otro modo’ podrían ser los aviones de línea estallando en pleno vuelo; un avión cubano fue destruido por agentes de la CIA. Podría ser Iraq, Libia, Afganistán devastados, o Vietnam, Camboya y Laos bombardeados hasta devolverlos a la edad de piedra. ‘De otro modo’ puede ser un país totalmente devastado como Nicaragua, Granada, Panamá o la República Dominicana. O ‘de otro modo’ podría significar millones de personas masacradas en la República Democrática del Congo, por sus recursos naturales y por la franqueza antiimperialista de su gran líder, Patrice Lumumba.
Es seguro que lo que el mundo presencia ahora, podría ser descrito como ‘la nueva ola’ de la ofensiva imperial occidental. Esta ofensiva tiene lugar en todos los frentes, y se acelera rápidamente. Bajo el orgulloso Premio Nobel de la Paz, Barack Obama, y sus más cercanos neoconservadores europeos y ‘socialistas con entrañas pardas’, así como el reelegido primer ministro fascista de Japón, el mundo se está convirtiendo en un sitio extremadamente peligroso. Como si fuera algún pueblo fronterizo invadido por pandillas violentas.
La percepción bíblica de “los que no están conmigo están contra mí’ gana un sentido más profundo.
Y cuidado con los colores. Cuidado con los ‘levantamientos’ o las ‘protestas’ antigubernamentales. ¿Cuál es genuina y cuál es artificialmente creada por el imperialismo y el neocolonialismo?
Todo parece ser extremadamente confuso para la mayoría de la gente atiborrada de ‘información’ de los medios corporativos. En realidad, ¡se quiere que esté confusa! Mientras más confusa esté la gente, menos capaz será de rebelarse contra los verdaderos peligros y la opresión.
Pero a fin de cuentas, a pesar de todo, el 2 de febrero, ¡el pueblo de Tailandia votó! Venció las barricadas; enfrentó a los que intentaban cerrar las mesas electorales.
Y en Ucrania, la mayoría sigue apoyando a su gobierno.
Y Venezuela y Cuba no han caído.
Y los cuadros yihadistas todavía no controlan Siria.
Y Eritrea y Zimbabue todavía apoyan a sus dirigencias.
La gente no es ganado. En muchas partes del mundo ya se da cuenta de quiénes son sus verdaderos enemigos.
Cuando EE.UU. patrocinó un golpe contra Chávez, los militares se negaron a apoyarlo, y cuando un empresario escogido cuidadosamente juró como Presidente, los militares comenzaron a movilizar tanques hacia Caracas, en defensa del líder legítimo y elegido. ¡La revolución sobrevivió!
Chávez falleció, y hay quien dice que fue envenenado; que fue infectado con cáncer, que fue víctima del Norte. No sé si es así, pero antes de morir, fue fotografiado, desafiante y sudoroso, sufriendo una enfermedad incurable, pero determinado y orgullo. Gritaba: “¡Aquí nadie se rinde!” Y esa imagen y una breve frase, inspiraron a millones.
Recuerdo, el año pasado en Caracas, parado frente a una inmensa pancarta mostrando su cara, mostrando sus palabras. Yo le agradecería; lo abrazaría si pudiera, si todavía estuviera vivo. No porque haya sido perfecto – no lo era. Pero porque su vida y sus palabras y acciones inspiraron a millones, arrancaron a naciones enteras de la depresión, de la desesperanza, de la esclavitud. Leo en su cara lo siguiente: “Tratan de joderos por todos los medios, pero lucháis… Caís pero volvéis a luchar. Os tratan de matar pero lucháis… Por la justicia, por vuestro país, y por un mundo mejor.” Chávez no dijo esto, por supuesto, pero es lo que se sentía, al mirar su fotografía.
Para entonces, la mayor parte de Suramérica estaba libre y unida contra el imperialismo occidental, y era difícil de derrotar. Sí, aquí, ¡nadie se rendía!
El resto del mundo sigue siendo muy vulnerable y en su mayor parte encadenado.
Occidente fabrica continuamente y luego apoya fuerzas opresivas, sean feudales o religiosas. Mientras más oprimida está la gente, menos dispuesta está a luchar por la justicia y por sus derechos. Mientras más temor siente, más fácil es controlarla.
El feudalismo, la opresión religiosa y crueles dictaduras derechistas, todo sirve perfectamente al fundamentalismo del mercado del Imperio, y su obsesión por el control del planeta.
Pero un orden semejante del mundo es anormal, y por lo tanto temporario. Los seres humanos ansían justicia y, en su esencia, son una especie generosa y decente. Albert Camus, correctamente, llegó a la conclusión en su poderosa novela “La Plaga” (analogía a la lucha contra el fascismo): “hay más que admirar que despreciar en los seres humanos”.
Lo que Occidente está haciendo al mundo: producir conflictos, apoyar al bandidismo y al terror, sacrificar a millones de personas por sus propios intereses comerciales, no es nada nuevo bajo el sol. Es llamado ‘fascismo ordinario’. Y el fascismo apareció y fue derrotado, en el pasado. Y volverá a serlo. Será derrotado porque no tiene razón, porque se opone a la evolución natural humana, y porque la gente en todo el mundo se da cuenta de que las estructuras que el fascismo occidental trata de administrar en todo el mundo, pertenecen al Siglo XVIII, no a éste, y nunca deberían volver a ser toleradas.
Andre Vltchek ( http://andrevltchek.weebly.com/ ) es novelista, cineasta y periodista de investigación. Ha cubierto guerras y conflictos en docenas de países. Su libro sobre el imperialismo occidental en el Sur del Pacífico se titula Oceania y está a la venta en http://www.amazon.com/Oceania-André-Vltchek/dp/1409298035 . Su provocativo libro sobre la Indonesia post Suharto y su modelo fundamentalista de mercado se titula Indonesia: The Archipelago of Fear, http://www.plutobooks.com/display.asp?K=9780745331997 . Recientemente produjo y dirigió el documental de 160 minutos Rwandan Gambit sobre el régimen pro occidental de Paul Kagame y su saqueo de la República Democrática del Congo, y One Flew Over Dadaab sobre el mayor campo de refugiados del mundo.
Pakistan Today/Rebelion