Ochagavía: Ruta Circular por el Camino de Irati y la Ermita de Muskilda

Por Atableconcarmen @atableconcarmen

    Esa tarde brillaba el sol, el cielo estaba completamente despejado y su potente azul contrastaba con los verdes y ocres de la vegetación. Parecía mentira que apenas hace unas horas y a pocos kilómetros, en Roncesvalles, todo fuera tan diferente.
Faltaban unas 3 horas para que comenzara a anochecer y la ruta circular que asciende por el antiguo camino de Irati y que luego gira hasta la Ermita de Muskilda, para continuar bajando hacia Ochagavía, nos iba a llevar unas 2 horas. Así que no perdimos el tiempo, nos calzamos las botas de montaña y nos pusimos en marcha.
 
 
Nos dirigimos hacia la parte de atrás de la Iglesia de Ochagavía, de allí parte una calle empedrada y empinada que es la que debemos seguir. Recuerdo que nos cruzamos con un señor mayor que se quedó sorprendido cuando le dijimos que todavía no conocíamos la Ermita de Muskilda. Enseguida nos hizo un gesto con la mano para que siguiéramos hacia el final de la calle y no perdiéramos  ni un minuto más, parecía casi un sacrilegio que dejáramos pasar el tiempo sin conocer aquel lugar.
Enseguida llegamos a un lugar con una bifurcación de caminos: el de la derecha nos conduciría, en ascenso contínuo, directamente a la ermita y nos llevaría menos de una hora. El de la izquierda nos adentraría, en ascenso algo más lento pero contínuo, por el antiguo camino de Irati y seguiría la ruta circular de aproximadamente dos horas, para acabar bajando por el camino que ahora dejábamos a nuestra derecha.
Elegimos el de la izquierda, la opción que os recomiendo si decidís hacer esta ruta.
 
    
  El sendero comienza a ascender poco a poco entre hayas, avellanos, castaños, robles y otras especies que en esta época del otoño lucen más que preciosos. El suelo cubierto por una alfombra ocre de hojas secas, al avanzar, nuestras pisadas producían un sonido maravilloso. ¡Que sensación más agradable! Estaba disfrutando tanto que de vez en cuando daba una pequeña patada a es moqueta de hojas para que se alzaran en un corto y festivo vuelo.
Después de un buen rato, la senda inicial desemboca en un camino más ancho entre el hayedal, para finalmente llegar a un collado desde donde se observan las montañas y las zonas de cultivo, incluso vemos a lo lejos a un ochagaviarra faenando con su tractor.
 
     
 
 
  Sopla el viento más fuerte, pero nos quedamos unos minutos allá arriba contemplando el paisaje a uno y otro lado, durante la ruta el bosque y los árboles no nos dejaban verlo.
 
    
 
 
  Si continuamos el camino seguiríamos hacia Irati, pero es aquí donde hacemos el giro brusco y seguimos el camino casi en dirección contraria en busca de Muskilda. Ahora continuamos por un sendero algo más despejado con hayas, así hasta que llegamos a la carretera por la que se llega de Ochagavía a Muskilda. La atravesamos y nos introducimos en el recinto de la ermita.
 
     
 
 
  ¡Qué preciosidad! No me imaginaba la ermita así. 
La Ermita de Nuestra Señora de Muskilda es una construcción románica del siglo XII realizada durante el reinado de Sancho el Fuerte y lo que más me llama la atención es su torre de forma cónica. Afortunadamente podemos entrar a conocer su interior, aunque como falta para que celebren la misa, está todo bastante oscuro.  
 
  Las vistas que de allí se obtienen son grandiosas, impresionantes, y como siempre que algo nos sorprende, nos quedamos un buen rato simplemente contemplando las vistas.
 
     
 
 
  Calculamos el tiempo, no queremos tener que descender a oscuras, así que decidimos realizar el descenso, que ahora es bastante pronunciado, por un sendero de piedras, el mismo donde se celebra la tradicional romería todos los años a principios de septiembre.
 
     
  Conforme vamos bajando por el camino empedrado nos vamos deteniendo para contemplar las vistas de Ochagavía desde las alturas. Cada vez los tejados se ven un poco más cerca hasta que acabamos desembocando en la encrucijada de camino inicial.
 
     
 
 
  De ahí nos adentramos en el pueblo, todavía luce el sol y Ochagavía siempre invita a pasearlo, es bonito a rabiar, lo mires por donde lo mires y no importa la hora del día, siempre te regala una bella imagen. Y no exagero si digo que es un pueblo de cine, por que buena parte de la película Secretos del Corazón fue rodada aquí.
 
     
 
 
  Se esconde el sol, bajan las temperaturas, momento de ir a por una ducha reparadora y después a cenar al Asador Sidrería Kixia, toda una entidad en Ochagavía, conocido por la buena forma de tratar chuletón a la brasa y a otras de las especialidades de la zona. Si se visita la zona hay que dejar un hueco para pasarse por este asador.
 
     
 
  
 
 
  Así de bien ponemos el punto final a nuestro primer día en Ochagavía, pero en realidad es un punto y seguido por que nuestra escapada continua.
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 Bon Voyage!