El asunto de la política se trata, en cierto modo, de perpetuarse en algún puesto dependiente que pueda ser sustituido cada cuatro años, más o menos, independientemente del resultado que arrojen las urnas. Como quiera que las plazas son limitadas y las privilegiadas tienen varias novias, suele ser preciso hacer planes por adelantado, tratando de colocarse en posiciones desde las que resulte más sencillo el acceso al puesto en cuestión. Barreda sabe la previsión de descalabro electoral en las próximas autonómicas, pero la dignidad de apartarse de zapatero y cierta solidez en la derrota, pueden permitirle la continuidad en el seno del partido, mientras ya prepara la oposición. Zapatero, el del talante, sigue sin desvelar su futuro a medio plazo, lo que no se sabe si causa más daño que beneficio a la formación, pero que no deja de ser un modo de demagogia. El leonés errante siempre escabulló la pregunta de si limitaría el tiempo de su mandato, algo que Aznar llevó a cabo desde el primer momento y cumplió escrupulosamente, una vez agotado el plazo, mientras ZP esconde celosamente sus planes, si es que alguna vez los ha tenido. Lógicamente cabe calificar al expresidente popular de asesino y fascista, algo que hemos oído y leído en repetidas ocasiones; el socialista es demócrata de toda la vida, no lleva libreta azul, pero el otro cuaderno guarda más intenciones ocultas que una lista de altos cargos. Entre otras, la posibilidad de presentarse a un tercer mandato. Por el bien del PSOE y sobre todo, del país, esperemos que no lo haga.