Ocho meses después

Por Amoreno

Seguramente muchos os pregunteis cómo están las cosas por Tohoku casi un año después de la tragedia del tsunami. Hace tiempo que las noticias dejaron de hablar de Japón y el tema de la recuperación fue cayendo en el olvido. Me gustaría compartir con vosotros el siguiente vídeo.
Se trata de un documental dirigido por Paul Johannessen rodado entre abril y noviembre de 2011 en Ishinomaki que acaba de ver la luz. Ishinomaki fue una de las ciudades de la prefectura de Miyagi más afectadas por el terremoto y tsunami del 11 de marzo. El tsunami alcanzó en este punto 10 metros de altura y se adentró en tierra una distancia de 600 metros, destrozando a su paso el 80% de las casas del puerto de Ayukawa y del distrito de Kadonowaki, el más cercano a la costa. Se calcula que el 46% de la ciudad fue inundada por el tsunami y aproximadamente 29.000 residentes perdieron sus casas. En julio de 2011, el número de víctimas mortales registrado por causa del tsunami era de 3097.

El documental contiene imágenes grabadas en abril de 2011 que reflejan la magnitud del desastre y entrevistas a supervivientes que cuentan la experiencia que vivieron ese día y hablan también sobre el estado en el que se encuentra la reconstrucción de la ciudad a fecha de noviembre, ocho meses después.

Después de ver el vídeo no sabría decir que resulta más desgarrador, si las imágenes de la catástrofe o algunos comentarios de los entrevistados. Os paso a resumir los testimonios que más me han llamado la atención.
El vídeo comienza el superviviente Toshihiko Fujita narrando el escalofriante momento que vivió cuando el tsunami llegó a su casa. Intentó salvar a su madre y a su tía, pero ambas terminaron perdiendo la vida. Ahora dirige el centro comunitario de Koganehama en el área de Watanoha. Su labor consiste en organizar entre los residentes el reparto de alimentos que llegan como donación y dirigir una plataforma de voluntariado, Project Ishinomaki. Fujita fue el encargado de coordinar nuestro trabajo como voluntarios en tareas de limpieza el pasado verano. Está a la izquierda del todo de la foto.

A continuación habla otro de los entrevistados, el Sr. Yamakami, que también trabaja de voluntario. Cuenta que 'en su vecindario había una asociación de ayuda a los supervivientes, hasta que un día decidieron cerrar. No podía aceptar que se dejara de prestar ayuda cuando había gente que la necesitaba, así que tomó el relevo y ahora se dedica a eso.'

Yamakami se queja de la actitud del gobierno, 'si el gobierno de la prefectura o el gobierno central nos mostrara por lo menos una luz al final del túnel, entonces cada uno de los supervivientes pondría todo de su parte para alcanzar ese objetivo. Pero no vemos ninguna luz, estamos a oscuras. La gente se suicida.' Ocho meses después, su casa todavía se encuentra hecha una ruina. 'No tengo cocina, no tengo baño, no tengo cuarto de estar. Todo lo que tengo es una habitación en la planta de arriba. Me pregunto si los políticos del gobierno podrían vivir en un lugar así aunque fuera por uno o dos meses.'

Fujita lleva trabajando en la reconstrucción de Ishinomaki desde el primer día. Se lamenta de que 'ocho meses después, todavía no hemos encontrado una respuesta a la pregunta de ¿qué deberíamos hacer?.' Parece haber perdido la esperanza. 'Cuando hablo de Ishinomaki, difícilmente puedo imaginar que llegue a recuperarse. Es básicamente imposible. Me temo que nunca llegará a recuperarse del todo. Lo que quiero decir es que podemos reconstruir los edificios y las casas, pero cuando se trata del espíritu de la gente, es muy complicado.'
Otra de las funciones del centro comunitario que dirige es ofrecer apoyo psicológico. Según cuenta, 'cuando fuimos trasladados a los refugios temporales la gente no sabía quiénes eran sus vecinos, así que nadie hablaba con nadie. Sin mantener una conversación no existe el contacto humano. Así que lo primero que hacemos es tender nuestra mano a aquellos que se sienten aislados, aquellos desesperados, que lloran todo el rato. Tenemos que empezar por aquí. Sino lo hacemos, la gente que se siente sola terminará suicidándose.'
Las cifras son espeluznantes, 'diez personas cometen suicidio cada mes en Ishinomaki. Eso es una persona cada tres días. No tienen la visión de un futuro mejor, así que escogen la muerte como una salida fácil.'

Su labor de apoyo psicológico es fundamental para evitar que más residentes terminen quitándose la vida, pero no reciben ninguna ayuda del gobierno, ni siquiera económica. El Sr. Yamakami cuenta que 'se ha donado un montón de dinero, pero que ellos no han visto nada.' Uno se pregunta entonces si las iniciativas para recaudar fondos destinados a las víctimas del terremoto realmente han servido para algo.
Fujita piensa que en la agenda del gobierno hay otros asuntos que atender en estos momentos. 'El Gobierno de Japón está preocupado por la situación de la central nuclear de Fukushima. El accidente podría terminar siendo de la misma escala que el de Chernobil, o incluso peor. En estas circunstancias, el apoyo a los supervivientes del tsunami del Este de Japón ha ido desapareciendo gradualmente. Pienso que teniendo esto en cuenta va a ser extremadamente difícil que Ishinomaki y Tohoku puedan recuperarse por si sólos.'
Según dice el Sr. Yamakami, 'nunca ha escuchado al gobierno hablar sobre ayudar a los supervivientes. Los supervivientes del tsunami se han convertido en un lastre.' Los habitantes de Ishinomaki deben llevar a cabo la dura tarea de reconstrucción por sí sólos. El principal problema al que también se enfrentan es que la industria de la zona ha desaparecido. El tsunami se llevó por delante no sólo las casas, también las fábricas y miles de puestos de trabajo. 'Una de cada dos personas está desempleada. Es imposible encontrar trabajo.', cuenta Fujita.

Para seguir adelante con sus vidas y sentirse ocupados algunos se dedican de forma voluntaria a reconstruir las casas de otras personas mientras viven de las donaciones. Otros, los que tienen más iniciativa, reinventan sus negocios para satisfacer las necesidades de los que viven a su alrededor. Se trata individuos, personas corrientes que no pueden hacer mucho por sí sólas pero que cuando se juntan consiguen grandes logros, incluso salvar vidas.
Son los verdaderos héroes anónimos de los que nadie oye hablar en occidente. Allí todos deben pensar que en un país tan sofisticado como Japón una de las prioridades del gobierno debería ser la recuperación y la vuelta a la normalidad de una parte de su población que se ha visto afectada por una catástrofe de grandes dimensiones. Nada más lejos de la realidad. La situación de desamparo y abandono en la que se encuentran los habitantes de Ishinomaki es insoportable, cualquier diría que estamos hablando de un país del primer mundo.
Ishinomaki, una ciudad de 160.000 habitantes. Los mismos que Badajoz, Logroño y Salamanca.