Octubre en Cataluña

Por Monpalentina @FFroi

En un pasaje de "Castilla", cuando las ciudades castellanas inician la marcha para pedirle la libertad al presidente, uno de los protagonistas exclama: "Impresiona más un millón de personas en silencio, que todos los tanques del mundo disparando". Esa era la imagen que nos impresionaba a todos en octubre del año pasado.


Suele ocurrir que, cuando se pretende algo, cuando hay miles de personas involucradas para conseguirlo, se intuye la utilización de la violencia. "Pues si no quieres por las buenas, tendrá que ser por las malas", nos decían de pequeños. Y parece que si no es así, no se conseguirá nada.
La manifestación y el orden parecen las únicas apuestas en ese camino que diferentes fuerzas políticas vienen señalando sin descanso, aprovechando la fuerza que da la ostentación de un cargo político.
En el pasillo del piso de la ministra de sanidad castellana, -sigo metido en mi novela- colgaba un cuadro con el texto que aparecía en la página 326 del libro "Sobre la revolución", publicado por el teórico político Hanna Arendt, en 1963:
"No se puede llamar feliz a quien no participa en las cuestiones públicas, nadie es libre si no conoce por experiencia lo que es la libertad pública y nadie es libre ni feliz si no tiene ningún poder, es decir, ninguna participación en el poder público".
Y esa felicidad, en la que cree mi personaje, aunque luego la realidad le engañe, es la que deben sentir en grado sumo las autoridades catalanas, cuando presienten el suspense que provoca el silencio de más de un millón de almas.
No tengo ninguna simpatía por ningún político, pero he de confesar que me ha sorprendido la última declaración deJoan Tardà: "Si algún independentista estúpido plantea imponer la independencia, está equivocado".
Siempre pensé que en su ceguera por independizarse, no se habían dado cuenta del cincuenta por ciento o más que no la quiere.
Ese y no otro es el escollo insalvable que dejará las cosas manga por hombre durante mucho tiempo, porque no podrá avanzar nada un país dividido y al silencio que no derriba muros, le suceden arrebatos y enfrentamientos que solo depararán decadencia y olvidos.


De la sección "La Madeja", para Diario Palentino, 2018