Teniendo en cuenta la ingente caterva de medianías que se cuela en nuestras carteleras temporada sí, temporada también, resulta llamativa la miopía de quienes no supieron apreciar el potencial en taquilla de una cinta de acción que, consciente de sus limitaciones, explotó al máximo sus virtudes. John Wick atrapó la atención de cinéfilos y cinéfagos de medio mundo en 2014, pero ni siquiera eso fue suficiente para abrirle las puertas del mercado español.
El halo de misterio e imperturbabilidad, mezclado con cierta vulnerabilidad, que el guión confería al protagonista, el reguero de cadáveres que dejaba a su paso, la violencia exacerbada que parecía salida de un cómic y la mitología construida en torno a una organización secreta de asesinos a sueldo convirtió en un fenómeno de culto a una película en la que la ilusión, la originalidad y el buen trabajo sustituyó a un presupuesto multimillonario y a la mastodóntica maquinaria publicitaria de otros productos eminentemente inferiores.
Afortunadamente el runrún internacional ha debido de llegar a los círculos oportunos para asegurar la distribución en cines del segundo capítulo de esta sugerente saga con vocación de trilogía.
John Wick: pacto de sangre retoma el relato justo donde quedó hace tres años. En una espectacular secuencia inicial de quince minutos, calcando la narrativa heredada, aprovecha una vibrante persecución automovilística magníficamente rodada para articular la presentación del personaje de paso que resume, para los no iniciados, el acontecer que le ha llevado allí.
“John Wick es un hombre centrado, comprometido, de voluntad inquebrantable. Una vez lo vi matar a tres tíos en un bar… con un lápiz, ¡con un jodido lápiz!”, masculla el capo de la mafia rusa, en uno de los innumerables homenajes al episodio anterior, mientras, en paralelo, el interfecto se va deshaciendo de los esbirros que lo separan del gerifalte.
Tanto el lenguaje explícito como las dosis de violencia progresivamente crecientes dejan a las claras que se trata de un entretenimiento con aroma de novela gráfica pensado para un público adulto. La cinta sabe a qué juega, su director también y lo expone sin tapujos desde el minuto cero. Un realizador lo suficientemente inteligente como para rodearse de excelentes colaboradores capaces de lograr un resultado espectacular y especialmente atractivo para un segmento de público amante de la acción, pero exigente respecto a la manera en que se le presenta. Su pasado como coordinador de especialistas en sagas como Matrix se intuye, además de en guiños y paralelismos varios, en las elaboradas coreografías tanto de tiroteos como de peleas.
Esta oda a la ultraviolencia excede los límites de su predecesora en cuanto al grafismo de las muertes y a los ríos de sangre provocados por un John Wick obligado a regresar al submundo criminal. Se echa en falta aquella sencillez tan efectiva en el momento en que la trama se prolonga en exceso propiciando una sucesión repetitiva de asesinatos que habría resultado mucho menos cargante de haber respetado los poco más de noventa minutos de brillantez de la primera parte.
Copyright del artículo © Manu Zapata Flamarique. Reservados todos los derechos.
Copyright imágenes © Summit Entertainment, Thunder Road Pictures, 87Eleven, Lions Gate. Cortesía de eOne Films Spain. Reservados todos los derechos.
John Wick: Pacto de Sangre
Dirección: Chad Stahelski
Guión: Derek Koldstad
Intérpretes: Keanu Reeves, Ricardo Scamarcio, Ian McShane
Música: Tyler Bates y Joel J. Richard
Fotografía: Dan Laustsen
Duración: 122 min.
Estados Unidos, 2017
Anuncios