Tal vez ahora somos más conscientes del valor de la proximidad, de la cercanía y de la tremenda necesidad que tenemos de contacto, de hablar y entregarnos a través del tocarnos.
Por eso, ahora que la salud y la vida misma, nuestra y de los otros, están en juego, tenemos que aprender y dar sentido a la distancia, a esos dos metros que habrá que establecer. Más allá de una mera medida de seguridad, estoy invitado a acoger y vivir esos dos metros de distancia como espacios para la comunión y como tejido para otras formas y maneras de encuentro.En primer lugar puedo sentir que esta distancia “no es separación”, sino que con ella construyo, algo más lejos de lo que estaba acostumbrado, un ámbito para el encuentro profundo con el otro. Esa distancia puedo vivirla como un espacio de descanso porque, en cierto modo, esa mayor distancia puede ayudarme a soltar toda dinámica de invasión del sagrado espacio del otro, no sólo externo o físico sino también interno. Los dos metros propician el soltar expectativas y dar más volumen a la conciencia del metro cuadrado que yo ocupo y que representa ese espacio sagrado del que sí soy enteramente responsable. Como suelo decir, “la verdad, bondad y belleza del metro cuadrado que me rodea sí que depende de mí”.Mantengamos los dos metros como manera de asentar y dar volumen a la propia conciencia de presencia. Los dos metros pueden ser ocasión propicia para ser más consciente de la propia postura corporal que adopto en cada encuentro. De esta manera, los dos metros ya no los viviré como una barrera defensiva frente a los riesgos de los otros sino como un puente a la autoconciencia. Dos metros como símbolo de un tener que multiplicar por dos mi darme cuenta o un ser doblemente consciente de cómo estoy.
A dos metros me alejo un poco de ti pero me acerco más y más a ese espacio interior donde, paradójicamente, te siento más cerca, más próximo, más prójimo y más íntimo.
Estos dos metros, que por ahora me impiden tocarte, no los siento, en modo alguno, como una imposición arbitraria y externa sino como un acuerdo sensato y razonable de todas las personas que voluntaria y libremente deciden salir al encuentro.Dejo de acercarme más allá de dos metros no por una obligación externa sino por una “ob-ligación” consciente y responsable, expresión del deseo de cuidar de mí y de velar por los otros.
Es muy importante comprender este matiz para adherirse fervorosa y gozosamente a lo que, de otro modo y en otro contexto, sería represión y violencia. Nadie me obliga a no acercarme. Es la Vida la que ahora necesita y reclama estos 200 centímetros de distancia, de cuidado y de esmero; por eso me ligo, me uno y me vinculo, desde mi entera libertad, a esta elemental pauta de funcionamiento social.
En un contexto grupal y colectivo cada cual ha de hacerse absolutamente responsable de mantener y cuidar sus dos metros. Esto favorecerá sin duda y nos conducirá más adecuadamente a ese espacio sanador de seguridad y protección que es lo que vamos buscando.
Mantener la distancia, no traspasar esa barrera invisible de los dos metros, no estrechar lasmanos o fundirnos en un abrazo no será descortesía, desfachatez o indiferencia.Este abrazar manteniendo un espacio abierto será un gesto de profundo amor y respeto a la vida de los demás, pero no sólo de los que tengamos ahora delante, también de la vida de los que muy lejos están arriesgando su propia salud para cuidar la de otros: “ No me acerco más porque no te siento lejos. A dos metros te siento más presente que nunca, más regalo que nunca”.
Este no acercarme me va a permitir en estos días reconocer y valorar lo preciado de los saludos, de los abrazos y de los besos desgastados tal vez por su mecanicismo, automatismo o inconsciencia.Desde esta frontera de los dos metros quiero reenamorarme de las caricias y saborear hasta el fondo el aroma de cada encuentro y las viviré como lo que son: algo sencillamente extraordinario. Una frontera que, como todas las fronteras físicas, mentales o ideológicas, quiero vivir no como línea de separación sino de vínculo y comunión: las fronteras no separan sino que unen dos espacios de un territorio.
Cuando después de este tiempo necesario de “no tocarnos” volvamos a hacer uso de los brazos y de las manos, no sólo diremos cosas con ellas, nos diremos, nos afirmaremos y nos realizaremos con cada contacto realizado. Estaremos en cada abrazo, vibraremos con cada caricia, seremos nuestros besos, es decir, seremos expresión de un gesto elocuente y celebraremos cada relación como lo que es, una fiesta, un regalo.Los dos metros van a obligarme a esmerarme aún más en los gestos, en las miradas y en las sonrisas que podré redescubrir como nuevas siluetas de los abrazos, como nuevos ropajes para las caricias.
Tal vez más adelante recordaré estos dos metros y les podré agradecer el sentirme afortunado de este no tocar provisional y temporal que me trastocó por entero y para siempre. Dos metros para despertar, dos metros para sentir, dos metros para, de una puñetera vez, reconocer y celebrar lo extraordinario y maravilloso de las cosas y gestos más sencillos y cotidianosque suelen pasar desapercibidos.
De esto se trata: no tanto de “no poder acercarme” cuanto de “poder no acercarme”. Vivir y saborear la dicha de acoger las normas externas como pautas internas. Vivir cada limitación como una posibilidady poder transformar el obstáculo en una palanca.
Los dos metros se convierten así, procesados desde una alquimia en nuestro corazón, en un espacio privilegiado donde cultivar y hacer florecer la propia responsabilidad. Sentir los dos metros como un inmenso campo en el que, en sintonía con el espíritu de la primavera, florece lo mejor de mí mismo.
Doscientos centímetros para cultivar Presencia, es decir, esencia que se hace presente. Y así como las esencias florales se respiran en la distancia, decido voluntaria y conscientemente derramar la fragancia de lo mejor de mí mismo en estos dos metros de distanciamiento social. No puedo tocar al otro pero sí hacerle llegar el aroma de mi ternura.Por eso acojo estos dos metros como un espacio sagrado, más aún, sagradamente inviolable; los dos metros como ofrenda agradable a la Vida, los dos metros como altar y como ámbito para el Misterio.
Cada contacto realizado sin necesidad, que podía haberse obviado y cada transgresión de esta medida, de este espacio, y que sea mero desahogo para quien lo ejecuta será como un dardo que se clavará en la piel que recubre al grupo, vivido como un solo cuerpo. Será como una herida, por pequeña que sea, por donde comienza a drenarse y perderse la energía acumulada por millones de personas durante todos los días de confinamiento. Y será como una grieta, por insignificante que parezca a simple vista, por la que se desperdicia la entrega y el trabajo de cuantos han estado en primera línea en la resolución de la pandemia.
Vividos desde el corazón, los dos metros se espesan, se dulcifican, se intensifican y ganan en belleza. Cobran vida propia, luz propia y mueven su propia energía.
Dos metros para el Silencio. Dos metros para la Presencia. Dos metros para la Conciencia. Dos metros para la Responsabilidad. Dos metros para la Esperanza.
A ti, compañero o compañera que te encuentras conmigo te pido:
No traspases la linde sagrada de los 200 centímetros. Mantén la distancia, pero siente tu corazón abierto y cercano.Y tócame con tus palabras, con tu mirada y con tu sonrisa.
Sólo quiero, mientras sea necesario, saborear estos 2 metros como un espacio de libertad y de vida. Que sea el Silencio de nuestros corazones ese hilo invisible que una nuestras almas
en un mismo pespunte, en el tejido de esta distancia que nos hermana. JOSÉ MARIA TORO. Lora del Río. Domingo 10 de mayo de 2020
JOSÉ MARÍA TORO. Maestro. Escritor. Formador y conferenciante.
Autor, entre otros, de:"Educar con Co-razón" (20ª ed.) http://bit.ly/2E9xt87"La Sabiduría de Vivir" (4ª ed.) http://bit.ly/2nRusOR"Descanser. Descansar para Ser" (3ª ed.) http://bit.ly/2scCib8"La Vida Maestra" (2ª ed.) http://bit.ly/2gY46JQ"Mi alegría sobre el puente.Mirando la vida con los ojos del corazón" (2015) http://bit.ly/2GZKaAi"El pulso del cotidiano. Ser-Hacer-Vivir-Realizarse" (2017)http://bit.ly/2C4Fm8Npublicados por la Editorial Desclée de Brouwer.
OTROS LIBROS COLECTIVOS EN LOS QUE PARTICIPA JOSÉ MARÍA TORO.
Coautor de: MAESTROS DEL CORAZON. Hacia una Pedagogía de la Interioridad.Ed. Walters Kluwer.
Coautor de: OTRA PEDAGOGÍA EN MOVIMIENTO. "Dialogando con la experiencia en la formación inicial". Universidad de Almería 2018
Coautor de:Hacia una teología de la interioridad. PPC 2019
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