28 de agosto, día en que pienso esto, no es precisamente la mejor fecha para pensarlo. En un país donde los crímenes y los criminales son señalados por el dedo de todo el mundo: da igual quién esté al otro extremo de ese dedo. Si es peor que el señalado, es indiferente. Eres criminal y, además, eres tonto por dejarte pillar. Has fallado en ese papel que te atribuiste, y no lo has desempeñado a la perfección. Ves como no todo el mundo sirve para ser malo.Pero, ay! todos los que están aún ocultos y puede que permanezcan así: qué mérito el suyo, qué gran logro sobreponerse y superar este mundo que no pierde un momento en ponerles trabas. Policía científica, pruebas de ADN, cámaras en todas partes, psicólogos que interpretan gestos, máquinas de la verdad, polígrafos, cajas fuertes de apertura retardada, billetes marcados, maletines con GPS, cheques cruzados, marcas láser, cajeros adiestrados para apretar botones escondidos, tubos para enviar recaudaciones, furgones blindados, personal de seguridad uniformado y de paisano, armas automáticas, huellas dactilares, scanners, tarjetas de crédito con números secretos, confidentes, infiltrados, topos, chivatos, delatores, recompensas, código penal, torpes abogados de oficio, leyes internacionales, tratados de extradición, programas de testigos, software de reconocimiento de voz, historiales dentales, registros de todo tipo, órdenes judiciales, micros ocultos en bolígrafos, micros ocultos en un botón. Pruebas de balística, manuales de heridas, cursos de forense, microscopios, videntes, psiquiatras que interpretan conductas. Repito: todo ese tinglado, y más cosas que me dejo, montado por la sociedad para impedir o, como `poco, dificultar el crimen, y tanta gente empeñada en pelear por ser criminales y salir indemnes.Pero yo estoy en el lado de los buenos: que a nadie quede ninguna duda. Por eso acudí, cuando olisqueé algo que no me gustaba.Y, claro, cuando ví mi nombre en el papel.