Odile l'autremonde

Por Acalvogalan


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Biografía

Odile L'Autremonde (Madrid, 1992). Ha colaborado con la revista Actores. Ha publicado en la antología "Tenían veinte años y estaban locos" de Luna Miguel. Forma parte de un grupo que se dedica a las performance relacionadas con la poesía llamado "Puesta en abismo". Ha escrito dos poemarios que permanecen inéditos "La órbita perdida" y "Transiciones". Actualmente escribe su tercer poemario y tiene entre manos un blog:

http://odile-lautremonde.blogspot.com/.

Poética


Pretendo
hacer de la ausencia una compañera infinita,
prender fuego a la sed de otra boca
y dentro de la inconsciencia
esperar a que todo cambie.
Poemas
Vislumbrar la luz de la próxima estación desde la nuestra

No todo muere,
dijo el poeta viejo.
No todo muere.
Después de la luz del mediodía
alguien enciende las farolas
al igual que se enciende el valor
cuando la vida pesa.
No todo muere,dijo,
no todo muere.
Y yo me pregunté qué importancia tiene
la materia de los faros,
mientras sigan siendo la bujía
que nos mantiene vivos.
Qué importancia tiene bordear un acantilado
si hay una cuerda que nos impide temer al precipicio.
No todo muere,
dijo una vez un poeta viejo
a los del vértigo al deterioro.
Escuchadme,
el tiempo no cabe
en un reloj de arena.
***
Dark as your grave
Porque conocí tu máscara
supe que eras el exterminio.
Tu mano se acercó a la mía en la avenida
donde los pactos se sellan a
oscuras.
Y escalando el agujero, el vacío era tu cuerpo
y tu mentira pesaba más que mi existencia.
No ardió lo pasado, ni lo presente,
ni lo futuro dos veces
pero entendí que ya tu mano
no valía nada.
***
LA MUERTE DEL ELEFANTE

A mi abuelo
Aquí no respira ni Dios,
El silencio es la lengua madre
de los muertos.
En esta habitación todo el mundo llora
menos yo
Yo no lloro,
lo intento pero descubro
que ya no sé llorar.
Los ríos se han secado y sólo
quedan los surcos de lo que fueron.
La mujer camina.
Todos la observan
deslizarse por las tuberías en busca de viento.
Todos lloran y hacen ruidos con sus enormes narices y
me miran como esperando lágrimas.
Intento buscar la mirada de mis primos,
me ignoran, miran al suelo y se sorben los mocos.
Preveo que esta noche no acabará nunca.
Ahora hablan del tiempo, de las heladas, del frío que hace en esta tierra
cuando no amanece,
de cómo se enteraron de la muerte del hombre que yace en la habitación contigua,
mi abuelo.
Sí, mi abuelo, sí,
sin embargo no recuerdo ninguna sonrisa,
ninguna rebanada de pan con chocolate,
ninguna historia de la guerra.
Eso sucede porque mi abuelo jamás me amó
como aman los abuelos a sus nietos.
Yo era para él tan sólo sangre.
Ya veis, soy un átomo enredado en la nuca de mi abuelo muerto.
Que alguien se atreva a decir que no estoy viva.