El gran poeta y escritor catalán, Joan Maragall, escribía en su "Oda a Espanya": "¿Dónde estás, España? No te veo por ningún lugar. ¿No sientes mi voz atronadora? ¿No entiendes esta lengua que te habla? entre peligros? ¿Has desaprendido de entender a tus hijos? ¡Adiós España!" (1898) (Els tres cants de la guerra. Visions i Cants; 1900).
Estas dos últimas palabras son las que la presidenta del Parlament de Catalunya, la aférrima independentista Carme Forcadell, tiene como libro de cabecera y grabadas a fuego para reivindicar su derecho a separarse de España. Es el resumen a tantos comentarios, actos y hechos realizados en sus diferentes intervenciones a lo largo y ancho de la geografía catalana para desprestigiar a España. Lo ha hecho tanto como presidenta de la Assamblea Nacional de Catalunya (ANC), en la última campaña electoral con la macedonia de partidos y siglas bautizados en su unión como Junts Pel Sí; como, ahora, siendo presidenta de la institución catalana.
Sus discursos están llenos de comentarios y misivas con alto contenido agresivo e incitador al odio. Dardos envenenados contra un blanco fijo, España. Con esto, ha conseguido, incluso, tener más protagonismo que el propio Artur Mas y Carles Puigdemont, actual presidente impuesto a dedo de la Generalitat de Catalunya. De su boca han salido, y salen a borbotones, titulares como si escupiera fuego igual que el dragón de la leyenda de Sant Jordi. Frases como "no acataremos las imposiciones del Estado español", "nuestro adversario es el Estado español, lo debemos tener muy claro" o "España es el enemigo a derrotar"; han conseguido agitar de forma histérica a las masas independentistas. Sin más nada qué decir. Sin argumentar el porqué de estas frases lapidarias. Solo epístolas, cual evangelio independentista, repetidas hasta la saciedad como quien deja un disco rayado dando vueltas durante horas, para que quede grabado en las mentes de sus futuros plebeyos.
Entre discurso y discurso cuyo único objetivo es la independencia, Catalunya se desangra por los cuatro costados. Ni Carme Forcadell ni ningún otro político separatista mira hacia el "país" en busca de soluciones para solventar los temas más urgentes. No hacen nada para levantar una sociedad que se hunde cada vez más en las arenas movedizas soberanistas de las que no encuentran una cuerda donde agarrarse. Una salvación que solo el ‘enemigo’, España, es el único que tiende una mano, aunque débil, para que no caiga en la quiebra "la tierra del condado de Barcelona, llamada Catalunya, donde está la plana de Urgell, que por su grande fertilidad fue llamada comunmente por los antiguos granero de España." (Bosch, A. (1628) Summari, índex o Epítome dels admirables y nobilíssims títols de honor de Cathalunya, Rosselló y Cerdanya y de les gràcies, privilegis, perrogatiues, preheminencies, llibertats e immunitats gosan segons les pròpies y naturals lleys. Perpinyà)