Odios

Publicado el 22 septiembre 2015 por Salva Colecha @salcofa
«El miedo es el camino hacia el lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira lleva al odio, el odio lleva al sufrimiento. Percibo mucho miedo en ti. » Yoda a Anakin Skywalker

El odio es una de las fuerzas que mueven al mundo. Es el resultado al miedo a lo desconocido, la amenaza, el peligro. Es una emoción inútil para el que la sufre pero que, conducida adecuadamente, tiene la peculiaridad de tumbar nuestra percepción de estabilidad y transformarnos en irracionales. Algo va mal, creemos, y a partir de ahí ya se ha desencadenado la espiral. Por desgracia es algo que estamos viviendo a diario. Estamos sin saberlo, empezando a generar y sentir miedos en cantidades industriales y veremos a donde puede llevarnos esto, igual el Maestro Yoda no estaba desencaminado y vamos todos derechitos de cabeza al Lado Oscuro.

El odio es un sentimiento sofisticado, nace del miedo, de la envidia, de la insatisfacción elevada a niveles estratosféricos y hace que nos volvamos iracundos, desconfiados agresivos e irracionales. En el siglo XX podemos encontrar ejemplos de lo poderoso que puede ser el odio como arma psicológica si se sabe como manejarlo. Recordemos como Hitler y su panda acabaron con millones de personas generando odio a los judíos.

Estos días hemos visto imágenes terribles en las fronteras de Europa. Horrores que si pasamos a blanco y negro colarían como fotos de finales de los 30 o mediados de los 40’s, llenas de miedo, horror y desesperación, trufaditas con algún rostro de “autoridad” que empieza a resultar inquietante. Algunos nos hemos desconcertado al ver como se trataba a las personas – humanos como tú o como yo- que intentaban pasar a la otra parte de una raya que sólo existe en nuestras mentes o mejor dicho, en las mentes de algunos a los que les resultan más que útiles. Otros, en cambio, puede que no hayamos hecho ni caso, simplemente porque estamos más que acostumbrados a esos tipos de espanto. Esa es la rendija por donde pretenderán entrar los que se valen del miedo para malear voluntades. Transforman el miedo en odio por ambas partes, los unos por aquello del ”miedo a lo desconocido” encarnado en aquellas gentes que perderán la paciencia al ver como se les niega el pan y la sal, y acabarán cometiendo alguna tontería. Agítese con un poco de amarillismo informativo .. et voliá”! El rio revuelto está sembrado, sólo falta la ganancia de pescadores. Al final siempre es lo mismo, la historia se repite. Unos pocos enfermos (como Rosemberg en sus diarios) se ponen a pensar por todos y habremos vuelto al la II GM y el Nazismo, eso sí con Ipads, Tweeter y todo el lote.

El odio actúa como una enfermedad contagiosa que gana las batallas en silencio pero que se cura, cultivando la empatía. El proceso siempre es el mismo, sencillo. Empezaremos tomando como base a una población con la autoestima bastante pachucha y con un cierto complejo de inferioridad. Acabaremos de limarles las cosas que les mantienen unidas y los hacemos competir entre ellos. Les el susto en la sangre diciendo que estos tienen la culpa de todo, hasta de que llueva, que si son unas alimañas que vienen a quedarse con todo, que si no cabemos todos… (verdad que nos suena?). El resto ya viene solo, acabamos generando rabia, ira y odio y en esas circunstancias saltamos sobre ellos como tigres de bengala, psicópatas perdidos, ya no razonamos y no pararemos hasta acabar con “el enemigo”. Decidme si esos no podemos ser nosotros mismos, cumplimos con el perfil de los aspirantes a odiosos. Andamos pachuchillos al ver que no levantamos cabeza, hemos perdido la fe en las instituciones y en todo lo que creíamos, unos orates siembran la discordia entre nosotros (en un sentido o en otro, ¿qué más da a estas horas?). Espero que no nos dejemos llevar por una senda tan peligrosa.

Por suerte creo que todavía somos capaces de discernir la realidad y no dejarnos arrastrar de nuevo por los generadores de odios infundados. Aunque no se yo como acabaremos si seguimos dejando que continúe la campaña de idiotización en la que nos tienen inmersos. Un sistema educativo que hace aguas y una programación televisiva que no las hace precisamente si lo que se pretende es conseguir una generación de descerebrados. Saben que los seres humanos somos unos animalitos que siempre actúan según una lógica, pero esa lógica puede ser errónea, ahí está el problema, en que si se está manipulando esa óptica interesadamente para que nos sacudamos, como en “Los inmortales”, hasta que sólo quede uno. ¿Vamos a permitir que eso ocurra de nuevo?