Este más que modesto relato está dedicado a Arturo, un amigo argentino, gran contador de anécdotas porteñas que desde hace un tiempo está muy delicado de salud. Con todo respeto, les pido que, en vez de dejar un comentario aquí, le brinden una palabra de afecto, un abrazo virtual, en su blog, seguramente lo va a poner muy feliz cuando retorne a su casa. Basta con hacer clic sobre su nombre. Muchas gracias, amigos, y perdón por el atrevimiento.
Este más que modesto relato está dedicado a Arturo, un amigo argentino, gran contador de anécdotas porteñas que desde hace un tiempo está muy delicado de salud. Con todo respeto, les pido que, en vez de dejar un comentario aquí, le brinden una palabra de afecto, un abrazo virtual, en su blog, seguramente lo va a poner muy feliz cuando retorne a su casa. Basta con hacer clic sobre su nombre. Muchas gracias, amigos, y perdón por el atrevimiento.