Mira que puede ser puñetero el lenguaje. Tanto como para cambiar el modo en el que percibimos y nos movemos por la realidad.
Si hay una ley que he disfrutado conociendo más que ninguna otra ésa es la ley de la oferta y la demanda. Me encanta cómo con un par de principios básicos es capaz de describir y predecir comportamientos que son exclusivamente humanos con la precisión que describen las leyes de la física los movimientos de los objetos. La ley de la oferta y la demanda ya la he repasado en este mismo blog, pero siempre se pueden repasar los dos grandes movimientos de dinero, mercancías y servicios en los que se asienta (y que le dan nombre). La oferta es aquello que realizan las empresas grandes y pequeñas, toda clase de negocios que nos ofrecen bienes y servicios que producen cada día. Bienes y servicios, que para que tengan salida en el mercado se deben corresponder con algo que nosotros, el público hemos demandado: queremos escuchar música por la calle, unas vacaciones inolvidables o algo que hacer este viernes por la noche.
Las marcas, empresas, fabricantes, ofrecen conscientes de que se encuentran en un entorno competitivo. Tienen otras marcas ofreciendo lo mismo a su alrededor y tienen que asegurarse de que entre toda la competencia las elegimos a ellas. Por eso hacen todo lo posible por destacar: se ponen guapas, nos dicen todo lo que saben hacer y lo bien que lo hacen y también escuchan lo que quieren aquéllos que las van a escoger. Por su parte, nosotros demandamos, somos firmes y exigentes, no nos dejamos engañar por cualquier argucia del marketing y, si el compromiso es significativo, miramos, remiramos, buscamos en algún foro y volvemos a mirar.
¿Y el mercado de trabajo? Cualquier economista os contará que funciona como cualquier otro mercado, con oferta y demanda pero, ¿tenemos claro quién es quién? Suerte que el lenguaje es claro y nos da la respuesta. Una empresa siempre ofrece trabajo, por medio de ofertas de trabajo, incluso cuando tenemos suerte diremos "me han ofrecido un puesto en..." En cambio nosotros demandamos más trabajo y mejores condiciones laborales. Facil ¿o no? Quizás el lenguaje, puñetero como es, nos está jugando una mala pasada.
Pensadlo así, si las empresas ofrecen trabajo y nosotros lo demandamos bastaría con pagar a la empresa lo que pide por esa oferta de trabajo y podríamos acceder a ella. Sin embargo no es la empresa quien pide dinero, sino quien lo ofrece. Menudo lío, entonces ¿quién ofrece y quién demanda qué? Pensemoslo al revés: Las empresas no ofrecen trabajo, demandan un trabajador. Y no uno cualquiera, como nosotros con los productos, son exigentes y quieren que sepa programar, conocimientos del mercado asiático y un inglés fluido hablado y escrito. Para saciar esa necesidad tienen una amplia oferta de trabajadores que quieren ese puesto. Trabajadores que ofrecen su capacidad de trabajar, de desempeñar esa tarea que se les demanda, en definitiva: que ofrecen un servicio. O sea, que la ley de la oferta y la demanda para el mercado de trabajo funciona al revés de lo que nuestro lenguaje parece indicar. Curioso, ¿no?
¿Y cómo nos afecta este engaño del lenguaje? Tengo la impresión de que mucho. Pues veo muchos compañeros que demandan trabajo, exigen mejores condiciones, un mejor horario, un lugar de trabajo, etc. ¿Por qué no darle la vuelta a esta aproximación? Supondría ser conscientes, como esas empresas que luchan por vendernos la leche, de que estamos en un entorno competitivo, en el que hay más gente ofreciendo lo mismo que nosotros (la capacidad de trabajar) y que si queremos que nos elijan a nosotros debemos asegurarnos de presentarnos como la mejor opción que esa empresa puede elegir, en vez de demandar la mejor opción posible para nosotros. ¿Cambiaría nuestra capacidad para encontrar trabajo con este otro enfoque? No lo sé. Pero sí que sé otra cosa: cuando te das cuenta de que en el mercado de trabajo eres tú el oferente y no el demandante, eres consciente de que no te queda más remedio que presentarte como la mejor opción, y resolver ese acertijo es igual de difícil (o fácil) a sueldo de una empresa que por tu cuenta, con la diferencia de que ahora que conocemos el truco tenemos más posibilidades para pensar cómo podemos llegar a ser esa "mejor opción".