Fin de la trilogía del Baztán. Fin de una saga de tres novelas que me han hecho pasar unos ratos extraordinarios. Fin de pasar las noches en vela y de tener los sueños ligeros para que nadie se robara mi aliento. Fin de escuchar aquello de "duerme pequeña zorra, la ama no te comerá esta noche", y enroscarme en las sábanas como un canalón de carne cobarde.
Como ya comenté con la primera entrega, El guardián invisible, y la segunda, Legado en los huesos, jamás pensé que una señora que se llamara Rosario me haría pasar tanto frío.
En esta última novela que cierra la saga, la autora ha conseguido que no decayera la tensión, el hilo, el misterio y el miedo inoculado entre fibras con que nos había regalado en las dos primeras partes, algo extremadamente complicado cuando se trata de una trilogía. Aunque, y como he escuchado decir a la propia autora, en realidad es una novela larga que ha partido en tres para acercarla al público, algo que la editorial Destino debe haber agradecido todos los días desde que publicó la primera página de las cerca de mil quinientas que ocupa toda la historia.
Esta novela no puede leerse sin haber hecho lo propio con las otras dos, pues en realidad es el desenlace de muchos cabos que quedaron sueltos en las dos primeras, por lo que no pienso desvelar nada en esta reseña.
Solo quisiera decir una cosa, y es que me sorprendió, mucho. No con el "malvado secreto", a quien descubrí apenas en las primeras páginas de esta tercera entrega (algo que me hace sentir bien porque no es nada fácil, y fue más bien una intuición propia que un error o atisbo de información de más por parte de la autora), lo que me sorprendió fueron algunos incidentes de la trama que no esperaba, y especialmente el manejo hábil de los géneros por parte de la señora Dolores Redondo. En un momento de la narración llega a transformar una novela policíaca que roza el género de lo fantástico y el terror en una novela rosa, o como las llaman ahora, eróticas..., algo que me molestó bastante mientras avanzaba por esas líneas salpicadas de sudor, babas, semen y ñoñerías, pero que al final fueron claves para entender qué y porqué estaban ocurriendo las cosas de esa forma.
Con unos personajes de una fuerza absoluta, encabezados por la protagonista Amaia Salazar y seguidos por cada miembro de su familia (a cual más complejo), el séquito de policías, los "malos", el río, que es un personaje más, así como Elizondo y el valle del Baztán, el clima, los fantasmas, y los seres mitológicos del imaginario navarro, la novela se dota de una potencia que es una gozada para cualquier lector.
Sin duda, os la recomiendo encarecidamente comenzando por la primera entrega.
Como decía durante estas líneas, he intentado ser muy cuidadoso en no desvelar nada de la trama, pero sí me gustaría proponer algo, y es que todos los lectores hiciéramos un escrache frente a la vivienda de Dolores haciendo "uuhhhh" o arrastrando cadenas para tenerla unos días sin dormir, así sabría lo mucho que hemos gozado nosotros durante todas estas noches de insomnio pegados a sus letras.
Felicidades, Dolores Redondo. ¡Chapeau!
Una mujer denuncia que la muerte súbita de su nieta, oficialmente una muerte de cuna, le parece sospechosa tras el comportamiento extraño del padre de la niña, que ha sido detenido cuando intentaba robar el cadáver pronunciando palabras inconexas acerca de entregar a su propia hija. El bebé tiene unas marcas rojizas en el rostro que indican que ha habido presión y parece claro que ha sido asesinada. La abuela de la pequeña habla de una criatura mágica de la zona, un ser maléfico, causante de las pesadillas que producen en el durmiente una inmovilización que les impide despertar. Se trata del inguma, el ser que arrebata la vida durante el sueño. La investigación de este caso llevará a Amaia y a su equipo a descubrir algunas irregularidades en casos parecidos que se produjeron en el valle en el pasado, demasiados casos en una zona relativamente pequeña. Y entonces, trasladado por orden del juez Marquina, el asesino Berasategui aparece muerto en su celda, tras un coma inducido por una droga que alguien ha tenido que facilitarle. Trepidante y estremecedora, la trama se acelera hacia una resolución sorprendente, en la que Amaia debe enfrentarse al auténtico origen de los sucesos que han asolado el valle del Baztan. Y mientras una impresionante tormenta de nieve parece querer sepultar una verdad demoledora.