Mi intención era la de escribir un artículo acerca del rancho que, lamentablemente, permanece en la cabeza de muchos de mis colegas de nacionalidad, el termino compatriota paso a mi léxico de palabras vulgares hace muchos años. Pero, la visita del Presidente Chino Xi Jinping (para que no quede duda, este lo escribo con P mayúscula, el de acá, ya que según él es pueblo, es simplemente el “presi”) me hizo reflexionar sobre las supuestas bondades del Imperio Chino, ensalzadas por el anti gobierno en varias declaraciones.
Ya desde los comienzos de la era cristiana, eso de los Imperios era un tema que daba mucha tela para cortar a la hora de debatir. Los romanos, por ejemplo. Una de las máximas aspiraciones de la época era, dadas las claras bondades inherentes a ser un ciudadano de pleno derecho de su Imperio, formar parte de él. Esto continúo siendo casi que una constante a lo largo de la historia y a través de los sucesivos grupos que se abrogaron para si el término, concluyendo con el Imperio Británico, voz mandante en el siglo XVIII y XIX, quien haya visitado Hong Kong recientemente puede comprobar el arraigado sentido de pertenencia a la corona inglesa profesado por sus moradores y nuestros “enemigos” del Imperio gringo, titulares de la corona imperial durante el siglo XX, que siendo blanco de todos los improperios de cuanto aspirante a redentor aparece en el mundo, sigue siendo la segunda nacionalidad más buscada por todos. Le corresponde a los Chinos la batuta purpurea en estos albores del nuevo siglo y por lo visto, las cosas no han cambiado mucho en estos dos mil años.
Según el presi, cito textualmente, “Podemos decir que por primera vez surgió una superpotencia que no es imperialista”. Si bien es cierto que todos estamos conscientes de su, por demás evidente, incapacidad intelectual, en esta ocasión se le paso la mano en lo de ignaro. La condición de superpotencia es inseparable de la condición de Imperio, si nos atenemos al hecho histórico.
A eso debemos añadir que pretenda vernos la cara de “vrutos” (con v y no con b, como corresponde al nivel de incapacidad del declarante), cuando dijo en la Clausura de la XIII Comisión Mixta de Alto Nivel Venezuela China, celebrada en Caracas: “El financiamiento no le pone a nuestra patria una deuda pesada, es un financiamiento que es respaldado por una fórmula de producción y suministro de barriles petróleo que ya va por 524.000 barriles diarios a China. Quiere decir que es una fórmula virtuosa que permite financiamiento y desarrollo y no crea deudas pesadas como los viejos sistemas”. Olvidando el ligero detalle que dicho financiamiento implica que ahora habrá que elevar el suministro a casi el doble con la subsecuente reducción de los ingresos para el país.Mientras los chinos continúan expandiendo su imperio, nosotros, en vez de ir tramitando la nacionalidad china, como corresponde para poder disfrutar de sus bondades, perdemos el tiempo lamiendo los zapatos del Presidente. ¡Oh!, el imperio. ¡Yo quielo mi pasapolte! Arturo Neimanis