Oh Señor Jesús, pues la lepra me consume
¡ten piedad de mí!
Señor de los leprosos y rey de los gusanos
ya que tengo el labio destrozado
y el brazo convertido en muñón
y la baba de los días quema mi esperanza
¡ten piedad de mí!
Yo que ni hijos ni mujer merezco
aquí, en la isla de Molokai
viendo cómo cae al suelo mi carne,
rezo para ver tu cara,
también consumida por la lepra.
Tú que eres mi mujer y mis hijos
ya que es lo único que puedo yo ofrecerte
te ofrezco, laurel y cirio,
mi muerte.
"Piedra negra o del temblar"
Leopoldo María Panero
Ed. El Ángel Caído, 2010