Ojeada general sobre España (I)

Publicado el 23 septiembre 2020 por Monpalentina @FFroi


Las cadenas de montañas que atraviesan toda la Península y los profundos ríos que separan algunas partes de ella han contribuido durante muchos años, como si fuesen murallas y fosos, a cortar la comunicación y a fomentar la tendencia al aislamiento, tan común en los países montañosos, donde no abundan los buenos caminos y los puentes. Una circunstancia semejante hizo que el pueblo de la antigua Grecia se dividiese en pequeños principados, tribus y familias. Asimismo, en España, el hombre de una comarca, siguiendo el ejemplo de la naturaleza de que está rodeado, tiene poco de común con el de la comarca vecina; y estas diferencias se han aumentado y perpetuado por los antiguos celos y las inveteradas malquerencias que han persistido tenazmente en regiones pequeñas y contiguas.

El término general "España", conveniente para geógrafos y políticos, parece hecho para despistar al viajero, pues sería muy difícil afirmar una cosa por sencilla que fuese de España o los españoles que pudiera ser aplicable a todas sus heterogéneas partes. Las provincias del noroeste son más lluviosas que Devonshire, mientras que las llanuras del Centro son más secas que los desiertos de Arabia, y los litorales del Sur y Levante semejan totalmente a Argelia. El rudo agricultor gallego, el industrioso artista catalán, el alegre y voluptuoso andaluz, el taimado y vengativo valenciano, son tan esencialmente distintos entre sí como otros tantos personajes de una mascarada. Será más conveniente en todo caso al turista estudiar cada provincia aislada y analizarla en detalle, prosiguiendo las observaciones de sus particularidades, sus características sociales y naturales o la idiosincrasia de cada región, en particular, que la distingue de sus vecinas. Los españoles que han escrito su geografía y estadísticas, los cuales lógicamente pensando, habrán de conocer perfectamente su país y sus instituciones, han encontrado prudente admitir este sistema, teniendo en cuenta la imposibilidad de tratar a España (donde la unidad no es unión) como un conjunto.

No hay rey de España: entre la infinidad de reinos que aparecen en las listas, el de "España" no figura: consta Rey de las Españas, Rex Hispaniarum, no Rey de España. Felipe II, llamado por sus contemporáneos el Prudente, deseando unir a sus heterogéneos súbditos, después de consolidar su dominio con la conquista de Portugal, trató de llamarse rey de España, como en realidad era; pero esta alteración no estuvo al alcance de su despotismo, por oponerse a ella resueltamente Aragón y Navarra, que nunca perdieron la esperanza de sacudir el yugo de Castilla y recobrar su antigua independencia, mientras que las provincias de la vieja y la nueva Castilla rehusaban comprometer en modo alguno su derecho de preeminencia. Estas provincias, antiguamente como ahora, tornaron la primacía en la nomenclatura: castellano es sinónimo de español y de la cepa más genuina. Castellano a las derechas significa ser español hasta la médula; hablar castellano es la expresión más correcta para decir que se habla español. España estuvo mucho tiempo sin la ventaja de una metrópoli fija como Roma, París o Londres, que han sido capitales desde su fundación, y reconocidas y consideradas como tales.


Richard Ford
Hispanista ingles (Londres, 21 de abril de 1796-Exeter, 31 de agosto de 1858)
1844 Manual para viajeros por España
1846 Cosas de España