vaivén de las olas a través de la roca perforada, puerta natural entre los dos litorales.¿Veis? Ese es el camino por el que vamos a bajar. Con cuidado, que es muy pino y
podemos dar un resbalón. Nada de correr. Y, para cuando lleguemos, la marea estará tan baja que atravesaremos el ojo de Dios a pie, como si cruzáramos un arco.El mayor se levantó de un salto, seguido por su hermano. ¿Bajamos ya?Sí, pero tenéis que prometer que no os vais a lanzar a la carrera. Y que no os vais a chinchar. Vale, mami, responde el pequeño, inquieto, tironeando de su mano. Es que lo que yo quiero es llegar ya a la playa, ésa donde los hombres están desnudos.
Para Dácil
Texto: Ana JoyanesIlustración: Laura BécaresNarración: la Voz Silenciosa