'Ojos de agua', de Domingo Villar

Publicado el 14 julio 2013 por Carm9n @Carmenyamigos
Hallazgo. 1. Descubrimiento, invento o encuentro. 2. Lo que se halla, en especial si es de importancia.
¡Hola, amig@s!
Tras la lectura de Los hijos del mar de Pedro Feijoo, la verdad es que me quedé con ganas de más lecturas situadas en mi tierra. Y Ojos de agua, de Domingo Villar, ha sido todo un hallazgo. Un descubrimiento tardío por mi parte ya que la novela fue publicada en el 2006. Desde entonces ha cosechado varios premios y se ha visto respaldada por los lectores, como lo demuestra las numerosas ediciones que lleva.    
"Toralla era una isla pequeña. Unas pocas mansiones, playas y naturaleza en menos de veinte hectáreas frente a la zona residencial más exclusiva de la ría. Sin embargo, lo más peculiar de aquel pequeño paraíso era que, durante los años de esplendor del feísmo urbanístico, se había construido en ella una torre de veinte plantas rompiendo la originaria armonía que la isla había conservado hasta entonces. Caldas siempre había pensado que, de haberse edificado cinco siglos antes, la visión de aquella mole habría bastado para espantar a Francis Drake y devolverlo con sus filibusteros a Inglaterra." 
En uno de los apartamentos de la Torre de Toralla es encontrado asesinado de modo terriblemente cruel Luis Reigosa, joven saxofonista homosexual cuyos ojos azules, ojos de agua, dan título a la novela. El músico trabajaba por las noches en el Grial, lugar con música jazz en directo, y por la tardes daba clases en el conservatorio. Aparentemente no parece que nadie desease su muerte. Aparentemente.
  

Isla de Toralla (Vigo, Galicia)

El reservado e introvertido inspector Leo Caldas, gallego de pura cepa,  y el grandote e impulsivo agente Rafael Estévez, maño recién llegado a Galicia, será el equipo investigador. Los dos forman un tándem único y sus distintos modos e idiosincrasias personales traerán consigo diálogos y situaciones realmente divertidas. Estévez, que no acaba de entender el decir sin decir, las respuestas con otra pregunta y la retranca de sus nuevos conciudadanos, es la figura que marca el contraste con las maneras gallegas. 
Estos dos personajes, el irónico sentido del humor y el encantador costumbrismo de sus páginas hacen de esta novela una lectura de lo más agradable. Recorremos tascas y tabernas y con la brisa del mar en la cara, entre percebes, pulpo, sardinas y vino de la comarca y alguna visita profesional a lugares de ambiente, iremos conociendo a Caldas y Estévez y desentrañando la trama de ambición, pasión y venganza que esconde el asesinato de Luis Reigosa.       

Domingo Villar (Vigo, 1971)

¿Le pongo un pero a la novela? Pues se lo pongo. La agilidad de la narración con capítulos cortos y frecuentes desplazamientos de los investigadores, el sentido del humor que generan las dos maneras de ser y actuar de Leo y Rafael, el suspense de los avances de la investigación,... todo ello me llevó a literalmente devorarla en apenas una tarde. El pero es, por tanto, la brevedad de sus ciento ochenta y siete páginas. Me he despedido con pena de este par de dos. Por suerte pronto me reencontraré con ellos en La playa de los ahogados.
"Cuando Leo Caldas se incorporó para sacudirse, contempló los ciento treinta kilos de ayudante en calzoncillos, que cruzaban corriendo la extensa bajamar de Lapamán. Viéndolo entrar en el agua salpicando como un caballo al galope, recordó las fanecas bravas.
Estévez salió del agua blasfemando, manteniendo el equilibrio sobre una sola pierna. Con las dos manos se sujetaba el pie de la otra."
¡Gracias por estar ahí y por vuestros comentarios! Nos leemos...