Hace poco iba por la calle de camino a la universidad, y sin querer me encontré escuchando un pequeño fragmento de la conversación de unos jóvenes. No los conocía, claro, pero las palabras de uno de ellos e dejaron pensativo.
“Ojos que no ven, corazón que no siente” —fue lo que dijo uno de ellos.
Había oído la frase mil veces antes, pero por algún motivo en ese instante me sentí intrigado por su tan polémica aseveración.
Según mi sentido de la lógica, aquella afirmación aseguraba que todo aquello que no somos capaces de ver o de lo que no tenemos conocimiento no nos puede crear ningún mal o disgusto.
¿Era aquello cierto?
Por una parte no podía dejar de pensar que aquello era una frase de auto-consuelo para quienes no tenían el más mínimo interés por los sentimientos de una persona cercana, como aquel que engaña a escondidas a su pareja o roba en secreto a su jefe. Era absurdo considerarlo, sin embargo lo hice, y me di cuenta que aunque mi moral me impedía estar de acuerdo con aquel dicho popular, la verdad era que su fundamento era procedente.
Si alguien actúa en tu contra, pero tú no lo sabes, simplemente no te afecta. ¿Cómo podrías sentir algún tipo de emoción por algo de lo que no eres plenamente consciente? ¿Puedes llorar por alguien que no sabes que ha muerto? ¿Puedes sentirte traicionado por quien no sabes que te ha mentido?
A mi pesar aquella frase era verdadera, no somos capaces de sentir nada ante algo que desconocemos, o como mucho, no tenemos en cuenta. Pero esto no significa que la traición a escondidas sea la respuesta más prudente en todo caso. El estudio de estas ideas implica muchas más connotaciones morales y de valores, pero eso es tema de otro post. Así pues, como ultima conclusión solo creo, o quiere creer, que la sinceridad no se expresa mientras las personas nos observan, sino cuando no lo hacen.
AndEverdeen.