OktoberFest: cuando la regla es la excepción

Publicado el 28 octubre 2015 por Fullde95 @Zandra_Fdez
Llegamos a la Colonia Tovar el pasado viernes bajo una lluvia torrencial, que no nos permitía ver la posada a diez metros de distancia. Una vez en la habitación de la posada, donde permanecíamos sin poder hacer nada por la lluvia, se fue la luz. No nos sorprendió. Volvió la luz casi media hora después, eso sí nos sorprendió, esperábamos que tardara más.
Como la lluvia no lo había permitido, bajamos bastante tarde a cocinar una parrilla. Según las reglas de la posada no se podía estar en el área de la parrillera después de las diez, por eso con un alto sentido del servicio al cliente nos cortaron la luz del área después de la hora indicada. No importó  que la lluvia hubiera retrasado la llegada del grupo, que algunos casi no hubieran podido llegar; aquí la luz se apaga y los detalles son su problema. De nuevo, no nos sorprendió.
A la mañana siguiente, cuando nos disponíamos a desayunar y arreglarnos para ir al OktoberFest, descubrimos que no había agua. Cuando le preguntamos al personal nos informaron que se había roto una tubería, pero que ya habían solventado el problema, que lo único era esperar que se llenara el tanque. Durante el fin de semana no hubo agua caliente en nuestra cabaña. Por supuesto, no nos sorprendió.

Foto tomada de @OktoberfestC_Tovar


Aunque el inicio del viaje no había sido muy ameno con nosotros, nos fuimos con los mejores ánimos al evento. Nos pasaron buscando unas unidades de trasporte previstas para eso, a la hora que las solicitamos. No conforme con eso, teníamos que hacer el canje de las entradas y no había cola para retirarlas. Por si fuera poco, había personal suficiente para revisar a la gente y organizarla para entrar.Dentro del evento nos topamos con las típicas colas para comprar tickets y cervezas, pero nada demasiado grave, hasta que nos encontramos con un punto de venta caprichoso, nativo del país potencia turística, que se quedó sin línea. Temí lo peor, tan poco había durado la ilusión, sin embargo el responsable resolvió rápido la situación y no llegó a mayores.
La tarde-noche transcurrió de lo mejor, la comida y la bebida fueron excelentes, no hubo problemas, ni peleas, todo era buena vibra y buen trato. Antes de salir estábamos sorprendidos de lo bueno que era el montaje, la organización, el ambiente, y un alemán increíble que cantó desde Rolling Stone hasta La Bamba. Esto, sí nos sorprendió.

Foto tomada de @OktoberfestC_Tovar



DOC
Todo este episodio me recordó que hace poco más de un mes asistimos al Restaurante DOC en Los Palos Grandes por un festival de hamburguesas que organizaron. Aunque el festival era el sábado y fuimos el domingo, tuvieron la generosidad de prepararnos las hamburguesas especiales que tenían.
Por otra parte, cada cosa que nos servían tenía como antesala la procedencia de los productos, y resulta que no eran de Dinamarca, Suecia, ni Francia; los productos eran venezolanos, eran de Los Teques, de Margarita, de la Colonia Tovar, etc.
Y usted, se preguntará qué tiene que ver el OktoberFest con DOC, pero resulta que ambas historias tienen algo en común, nos sorprende que nos atiendan bien cuando vamos a un sitio, que un evento esté bien organizado. Es una rareza consumir productos venezolanos, es toda una extravagancia que un mesonero haga bien su trabajo o que tenga capacidad de resolver, como profesional de su oficio.
Es lamentable, pero vivimos en un círculo de desmotivación, de falta de atención al otro, y no es que no haya motivos para ello, de hecho sobran los motivos. Por eso, es que me parece tan importante la movida que se ha formado en cuanto a la cerveza artesanal, el esfuerzo del sector gastronómico por innovar y aportar, la reivindicación de lo nuestro pero con calidad, no lo nuestro de cualquier manera.
Para finalizar, este post es para esa gente que rompe el círculo, para la que no se rinde y sale todos los días a superar lo que le rodea, esa gente que no se deja llevar por la corriente de la desesperanza, los que demuestran que sí se puede, aunque nadie los cuente en la lista de los héroes o de los que luchan.