Olivarda, la conquistadora

Por Javiermunilla

A finales del verano y principios del otoño en las cunetas de las carreteras y, sobre todo en las de la autovía, podemos observar las amarillas inflorescencias de la Dittrichia viscosa.
Una planta que ha llegado a nuestra comarca, en el centro de Península Ibérica, por sus propios medios desde la costa mediterránea como veremos más adelante.

Sorprende su abundante floración, justo cuando la mayoría de las especies han concluido ya el ciclo biológico. Esto hace que esta planta sea muy valorada como fuente de alimento por muchos insectos y, por tanto, es una planta muy visitada por los insectos en esta época del año. Indiscutiblemente en estos meses la Dittrichia viscosa se convierte en la planta más vistosa de los espacios más pobres.

La Dittrichia viscosa es una planta perenne de base leñosa, de olor fuerte, glandulosa-pegajosa, de hasta 1,5 m de alta, robusta cuyas hojas superiores abrazan parcialmente el tallo, con frecuencia ramificado, de follaje denso, por arriba velloso. Hojas alternas, oblongo-lanceoladas, de 3-7 cm de largo y 6-12 mm de ancho que reducen su tamaño hacia arriba, a veces dentadas, las superiores sésiles, semiabrazadoras, tomentosas en el envés y por supuesto pegajosas, llenas de pelillos glandulares que exudan dicha sustancia pringosa. La existencia de estas protecciones le asegura un carácter combativo y una alta resistencia. 

Tan eficiente protección le ayudará también a controlar su régimen hídrico, ya que estas hojas son capaces de reflejar la radiación y reducir la transpiración. La Dittrichia viscosa pertenece a la familia de las compuestas, de modo que lo que vulgarmente llamaríamos flor es en realidad un gran conjunto de flores agrupadas en capítulos, que a su vez se reúnen en cabezuelas o panículos que forman una única estructura. Cabezuelas reunidas en una inflorescencia espigada, alargada, piramidal, de muchas flores. Capítulos florales de 10-20 mm, con lígulas más largas, de 6-8 mm de largo, claramente más largos que las brácteas involucrales. Estas agrupaciones florales son de un atractivo color amarillo-dorado. Lengüeta de 5-7 mm de largo. Flósculos naranjas amarillentos, hermafroditas. Frutos aquenios peludos de hasta 2 mm de largo, de color beige a pardo y con vilano de cerdas rígidas y ásperas en una única hilera sobre un marcado anillo basal. La base leñosa les otorga resistencia a las agresiones.


Un ciclo biológico tan distinto a la mayoría de las hierbas no es casual, ya que durante estas fechas son escasas las plantas con flores tan llamativas, y esto le proporciona, como hemos comentado, la máxima atención por parte de los insectos polinizadores más rezagados y atrayendo con ellas también insectos depredadores y beneficiosos para los huertos tales como los chinches (Nesidiocoris tenuis, género Dicyphus) y gran variedad de insectos pertenecientes a la familia de los miridae que depredan entre otras las polillas del tomate o la araña roja, que todavía necesitan las reservas que ofrece la Dittrichia viscosa para pasar el invierno, lo cual garantiza la reproducción de la planta.

Además, tras la floración de ella surgen una increíble multitud de semillas que, ayudadas por sus plumosos vilanos, se esparcirán con el mínimo soplo de viento. Las semillas son transportadas por el viento a lo largo de grandes distancias (Anemocoria). Y quizá sea este el factor que mayor éxito evolutivo le haya supuesto porque aunque su origen es propio de la cuenca mediterránea, su increíble capacidad de adaptación a medios difíciles y la fácil dispersión de sus semillas, han hecho que la Dittrichia viscosa haga acto de presencia en prácticamente todos los continentes allá donde haya un medio apropiado para ella, lo que le ha llevado a ser catalogada de planta invasora a erradicar, y casi imposible de controlar a gran escala, para evitar su expansión en detrimento de otras especies locales.

Pero no todo el mérito de su conquista territorial radica en su sistema de dispersión ya que la Dittrichia viscosa emplea las sustancias químicas que emite para la preparación del terreno. Las sustancias que segregan sus hojas inhiben la germinación de otras semillas, eliminan competidores y facilitan su consolidación. No deja de ser sorprendente la resistencia ante posibles competidores o ante su depredación por parte de herbívoros, que la rechazan invariablemente por muy hambrientos que estén ya que la Dittrichia viscosa emite un olor parecido a las cistáceas poco agradable o incluso repelente para sus posibles consumidores.

Su aroma recuerda al ládano de la jara pringosa, Cistus ladanifer. Pero hay más semejanzas entre la jara y la Dittrichia viscosa, ya que ambas están perfectamente adaptadas a la presencia del fuego. De hecho, son considerada pirófita, ya que arden con facilidad fomentando el fuego a sabiendas de que sus semillas, rodeadas de una dura cubierta, cutícula, resistirán fácilmente las altas temperaturas y fructificaran abundante y profusamente tras el incendio, comportándose como una especie verdaderamente pionera y colonizadora del nuevo medio acontecido, de manera que serán las primeras en germinar y establecerse, mientras que para otras muchas especies menos adaptadas supondrá la desaparición.

La Dittrichia viscosa crece en terrenos baldíos, removidos, generalmente bordes de caminos o campos de cultivo roturados. Originalmente es una planta que crece en terrenos húmedos, con gravas o arenas, en los fondos de barrancos, bordes de ríos y en general terrenos inestables y cambiantes. Sin embargo, por ser similares a estos también se desarrollan bien en superficies yermas, recién removidas y desprovistas de vegetación con incluso mayor predilección que sus lugares de origen, lo que ha propiciado su expansión a las zonas rurales.

Su denominación científica fue ardua, pues ha pasado por innumerables enredos relacionados con la nomenclatura botánica., su nombre Dittrichia viscosa proviene de Dittrichia en honor al botánico alemán Manfred Dittrich. Aunque hasta hace pocos años se conocía como Inula viscosa. No obstante, originalmente fue llamada Erigeron viscosa, nombre que pronto fue modificado por Pulicaria viscosa y más adelante por Cupularia viscosa. Podemos observar que lo nunca ha cambiado es la denominación viscosa, término que proviene del latín “viscum” y que significa “pegajoso”, en clara referencia a las cualidades de sus hojas.


Como curiosidad comentar que el calificativo "Inula" tiene que ver con Helena de Troya. Ya que cuenta la leyenda que el día que Teseo raptó a Helena, de la tierra donde cayeron sus lágrimas brotaron flores de esta planta.

El nombre de "olivarda" viene dado porque en muchas poblaciones del mediterráneo es utilizada como protectora de las aceitunas, porque en ella suele reproducirse e invernar el Eupelmus urozonus que es una especie de avispa depredadora de la mosca del olivo, Bactrocera oleae, y su presencia sirve de control natural de esta plaga tan dañina para los olivares. Aunque la lucha integral se toma su tiempo y habrá que tener paciencia para ver los efectos que genera el fomento de la olivarda ante una plaga de mosca de la aceituna, ya que se habrá de completar un ciclo completo de cuatro a cinco años. Su relación simbiótica es como un martillo pilón; lenta, pero tremendamente eficaz. También se ha comprobado su eficacia en asociaciones de cultivos con cítricos contra la Phyllocnistis citrella, así como con encinas contra LaIscheria ekebladella.

Observaciones hechas en Grecia muestran que en olivares renovados en los que se eliminó la olivarda fueron atacados por la mosca del olivo y la producción cayó de forma alarmante. Después de la reintroducción de la olivarda, hay que esperar de 4 a 5 años para que el ciclo de la planta vuelva a estar en simbiosis con el olivo.

La Dittrichia viscosa es una planta tóxica que ha sido utilizada por los seres humanos de diversas formas. Estas propiedades tóxicas han servido para eliminar moscas y otros insectos molestos y debido a este uso es conocida en muchos lugares como “hierba mosquera”, “matamosquera” o “altabaca”. La Dittrichia viscosa era usada como un buen insecticida natural; para ello durante el verano se colgaban manojos de esta planta del techo en las casas y establos, a ella acudían las moscas atraídas por la sustancia viscosa de sus hojas y quedaban inmovilizadas; cuando anochecía, se metía el manojo de Dittrichia viscosa en un saco, se cerraba y fuera de la casa se apaleaba o quemaba para matar las moscas que iban adheridas. Al día siguiente se colgaba una nueva mata y se repetía la operación. 

Otro empleo que le han dado los pastores, era mezclarla con paja en la cama del ganado para ahuyentar o retener las pulgas en la sustancia viscosa. Por lo que en algunas localidades se llama asimismo “hierba pulguera”.


Como hemos comentado anteriormente esta especie es atrayente de numerosos insectos polinizadores y de muchos insectos depredadores y parasitoides que son beneficiosos para controlar las plagas de los cultivos hortícolas. Por tanto, como decíamos antes con los olivares, esta planta silvestre es perfecta para tenerla muy cerca del huerto y en los márgenes o divisiones de éste, ya que un huésped destacable en la época primaveral sería el chinche Macrolophus caliginosus, feroz depredador de la mosca blanca entre otros. Por todo ello esta planta silvestre es perfecta para tenerla cerca tanto en huertos de exterior como en invernaderos, en los márgenes o divisiones de estos, aunque siempre de forma controlada. Su asociación con cultivos de cucurbitáceas (calabazas, calabacines, melones, sandías, pepinos, ...) y solanáceas (patatas, tomates, berenjenas, pimientos, petunias, tabaco...) se considera especialmente beneficiosa. Es aconsejable acometer su siembra en filas con un marco de 45 centímetros, en la estación otoñal.

Sus aplicaciones etnobotánicas son conocidas desde la antigüedad, debido a las propiedades balsámicas y antisépticas dadas por la presencia en ella de eucaliptol. Las flores y hojas de esta planta se han utilizado como base para el ungüento que pastores han utilizado durante milenios para cicatrizar heridas. Majando sus hojas que exudan una sustancia viscosa se produce una pasta que aplicada como cataplasma sobre la herida abierta o en quemaduras se estimaba que ayudaba a que cure con mayor rapidez.

También se ha usado para los esguinces, para lo que se cuece la flor y hojas en el agua y se mete después el pie. Otra aplicación era como remedio para las molestias de la artritis o el reuma, para lo que se tomaba la infusión de sus hojas. Para ello se tomaba dicha infusión en ayunas dos veces por semana, “aunque nunca en más cantidad ya que la planta puede resultar tóxica”. También tiene propiedades analgésicas y era utilizada contra el dolor de muelas; diuréticas, además de ser un buen remedio para casos febriles, problemas digestivos y para expulsar gusanos intestinales, aunque como decíamos su uso por vía interna puede acarrear complicaciones y no está recomendado por su toxicidad. 

En el norte de África se ha usado de forma efectiva como remedio contra el paludismo y algunas enfermedades urinarias. En cualquier caso, no se recomienda su ingesta por su toxicidad.

Últimos estudios realizados por un grupo de científicos de la Universidad de Granada, pertenecientes al Departamento de Química Orgánica y al Instituto de Biotecnología dan indicios de que esta planta puede ser una fuente natural para la obtención de inhibidores de la vasodilatación neurogénica, lo que tendría una aplicación inmediata en casos de migraña y distintos tipos de cáncer. También se han detectado efectos inhibitorios contra el virus del SIDA, hepatitis B y C, llegándose a patentar composiciones antivirales en las que las distintas fórmulas estaban compuestas de extractos de Dittrichia viscosa, entre otras especies vegetales.

También se ha utilizado como sucedáneo del tabaco y como herramienta para eliminar los pinchos de los higos chumbos tras un fuerte barrido. Y sus flores secas, una vez caídas las semillas, son apreciadas en composiciones florales.

Actualmente se usa como planta fitorremediadora, capaz de recuperar terrenos contaminados por metales pesados, especialmente plomo y mercurio, ya que sus raíces pueden acumular grandes concentraciones de tóxicos en su sistema radical y parte aérea metales pesados.


Bibliografía.

Revista Quercus Nº 311

(1) Kumkel, G. (1998). Hierbas infestantes de la comarca de Los Vélez. Instituto de Estudios Almerienses. Almería.
(2) Font Quer, P. (1999). Plantas medicinales. El Dioscórides renovado. Labor. Barcelona.
(3) Medrano Moreno, J.M. (2011). Guía de plantas de los caminos de La Rioja. Biblioteca Riojana. Logroño.
www.sierradebaza.org
www.plantaeblog.blogspot.com
http://p-rosso.blogspot.com