Oliver's Story, de Erich Segal

Publicado el 22 enero 2012 por Goizeder Lamariano Martín
Título: Oliver's Story Autor: Erich Segal Editorial: Mundo Actual de Ediciones Año de publicación: 1977Páginas: 301ISBN: 8474540275

Cuando el 31 de diciembre leí Love Story, me gustó tanto la historia y el estilo del autor que decidí investigar un poco en Internet. Y me encontré con una sorpresa muy agradable y que hasta entonces desconocía: existe una segunda parte de ese libro, titulada Oliver's Story, que nos narra la historia de Oliver después de la muerte de Jenny. Nada más descubrir este libro, fui a la biblioteca y me lo traje a casa. Lo cogí el 4 de enero y lo leí entre el 6 y el 7. Sus 300 páginas solo me duraron dos días, así que ya os podéis hacer una idea de lo mucho que me ha gustado. Esta novela comienza en junio de 1969, año y medio después de la muerte de Jenny, y en ella nos encontramos a un Oliver perdido, incapaz de sentir nada, ni bueno ni malo, incapaz de llorar, de sufrir, de demostrar su dolor, su rabia, su ira, su impotencia. Incapaz de rehacer su vida, de seguir adelante, de vivir. Un Oliver que para sobrevivir se agarra a tres tablas de salvación: un psiquiatra, el doctor Edwin London; su trabajo de abogado en un prestigioso bufete y correr con todo el alma por Central Park, hasta quedar exhausto, hasta ser incapaz de pensar o de sentir. Sin embargo, no quiere, o quizá no sepa aceptar la tabla de salvación que le tienden su suegro, Philip Cavilleri, y su padre, el gran Oliver Barret III. Philip le llama, se interesa por su estado, por su trabajo, por su tiempo libre, le anima a salir, a conocer a mujeres y, sobre todo, a casarse. Él adoraba a su hija más que nadie, pero también quiere a Oliver, y por eso desea que rehaga su vida y está dispuesto a ayudarle. Por su parte, su padre, tan frío, distante, egoísta, superficial y serio como siempre, también se preocupa por él, aunque algo menos y a su manera. Le llama, le pregunta qué tal está, cómo se encuentra, y poco más. Pero algo es algo. Y también están los amigos, claro, como Stephen Simpson, su antiguo compañero de habitación en la universidad de Harvard, que le presenta a Joanna Stein, una pediatra compañera suya en el hospital en el que trabaja. Una apasionada de la música clásica, que le invita a casa de sus padres para compartir una velada de música en directo. Pero ni Stephen, ni su mujer Gwen, ni siquiera Joanna y toda su familia serán capaces de revivir a Oliver. Nadie puede ayudarle si él no se deja ayudar. Sigue siendo el tipo duro y orgulloso que no quiere o no sabe pedir ayuda. Él está bien, porque todos le dicen que tiene un aspecto magnífico. Y se lo cree. Porque lo más fácil es mirar para otro lado, engañarse, no hacerse preguntas ni, mucho menos, contestarlas. Será corriendo en Central Park donde conozca a Marcie Nash, una joven independiente, femenina, con carácter y las ideas muy claras. Una mujer decidida, competitiva, amante del footing y del tenis, aunque tenga que jugarlo a las seis de la mañana. Una mujer valiente, capaz de plantarle cara a Oliver, capaz de retarle, de ganarle, capaz de despertarle, capaz de revivirle. Sin embargo, Marcie esconde muchos secretos, demasiados. Secretos, mentiras y medias verdades que volverán loco a Oliver, casi tanto como su carácter y su cuerpo. Secretos que se irán desvelando poco a poco, y que sorprenderán al mismo tiempo al lector y al propio Oliver.

Porque Marcie no es quien dice ser, y conforme su relación con Oliver avanza, también crecerán al mismo ritmo, o quizá incluso más rápido, los giros inesperados, las sorpresas, las tensiones. Y Oliver seguirá sin encontrar su sitio, su hogar, su lugar en el mundo. ¿Dónde está, en su pequeño apartamento de soltero, en el apartamento de Marcie, en los hoteles que comparten, en casa de Philip, en la mansión familiar de los Barret?Oliver sigue sin saber dónde está su hogar, quién es, qué quiere. Porque solo hay una cosa que tiene clara, que sabe con total seguridad. Echa de menos a Jenny, porque la amó como nunca ha amado a nadie, porque con ella encontró el amor y la felicidad. Por eso sabe que él murió cuando ella murió. Aunque a su vida, a su historia, a la historia de Oliver, le quedan todavía muchos capítulos para escribir, para leer, para vivir.