Los pasados días 18, 19 y 20 de julio tuvieron lugar en el vallisoletano pueblo de Olmedo unas jornadas de la Universidad de Valladolid en homenaje al fallecido Fernando Urdiales dentro del marco del VI Festival de Teatro Clásico en la Villa del Caballero.
El difunto director de Teatro Corsario fue el nexo de unión entre los distintos temas que se trataron, estando siempre en consonancia con la empresa que emprendió en 1982 y que comenzará su cuarta década de vida a partir del próximo año. Y es que no se puede hablar de uno sin el otro. No hay Corsario sin Urdiales. Fue la primera premisa que se inculcó a los asistentes a los diferentes diálogos, que giraron en torno a distintas facetas representativas del grupo artístico, principalmente en lo referente a las adaptaciones de los textos de Calderón y Lope de Vega.
Se habló también sobre la estética que impregna sus obras, centrada en un uso muy específico de la iluminación y en resaltar la faceta menos agradable de la naturaleza humana.
Pero las charlas fueron solo una parte de lo que se vivió esos días en la Villa del Caballero. Todas las noches se pudo disfrutar de diferentes representaciones en la corrala de comedias, al aire libre, al abrigo del fresco que corría entre el patio de butacas, principalmente la primera noche, que ya se sabe que el tiempo del interior, ni aun en verano se libra de las bajas temperaturas nocturnas.
Aunque no todas las puestas en escena fueron para el agrado del público en su mayoría. Hagamos un repaso por lo que se pudo ver sobre el escenario:
"El Gran Viaje", un homenaje de Teatro Corsario a su desaparecido director, en el que se pudieron ver fragmentos de distintas de las obras que capitaneó, como por ejemplo "El mayor hechizo, amor", "La vida es sueño" o "La Pasión" con la increíble escena de la crucifixión de Cristo. Al finalizar, la mayoría del público se levantaba de sus asientos para arropar en la noche a una elegía digna de quien tanto hizo por el teatro clásico en la moderna actualidad.
Al día siguiente tocó por doblete. La compañía Pie Izquierdo nos llevó de vuelta a la infancia con una adaptación de "El gran mercado del mundo" de Calderón para los más pequeños. Entraba dentro del debate que ya había salido a la superficie en otras ocasiones y lo haría posteriormente. ¿Se puede "destrozar" tanto una obra de forma que no quede apenas nada del original y seguir diciendo que se ha tomado de aquel? ¿Dónde está el límite?
A la noche, "El sueño de una noche de verano" y Shakespeare venían de la mano de Teatro Furtivo y la Escuela Superior de Arte Dramático de Valladolid, con algo diferente a lo que suele verse sobre la obra, que no logró despertar las simpatías de muchos de los asistentes al curso de la UVa.
Para finalizar, dentro del proyecto de revivir el recorrido de la Barraca de Lorca, la universidad Carlos III puso ante nuestros ojos "Las almenas de Toro", de Lope de Vega, en una arriesgada puesta en escena que tampoco convenció a todos, dejando opiniones enfrentadas en ambos extremos.
Un fallo, quizá, haber coincidido las jornadas con una programación nocturna que organiza Olmedo Clásico, que empezó muy fuerte con el espectáculo de Teatro Corsario, que dejó un listón demasiado alto para lo que vino después, que eran producciones un poco más de estar por casa, más modestas en comparación con esta.
Otro error, desde un punto de vista más personal, el de no estar relacionadas las charlas de durante el día con las representaciones nocturnas, debido, a lo mejor, a un carácter especial en esta ocasión, al tratarse de un homenaje. No puedo opinar sobre cómo ha funcionado esto en anteriores ocasiones, al no conocer el programa de otros años. También eché en falta un poco más de interactuación entre los ponentes y los oyentes, como haber podido asistir al piscolabis que tuvo lugar la primera noche, ya que solo quedaban los breves descansos entre conferencias para poder intercambiar opiniones si estos se prestaban a ello, sin poder sacar más provecho de la presencia de profesionales como Javier Huerta Calvo o el actor y director Jesús Peña, de Teatro Corsario.
En definitiva, unas jornadas enmarcadas en un momento del verano en que se vive por y para el teatro en Olmedo, con sus fallos, como todo evento que aún está en pañales, como quien dice, ya que no llega ni a la primera década de vida, y a la que sus organizadores auguran más vida, a pesar de la crisis que planea también sobre los numerosos festivales de teatro clásico que se realizan en España.