Olor a chocolate derramado

Publicado el 11 julio 2011 por Lacoleccionistadeespejos
 La poética de Marco Aguilar SanabriaComo dijera en su momento, Alfredo Cardona Peña, “A mi juicio, el poeta de los poetas de Turrialba, el de más porvenir, es Marco Aguilar”…
Él se refería a Marco Aurelio Aguilar Sanabria, 1944, electricista por necesidad ocupacional, poeta por vocación, uno de los grandes de la poesía costarricense, en mi opinión, es lo que sería Jorge Debravo, si viviese: el poeta vivo más importante de su generación: la tercera etapa del postmodernismo costarricense que, pese a haber evolucionado con un rigor y una fortaleza, inusitados pero no ha logrado “posicionarse” en el panorama literario costarricense como sí lo han hecho Jorge Debravo, Laureano Alban, Julieta Dobles, por citar los más reconocidos, con quienes hace más de treinta años conformó El Circulo de Poetas Turrialbeños, precursor de lo que posteriormente sería el Circulo Costarricense de Escritores; y no de Marco Aguilar, a secas, poeta mexicano de la misma edad poética, pero no con igualdad de condiciones. Es lógico, en la vida siempre tenemos un doble en alguna parte…
Dentro de la corriente literaria costarricense determinamos grandes momentos de silencios impuestos que no escapan a nadie, pues el tiempo y no los esfuerzos por mostrar lo contrario, determina quien vive y quien muere; proceso al que Marco Aguilar; no escapa. Antes de iniciar detallemos primero una pregunta: ¿Quién ha escuchado hablar alguna vez, de Marco Aurelio Aguilar Sanabria?... Cuando comencé el taller de Zúñiga; yo lo hice a menudo, porque Don Chico, al igual que de Debravo y Marco Aguilar fueron amigos entrañables, de echo fue don Chico quién comenzó a sugerirle a Aguilar la recolección de su obra, “porque desconocemos las intenciones de la parca con nosotros...” Y ya ven...
   Heredero directo y sobreviviente de aquel movimiento literario de los años sesenta, en que se congregan todos los demás: el post-modernismo costarricense; él como las gaviotas flota por encima de todo lo demás haciendo poesía, como decían ellos, porque él es simplemente él y nada más importa; al menos para él pues en su concepción, mi punto de vista entre lecturas, la poesía es palabra y la palabra es creación; pues en el principio fue el verbo y el verbo fue la poesía; gusanito barrenador encerrado en la misma jaula donde están las mariposas más bellas, deseando ser igual sin saber que ellas no habitan la jaula por elección sino porque su capullo que los creo no es diferente para nadie; salvo en la medida del material con que fue hecho su soplo divino. Pero pasa, a menudo, no solo en este país que tendemos a no saber de lo que estamos hablando, descontextualizando con un conocimiento a priori, que el poeta no necesita más luz ni estimulo del que cabe en unos cuantos granos de arroz, e igual que cuando hace unos años hubo quién descalificó a Lil Picado G., por la obtención del Premio Nacional, con un “no sabemos ni quién es; porque la premian…”, cuando es obvio que faltó detenerse en el camino y voltear la vista atrás: ¿Qué es aquello que hemos olvidado?; pero sobre todo preguntarse ¿Por qué de el olvido?  Antes de extender la yarda de este conocimiento, es necesario hacer un par de paradas, bajarnos en la carretera y a la orilla del recodo palpar, el tejido por el que se dio ese comentario y después des-extender la yarda de su ignorancia para no cubrir el santo que sea por la necesidad del momento, o de justificarse.
Algunos lo han ubicado en el Modernismo, otros en el postmodernismo, otros dentro de el Trascendetalismo, porque su obra, yo, simplemente como Marco Aguilar, poeta, cuya esencia  simplemente trasciende las esferas de el tiempo...
Estas mis apreciaciones al respecto.
Primera parada: el Modernismo
Corriente del pensamiento que se desarrolló en la Edad Media baja (siglos XVII y XVIII); inspirada y fundamentada en el pensamiento racionalista de Descartes; es decir se caracterizó por la racionalización de la existencia; tanto es así que llegó a hablarse de la “La diosa razón” contenida en la poesía; como respaldo al surgimiento de grandes utopías sociales, políticas, económicas, culturales, tecnológicas, industriales, etc., fundamentada a su vez, en la creencia de la victoria sobre la ignorancia y la servidumbre por medio de la ciencia; que propugnando la contraria a las ideas capitalistas confiantes en alcanzar la felicidad gracias a la racionalización de las estructuras sociales y el incremento de la producción; y del marxismo deseando la emancipación del proletariado a través de la lucha de clases... es decir una merula política, que buscaba en síntesis, lograr que “se puede”; del bien común (“El todos antes que el Yo”), y la confianza que éstas tenían en la razón y en los valores del “hombre”.
Se entiende entonces que, el modernista –con independencia de si hombre o mujer era, era un ser comprometido con la humanidad, creía en ésta y en su avance; en la razón Universal y en que a través de ella se podía llegar a la pura verdad; máxime que siendo un hombre enamorado de la vida, con un proyecto claro e ideales firmes; los cuales no estaba dispuesto a canjear por bienes materiales, básicamente optimista, no acepta el mundo en el cual le tocó vivir, pero tiene esperanza de cambiarlo de otra forma que no fuera comprometiéndose a lograr un mejor futuro para él y los suyos... este era el clima que se vivía en todo el mundo y nuestro país no tuvo reparos en entrar en ella. De hecho creo que esta tendencia, con algunos cambios todavía permanece: fue una época de grandes dictaduras y tiranías a lo largo y ancho de América Latina, y habitaron cuestionaron el compromiso global de los hombres con la sociedad, pese a las escasas posibilidades de conocer el mundo por tanto, tras el maravillamiento, cuestionamientos asombro, y motivación con la información proveniente de otras partes del mundo; coincidiendo con el rápido y pujante desarrollo de ciertas ciudades hispanoamericanas, tornándose cosmopolitas al generar comercios intensivos con Europa, las urbes estadounidenses; se reconocen antecedentes y concordancias en otras figuras del mismo periodo: José Martí y Julián del Casal, José Asunción Silva, en Colombia, el mexicano Manuel Gutiérrez Nájera y el español Salvador Rueda; logrando de paso la modernización de las viejas estructuras heredadas de la colonia y las guerras civiles. A la vez, estos años son los de la confrontación entre España y Estados Unidos por la hegemonía en el Caribe, hecho que dará nombre a la generación del 18(98), precursora del modernismo.
Un intering importante, digamos que un factor definitorio para América, es el dilema de norteamericanizarse o reafirmarse en su carácter hispánico o, más en general, latino, para lo cual se remontan las fuentes a los clásicos de Grecia y Roma, cribados por los modelos franceses. Las ciudades copian a París y los escritores buscan nuevas referencias culturales en la contemporánea poesía francesa: Charles Baudelaire y su descubrimiento de la “horrenda belleza”, la sucia y efímera ciudad industrial de Arthur Rimbaud, lo mismo que el estadounidense Walt Whitman, crearan un nuevo género de hermosura; en que Paul Verlaine y su culto al Parnaso, como el lugar donde viven y escriben los aristócratas de las letras; Stéphane Mallarmé, proclamando la nueva poética del símbolo, es decir, de las combinaciones que el lenguaje formula a partir de su propia musicalidad y su estricta matemática, a la manera del antiguo pitagorismo; la manera de decir, que convulsiona las costumbres poéticas, renovando el léxico, las metáforas, la versificación y las cadencias del verso, en buena parte por la revalorización de antiguas fuentes hispánicas olvidadas: Gonzalo de Berceo y su mester de clerecía, y, sobre todo, los barrocos Luis de Góngora y Francisco de Quevedo, de Rubén Darío, convierten en parte aguas (de ahí viene la influencia del trascendentalismo); hacen que políticamente, el modernismo derive hacia destinos variables, pero siempre dentro del planteamiento inicial: oponer lo latino a lo anglosajón, y crea luchas filosoficas distintas en todas partes: Argetina Lugones será socialista, conservador y fascista; el uruguayo José Enrique Rodó, democrático y progresista; el argentino Alberto Ghiraldo, anarquista; el guatemalteco Salomón de la Selva y el hondureño Froylán Turcios se adherirán al sandinismo; enre otras muchas luchas sociales, el modernismo reacciona contra el positivismo, interesándose por la teosofía de Annie Besant y Helena Blavatsky, así como por los estudios de Max Nordau sobre la degeneración, y las nuevas filosofías de la vida de Henri Bergson y Arthur Blondel. Es aquí, donde la narrativa toma mayor peso al oponerse al realismo, optando por la novela histórica o la crónica de experiencias de alucinación y locura, y la descripción de ambientes de refinada bohemia, a menudo idealizados líricamente. Asimismo, introduce un elemento erótico con la aparición del personaje de la mujer fatal, que lleva a los hombres hacia el placer y la muerte...
Segunda Parada: El postmodernismo
El Posmodernismo, como movimiento internacional extensible a todas las artes; históricamente hace referencia a un periodo muy posterior a los modernismos, y en un sentido amplio, al comprendido entre 1970 y el momento actual.  Teóricamente se refiere a una actitud frente a la modernidad y lo moderno. Se trata de un movimiento global presente en casi todas las manifestaciones culturales, desde las películas de Quentin Tarantino y Pedro Almodóvar a la arquitectura de Ricardo Bofill, desde la literatura de William Burroughs y John Fowles a la pintura de Guillermo Pérez Villalta, y desde la filosofía a la televisión.

El posmodernismo literario tiene su origen en el rechazo de la ficción mimética tradicional, favoreciendo en su lugar el sentido del artificio y la intuición de verdad absoluta y reforzando al mismo tiempo la ‘ficcionalidad’ de la ficción, un ejemplo español puede ser Mariano Antolín Rato y sus novelas Cuando 900 mil Mach aprox (1973) o Mundo araña (1981). En la literatura en lengua inglesa las teorías posmodernistas han sido empleadas a menudo por escritores enfrentados a la experiencia poscolonial, como Salman Rushdie en Hijos de la medianoche (1981). El movimiento se acercó también a formas populares como la novela policíaca (El nombre de la rosa, 1980, de Umberto Eco).Los teóricos de la posmodernidad sólo coinciden en un punto: que el escándalo radical provocado en su momento por el arte moderno ha sido asimilado y recuperado por esos mismos burgueses liberales que en un principio tan sorprendidos y críticos se mostraron con él. Lo moderno ha llegado a integrarse en la cultura institucional elevado a los altares en galerías de arte, museos y programas de estudios académicos. Sin embargo, no hay consenso entre los posmodernistas sobre el valor de lo moderno, como tampoco hay consenso cultural sobre el valor del posmodernismo.En el caso de la arquitectura, el rechazo posmoderno del brutalismo y el International Style asociados con Le Corbusier y su sustitución por un estilo alusivo y ecléctico que alude en una suerte de pastiche caprichoso o paródico a estilos anteriores (desde el neoclasicismo al manierismo o el rococó) ha sido el centro de numerosos debates públicos. Tales debates olvidan con frecuencia el regreso aparente a los valores tradicionales, sin reconocer este hecho como un intento de aludir inconscientemente a estilos anteriores, más que de asimilarlos. El posmodernismo está más marcado por el camp y el kitsch que por la nostalgia; en términos generales, carece de la gravedad propia de los artistas y movimientos modernos de principios de siglo. Sin embargo, puede considerarse como la consecuencia lógica de la ironía y el relativismo modernistas, que llegan a cuestionar sus propios valores. El tono lúdico de la posmodernidad hace que resulte más fácilmente asimilable por la cultura popular o cultura de masas. Por otra parte, su aceptación superficial de la alienación contemporánea y su transformación de la obra de arte en fetiche han sido objeto de acusaciones de irresponsabilidad política.El filósofo francés Jean-François Lyotard considera que la explosión de las tecnologías de la información, y la consiguiente facilidad de acceso a una abrumadora cantidad de materiales de origen en apariencia anónimo es parte integrante de la cultura posmoderna y contribuye a la disolución de los valores de identidad personal y responsabilidad. Con todo, entiende la multiplicidad de estilos posmodernos como parte de un ataque al concepto representativo de arte y lenguaje, con lo que afirma más de lo que rechaza el modernismo de altos vuelos y allana paradójicamente el camino triunfal de Aguilar, sin embargo, en mi opinión tampoco pertence a esta corriente. 

A cada generación le gusta identificarse con una gran figura mitológica o legendaria que es reinterpretada en función de los problemas del momento. Los hombres modernos gustaron identificarse con Prometeo, que, desafiando la ira de Zeus, trajo a la tierra el fuego, desencadenando así, el progreso de la humanidad. Sin embargo, Camus, uno de los símbolos más representativos de la modernidad al establecer que no era tanto Prometeo sino Sísifo; el condenando por los Dioses a hacer rodar sin cesar una roca hasta la cumbre de una montaña, desde donde volvía a caer siempre por su propio peso; quién marcó el eje conductual del post-modernismo que surge a partir del momento en que la humanidad empezó a tener conciencia de que ya no era válido el proyecto moderno; basada en el desencanto sino en la aceptación de la experiencia de un mundo duro que no aceptan, pero mantienen la esperanza de poder mejorarlo; disfrutando de la sociedad con una actitud despreocupada; por tanto, debe entenderse la posmodernidad como el tiempo del yo (“de él yo antes que el todos”) y del intimismo; cuyo símbolo ya no es Prometeo ni Sísifo, sino Narciso. Los grandes principios éticos y morales de la modernidad no se mantienen con carácter Universal, se entra en un ética de la situación, “todo depende” de la valoración del sentimiento por encima de la razón jovial osadía del rechazo de los ideales propuestos pues el deseo de saber demasiado sólo puede traer males e instalar un “pensamiento débil” que pese a tener dos grandes ventajas:  a. Buscar el sentido único para la vida, b. Las grandes cosmovisiones son potencialmente totalitarias, todo aquel que cree tener una gran idea trata de ganar para ella a los demás y, cuando estos se resisten, recurrirá fácilmente a la implementación de la fuerza del insulto, o la estereotipación, de lógicas múltiples y contradictorias entre sí. En lugar de un yo común lo que aparece es una pluralidad de personajes. Todo lo que en la modernidad se hallaba en tensión y conflicto convive ahora sin drama, pasión ni furor que, sometido a una avalancha de informaciones y estímulos difíciles de organizar y estructurar, esta en un incierto vaivén de ideas. Una de las mayores características de lo posmoderno es que no se aferra a nada, no tiene certezas absolutas, nada le sorprende, y sus opiniones pueden modificare de un instante a otro; por la falta de confianza en la razón, cosa que establece pérdida de preocupación por la realización colectiva, y resalta un interés por la realización de uno mismo. Esto se observa en el retorno a lo religioso: hay un “boom” de lo sobrenatural y de las ciencias ocultas (quiromancia, astrología, videncia, cartas astrales, cábalas, etc.); sin prejuicio en aceptar explicaciones por más irracionales que sean, pues el modelo a seguir esta conformada por infinidad de microcolectividades heterogéneas entre sí. Tras la perdida de confianza de los proyectos de transformación de la sociedad, solo cabe concentrar todas las fuerzas en la realización personal. Hoy es posible vivir sin ideales lo importante es conseguir un trabajo adecuado conservarse joven, conservar la salud, etc.; pero eso no significa poder comprar el don que Aguilar, o muchos otros de su generación tienen.  El símbolo de esta época; es la renuncia a buscar un sentido único y totalizante para la vida. La suya es una postura confortable, alérgica a las exigencias radicales y se convierte en producto de un proceso natural de evolución, que puede explicarse mediante el proceso de desarrollo evolutivo que se desencadena por el mecanismo de la competencia. La competencia genera el progreso no solo de la especie humana en un entorno hostil, en el que se sobrevivirá el más fuerte, sino del individuo humano, ya constituido de ese ámbito hostil de la especie de la que forma parte.
Tercera parada y final: El TRASCENDENTALISMO
En filosofía y literatura, creer en una realidad superior adquirida mediante la experiencia de los sentidos o una clase superior de conocimiento que le logrado por la razón, es ser parte de las doctrinas trascendentales de las que derivan la división de la realidad en un reino del espíritu y un reino de la materia. Tal división identifica a muchas de las grandes religiones del mundo; aunque en Costa Rica, sus seguidores dicen lo contrario. 
En un sentido más específico, trascendentalismo se refiere al movimiento literario y filosófico que se desarrolló en las Estados Unidos en la primera mitad del siglo XIX. Aunque el movimiento fue, hasta cierto punto, una reacción frente a ciertas doctrinas racionalistas del siglo XVIII, resultó muy influenciado por el deísmo, que, si bien era racionalista, se opuso a la ortodoxia calvinista.  Supuso también un rechazo de las estrictas actitudes religiosas puritanas procedentes de Nueva Inglaterra, donde se originó el movimiento. Además, se opuso al ritualismo estricto y a la teología dogmática de todas las instituciones religiosas establecidas. Más importante aún, los trascendentalistas estuvieron influenciados por el Romanticismo, especialmente en aspectos como el examen de conciencia, la exaltación del individualismo y el elogio de las bellezas de la naturaleza y la humanidad. En consecuencia, los escritores trascendentalistas expresaron sentimientos semi-religiosos hacia la naturaleza, así como el proceso creativo, y veían una conexión directa, o una correspondencia, entre el universo (macrocosmos) y el alma individual (microcosmos). Según esta idea, lo divino impregna todos los objetos, animados o inanimados, y el objetivo de la vida era la unión con el denominado alma superior. La intuición, más que la razón, fue considerada como la facultad humana más elevada. La realización del potencial humano podía ser alcanzada a través del misticismo o gracias a una conciencia profunda de la belleza y la verdad del mundo natural circundante. Este proceso fue considerado como inherente al individuo, y toda la tradición ortodoxa se convirtió en sospechosa. El trascendentalismo estadounidense nació con la fundación del Club Trascendental en Boston en 1836. Entre los líderes del movimiento figuraban el ensayista Emerson, la feminista y reformadora social Margaret Fullerr, el predicador Theodore Parkerr, el pedagogo Bronson Alcott, y el autor y naturalista Henry Thoreau. El costarricense ya sabemos quienes son.
Hasta aquí mis acotaciones.Este no es comentario sobre la obra de Marco Aguilar Sanabria. Es una referencia que no pretende ser otra cosa que un ideario comprensivo de quién es y por qué es uno de los mejores poetas de Costa Rica.  Ustedes le daran su ubicación espacio tiempo.
Para muestra un botón:
OLOR A CHOCOLATE DERRAMADO
Mi vida es un teléfono ocupado,ajeno y a menudo descompuesto.
Mi vida es día pequeño, año bisiesto,olor a chocolate derramado.
Tu vida es un florero apasionado, Muchas frutas maduras en un cesto,una Biblia pequeña de repuesto,San Gabriel que cantó desafinado.
Mi amor viaja a menudo cuesta abajo,la calle, el restaurante, tu cocina,divorcio, amigdalistis y trabajo,una carta perdía en la neblina,
Me siento como un pobre escarabajotrepando hacia tu altísima oficina.
Obra:Obra reunida, San José: EUNED, 2009.
  1. Obras Publicadas: Raigambre:  Biblioteca Líneas Grises,(1961)
  2.  Cantos para la Semana: Biblioteca Líneas Grises, (1962)
  3. Emboscada del Tiempo: San José: Imprenta Tormo, 1984; Ediciones Zúñiga y Cabal,(1988)
  4. El Tránsit6o del Sol, : Ediciones Zúñiga y Cabal, (1996)
Antologado en:
  1. Poesía turrialbeña, 1960-1999 San José, CR. Editorial UNED. 2000
  2. Duverrán, Carlos Rafael. (1973) Poesía contemporánea de Costa Rica.San José: ECR.

Para La Coleccionista de Espejos; Dlia Mc Donald Woolery