"Estuve...bajo duro y continuo fuego de metralla... A muchos hombres, trabados en batalla desde las 7 de la mañana hasta las 4 de la tarde, no les quedan cartuchos. No puedo hacer más que retirarme..."
General de división ruso Przherbishevsky, en su informe al zar.
Hoy, que tanto se habla del europeísmo, de la República Checa y demás, me parece un día tan bueno como cualquier otro, para acordarme de Napoleón, el hombre, que tras los césares, más cerca estuvo de la restauratio imperii (si me permiten la expresión).
Pero la vida de Napoleón oscila entre la gloria y la vanidad, la obcecación con su destino, con su estrella, y el brillo de su genio.
Hoy me gustaría recordar si, no les importa, una de sus gestas más gloriosas.
El 2 de diciembre de 1805, 70000 rusos, y 15000 austríacos, se enfrentaron a un ejército comandado por Bonaparte, y perdieron estrepitosamente.
En 1805 el imperio del pequeño corso, francés por casualidad (Córcega fue vendida a Francia un año antes del nacimiento de Napoleón), se hallaba en guerra con Inglaterra, Austria, Rusia, y una Prusia oscilante y débil.
Incapaz, de tomar el Canal de la Mancha, para invadir Inglaterra (quienes le sometían a un tremendo bloqueo económico), debido a la potencia de la Armada Real inglesa, Napoleón decidió marchar hacia el centro de Europa.
En su campaña, derrotó fácilmente al ejército austriaco que se le presentó en Ulm, matando a 10000 austríacos y haciendo 30.000 prisioneros, y por ende dejando el camino abierto a Viena, tras la rendición de las tropas del general austríaco Mack el 20 de Octubre.
Pero el huido emperador Francisco, pidió ayuda a los rusos del zar Alejandro.
El general ruso Kutuzov, perro viejo curtido en mil batallas, era más prudente que sus aliados austriacos. Se retiró hacia el este, dejando que Napoleón tomara Viena y tentando al emperador a una persecución que le debilitaría. Y en efecto así fue, la situación del corso era cada ve más delicada. Con un ejército demacrado, el invierno en el cogote y kilómetros de tierra quemada por delante, los franceses no tenían muchas opciones: se demandaba una urgente victoria.
Bonaparte,encontró el terreno perfecto para batallar en Austerlitz, y para provocar el ataque de los enemigos, simuló una huida en su flanco derecho, de tal modo que éste parecía casi des protegido. El bueno de Kutuzov no picó, pero el ímpetu de los emperadores Francisco y Alejandro le obligó a atacar, buscando su perdición.
Los emperadores trazaron un plan "genial", que consistía en un ataque masivo del flanco débil de los franceses.
El flanco, aguantó el tiempo suficiente para que las tropas en reserva de Soult, avanzaran hacia la retaguardia rusa, emergiendo en la neblinosa mañana como espectros de muerte. Tomaron casi toda la artillería además de la posición ventajosa y elevada de las praderas de Pratzen, posición que defendieron del vano contra-ataque ruso.
Estancados en dos frentes las tropas austro-rusas, huyeron a través del lago congelado, que, Napoleón, bombardeó considerádamente, provocando miles de muertos y obligando a los emperadores a capitular.
Fue la mayor victoria del emperador de los franceses y hoy es un buen día para recordar que en los campos de Europa ha corrido sangre suficiente y a un servidor, le gusta pensar, que a día de hoy, bien nos vale una unión.
Os cito esta semana, o la siguiente, lo más tardar a la segunda entrega de la sexualidad en el mundo antiguo.