Vamos a intentar rizar el rizo. ¿Qué puede haber más minoritario que el spin-off de un spin-off?
Estamos en plenos años 90, y tras una temporada como titular de la serie Thor, Eric Masterson se ha hecho con su propia cabecera a cargo del equipo que ya le introdujo en Thor: Thunderstrike, de Tom DeFalco y Ron Frenz. En esta serie se presentó el escenario de los protagonistas de esta reseña: una especie de guerra suburbana entre seres poderosos qu
Sorprendentemente (¿Tendría algo que ver que el amigo DesFalco fuera el creador de los personajes?) de esta premisa surgió una serie “regular”. Entre comillas porque tan solo duró diez números, por lo que es casi una miniserie. Los encargados de sacar adelante la premisa fueron Glenn Herdling al guión y Ángel Medina al dibujo. Si es sorprendente que le dedicaran una serie en E.E.U.U., más sorprendente todavía se puede considerar que ésta se editara íntegra en España de la mano de Fórum. Eran tiempos raros, en los que los Vengadores o los 4 Fantásticos podían no tener serie mensual, pero en cambio sí se publicaba Blackwulf en grapa.
Los protagonistas están inmersos en una guerra civil entre desviantes provenientes de otro planeta, Armechadon. Lord Tantalus, conquistador estelar, fue exiliado a la Tierra por los Celestiales junto con su grupo de seguidores después de un conflicto no nombrado con estos seres cósmicos. Creó su propio reino subterráneo, Lyonesse (otro más, el submundo está concurrido), desde el cual estudiar a la Humanidad y descubrir sus puntos débiles.
En primer lugar, existe un conflicto familiar clásico. El padre, Lord Tantalus, favorece a uno de sus hijos, Pelops, sobre el otro, Lucian. Mientras que el primero es perfectamente humano, el segundo tiene una marca de nacimiento que le señala como imperfecto, lo que le convierte en un ser inferior a los ojos de su padre, obsesionado en la estabilización genética de su descendencia. Tantalus tiene una presencia física imponente y una actitud y poderío que recuerdan al Thanos de Jim Starlin. Tiene a su servicio a toda una cuadrilla de seguidores desviantes: Iraa, Púas, Lady Tridente, Esquizo (una especie de Delirio a lo Sandman de Gaiman)… y su consejero más cercano, Khult, personaje que será vital en el desarrollo de todas las tramas.
Lucian se esfuerza al máximo para satisfacer a su padre tratando de sofocar la revuelta que hay en el seno de los suyos. Lo que no sospecha es que el líder de la revuelta es su propio hermano, Pelops (Blackwulf). Una vez lo descubre, se enfrenta a su hermano rebelde entre rabia e incomprensión. Uno aquí pensaría que el conflicto entre hermanos está servido para toda la serie, pero el guionista al final del primer número hace que la trama de un giro relativamente inesperado que cambia el panorama.
En un momento dado, la trama deja de ser subterránea y deviene cósmica. Los acontecimientos se precipitan tanto en la Tierra como en Armechadon y se hace difícil hablar de la serie sin hacer grandes spoilers para el que la quiera leer, ya que hay varios giros inesperados que son claves en la trama y que es mejor no desvelar.
Mención aparte merece Ángel Medina, que aquí logra uno de sus mejores trabajos, en la línea de sus primeros números de Warlock y la Guardia del Infinito. Este dibujante tiene la peculiaridad de empezar muy barroco y espectacular y acabar sus trabajos mucho peor de lo que comienzan conforme las fechas de entrega le atenazan. Aquí se da un caso peculiar: da un buen nivel al comienzo de la serie, para bajar algo en los episodios centrales (¿culpa del entintado?) y terminar en plena forma. Aunque hace algo de trampa: para llegar a las fechas, en varios números se recurre a una anodina historia de complemento sobre Gorrión, enfrentada ni más ni menos que a un Ultrón venido a menos, y dibujada por Mike Gustovich. Esta trama secundaria redundaría luego en el argumento principal en un número dibujado por un veterano Keith Pollard en horas bajas, el único que no dibuja Angel Medina.
La serie es un culebrón de lo más entretenido. El conflicto de esta familia, d
Vuelve a no ser una maravilla (por algo nadie se acuerda de ella), pero estamos ante un cómic entretenido, bien guionizado, con unos personajes coherentes y trabajados, creando un mundo de la nada al que no se le dio la oportunidad de crecer y desarrollarse acorde a su potencial. La serie nació condenada desde el primer número perdida entre la marabunta de series secundarias que Marvel lanzaba en aquella época, y más siendo personajes completamente nuevos. Por mi parte, Herdling tiene cierto mérito.
Además, aunque la premisa principal queda resuelta, el final es claramente un continuará, con varios de los personajes puestos en situaciones interesantes de cara a una posible continuación que parece que jamás veremos, porque a estas alturas se antoja muy complicado que nadie se atreva a revisitar estos personajes o que ni siquiera se acuerde de ellos.
Una pequeña y grata sorpresa.