Llueve, y allí he llegado, a un lugar donde ya estuve en el pasado, volando entre nubes junto a ella. Vuelvo a encontrarme en esos lugares que tanto vemos todos los días pero poco conocemos sin el tamiz de un monitor, una pantalla, o un filtro de una cámara. Porque se puede ver y oir, pero nos faltan otros tres sentidos (un consejo de murciélago: no desarrolléis el sentido del olfato en el metro).
Esta nos la hizo un murciélago chino, infalibles con el objetivo
Un día lluvioso, porque llovía y no paraba a pesar de ser verano. Un día largo para pasear por los jardines del Louvre, por los campos Elíseos, por la Ile de la cité y por Montmartre. Perfecto para desayunar un
pain au chocolat y un
cafe creme. Perfecto para comer una hamburguesa interpretada por una de las mejores cocinas del mundo en
Cafe des anges .Y perfecto para cenar
fondue y
raclette en
Les fondus de la raclette acompañado de un buen vino tinto.
Es cierto que dado que llovía era un día perfecto para estar en el Museo del Louvre, pero amigos, ese objetivo ya estaba cumplido. ¡La
mona lisa ya conocía a Coqueto!
Inundado de turistas, pero ninguno lleva un murciélago de acompañante, ninguno lleva dos. Porque por las fotos habréis conocido a mi acompañante, Coqueta. Un murciélago galán como yo no podía dejar pasar esta oportunidad, breve pero intensa, para llevar a conocer esta preciosa ciudad a su murci-churri.
La luz se apaga en la ciudad de la luz, se enciende su símbolo, se encienden los corazones.