El escritor actual se enfrenta a un dilema cada vez que se sienta frente a la hoja en blanco: ¿debe escribir sobre aquello que se está vendiendo más y mejor en el mercado o debe escribir sobre aquello que le gusta?
Es la pregunta del millón de dólares que cada uno de nosotros afronta desde posiciones distintas. El mercado impone tendencias siguiendo los gustos del público, pero también muchas veces esas tendencias están marcadas por lo que escriben los autores.
El escritor se pregunta: ¿sigo los designios del mercado y escribo sobre lo que se vende o escribo de lo que me gusta y lo que me apasiona realmente?
La respuesta para mí es clara: escribo de lo que me gusta y lo que me interesa, lo que me apasiona y lo que me emociona.
Optar por una vía u otra tiene su coste para el escritor porque quien escribe para el mercado, entregándose a las modas literarias y las ventas, vende su pasión al mejor postor. El escritor que sigue su instinto y escribe lo que quiere escribir realmente, debe afrontar también que no siempre encontrará el beneplácito de los medios y los lectores.
Siempre sostengo que un escritor debe escribir de aquello que le motiva y conoce bien, y no cambiar nunca su estilo para tratar de aprovechar una moda literaria o editorial. El lector se apasionará con tus obras si al escribirlas lo hiciste con pasión y no por el interés de ser más o menos famoso o vender más ejemplares.
La voz literaria del escritor debe ser siempre independiente y no estar influenciada por criterios comerciales, algo que hoy por hoy se da cada vez menos entre los autores publicados, que terminan rendidos a las imposiciones editoriales, salvo unos pocos realmente independientes, como el que esto suscribe.
Las buenas novelas, escritas desde la pasión y la entrega, son las que finalmente terminan encontrando su público lector fiel a través de los tiempos, las que aportan una voz literaria propia, original y enriquecedora para todos.