ÓPERA DE BABEL: Fernand Ansseau - "Ah, respirons..." (Atmest du Nicht) de Lohengrin

Publicado el 07 diciembre 2014 por Maac @Elblogdemaac
Si alguien me pregunta por tenores históricos belgas no iría más allá de tres nombres pero no podría ampliar mucho más la información, estos tenores serían René Maison, André D'Arkor y el que nos ocupa hoy, Fernand Ansseau, un tenor que comenzó estudiando como barítono y, como en tantos otros casos (Bergonzi, Domingo quizás los más conocidos) decidió, aconsejado por un profesor de canto, cambiar a la cuerda de tenor. Cantó en teatros como La Monnaie de Bruselas, Covent Garden, la Ópera de Chicago, la de París y llegó a rechazar una oferta de Gatti-Cassaza para formar parte de la compañía del Met. En la excelente página "cantabile -subito", dedicada a grandes cantantes del pasado consideran que Ansseau era mucho más adecuado para los papeles de tenor dramático como Canio, Jean (Herodiade) o Vasco de Gama (L'Africaine) que para los de tenor lírico como Don José, Werther o Roméo. Pero no me voy a extender más sobre Fernand Ansseau, en cantabile-subito encontraréis más información, aquí de lo que se trata es de escuchar arias cantadas en un idioma que no es el original, una curiosidad y también una manera de conocer a cantantes del pasado que abordaron desde esta óptica repertorios afines a su vocalidad. No suena nada mal este Wagner en francés, pertenece al bellísimo dúo del tercer acto entre Lohengrin y Elsa, uno de mis momentos preferidos de la ópera en el que se van alternando una especie de monólogos entre los dos personajes. Condenados a no entenderse, cada uno va a la suya, Lohengrin aquí hace alabanza de un amor intuitivo, espiritual, basado en la verdad del alma antes que en el conocimiento, pero Elsa no lo escucha.
 
LOHENGRIN  Viens ! respirons tous deux ces tièdes brises.  Quels doux parfums ! les airs en sont remplis !  De leurs senteurs nos âmes sont éprises,  mais sans chercher d’où vient ce charme exquis.  Un charme égal a transporté mon être  quand je te vis pour la première fois,  et sans chercher alors à te connaître,  un seul regard a su fixer mon choix !  Comme les doux parfums de la nature  charment nos sens dans l’ombre de la nuit,  le noble éclat de ta vertu si pure,  quand on voulait te perdre, m’a séduit.