Son libertarios los que querían emancipar al hombre de todas sus cadenas políticas, también los que pretenden, aún a día, liberarlo de la totalidad de las morales religiosas. Sin embargo, algunos ilusos encontraron en la literatura erótica una expresión de radicalismo que fue convirtiéndose en algo totalmente convencional y conformista. Por extraños caminos derivo en los abusos de género y en lo que llamamos pornografía el sexo se ha convertido en un producto manufacturado, vulgar, sin imaginación y sin gusto. Tanta competición la celebras con una sola mano y hay muchos casos que ni siquiera entonces. Desde luego creo que la historia erótica muchas veces ha venido acompañada por la vulgaridad. Vivimos llenos de estereotipos; aún así no cabe la queja, el erotismo es un desafío y desde luego que hay darle un tratamiento muy cuidadoso. Hay que tratar este tema con infinita reverencia, buscando siempre una perspectiva original, un gran cuidado formal que es lo que no se he procurado hacer.
Ya ha llegado el verano, el invierno se acabó, y en una hora de falso género erótico vemos que tenemos que reducir los michelines. Actuamos cuál si fuésemos el mismo Quijote, la visión es totalizadora, a partir de un espejo caemos en el sentimiento de culpa. Somos muy convencionales. La cita con el dietista se ha convertido en una misa muy convencional. La gran literatura da acceso siempre a otro tipo de cosas, pero nadie lee lo que hay que leer; si coincide a lo mejor algún artículo sobre la Operación biquini, pero nada de más enjundia. El arte siempre rompe lo que es la perspectiva convencional, también la visión totalizadora de una sociedad donde la condición humana está de más. Ante esto mi propuesta tiene que venir de la ficción de calidad, se puede llegar a través de las buenas novelas a una experiencia más o menos directa con la verdad, con nuestras reales fantasías eróticas y no con la de las modas. La Operación biquini es una gran patraña publicitaria, perfectamente legítima por lo demás, pero no real con lo que debe ser la vida.
Creo que un escritor siempre se vuelca en lo que escribe, por eso debo dejar de disimular: estoy algo obeso, pero no enfermo que es lo que debería importar. Debes de huir de los fantasmas que te señalan con el dedo, confía en mí, todavía me gustas. Los fantasmas secretos déjalos para las películas; huyo de las estrellas de cine, de las mujeres fabricadas por ordenador. La persona humana necesita una inversión diaria en satisfacción. Aquí queda dicho, creo que lo he hecho bien. Ahora disfruta de la vida, no abuses, todos necesitamos explorar nuestra propia intimidad, nuestra vida secreta se enriquece con esos materiales propios de la fantasía de los buenos libros, proponte una especie de catálogo universal de fantasías eróticas, lee, diviértete y come bien. La Operación biquini déjalo para los que experimentan con el marketing, para las empresas de productos dietéticos y para los escritores que como un servidor hacemos uso de ese te hay término para redactar otro texto para el verano que ya tenemos aquí.