Operación Countenance: La alianza anglo-soviética invade Irán 25/08/1941

Por Lupulox

Camaradas,
Que la Gran Bretaña y sus dirigentes carecen del menor escrúpulo es algo que ya lo teníamos claro; así viene siendo desde hace siglos. Aún así, lo que hoy ha acontecido abre una nueva dimensión en la decadencia de las plutocracias: el Reino Unido de Winston Churchill ha cogido de la mano a la Unión Soviética de Stalin y juntos se han lanzado al asalto de la neutral e indefensa Irán.

Un soldado del Imperio Británico vigila a una cañonera iraní hundida en el puerto de Abadan, no vaya a ser que se ponga en marcha.

Al amanecer, la cañonera británica HMS Shoreham se ha adentrado en el puerto de Abadan y atacado a los buques iraníes atracados. La cañonera Palang ha resultado hundida rápidamente y el resto destruidas o capturadas, sin darles tiempo a los iraníes a organizar la resistencia. Las instalaciones petrolíferas de Adaban han sido capturadas por dos batallones de la 8ª División India que han efectuado un cruce anfibio del Río Shatt al-Arab desde Basora en Irak. Además, una pequeña fuerza ha desembarcado en Bandar-e-Shahpur desde el crucero mercante armado HMAS Kanimbla para asegurar el puerto y la terminal de petróleo ubicada allí. Mientras tanto, la RAF ha atacado bases aéreas y comunicaciones. Dos brigadas de infantería india han avanzado desde Basora hacia Qasr Shiekh, tomándola, y dirigiéndose a continuación hacia Ahvaz. Más al norte, 8 batallones de tropas británicas e indias han avanzado desde Khanaqin (100 millas al noreste de Bagdad y 300 millas de Basora) hasta el campo petrolífero de Naft-i-Shah y hacia el Paso Pai Tak.


La invasión de Irán por parte de los Aliados.
Por otro lado, el Ejército Rojo ha invadido Irán desde el norte y avanzado hacia Maku, que ha sido sometido a fuertes ataques aéreos. También se han producido desembarcos de tropas soviéticas en Bandar-e Pahlavi, en la costa del Mar Caspio. Sin ayuda militar alguna a su alcance, Irán se enfrenta a un destino incierto, superada enormemente por los tanques y la infantería anglo-soviética.

Una columna motorizada integrada por tropas indias se adentra en Irán.  Una vez más, el Imperio Británico emplea a sus estados vasallos para que hagan la guerra por él.

Justificando la agresión

La justificación que los Gobiernos de Londres y Moscú han elaborado para explicar esta agresión no puede ser más pueril. Por un lado, el Gobierno Británico ha declarado que sus “medidas en el Irán no van dirigidas contra la población iraní y no alberga tampoco intenciones contra la independencia e integridad territorial del Irán, sino que su acción va dirigida únicamente contra las tentativas del Eje de establecer allí su dominio.” Por otro lado, Molotov ha tenido la desfachatez de afirmar que la invasión de Irán se ha producido “en virtud del acuerdo soviético-iraní que permite la entrada de tropas soviéticas en el caso de que el territorio iraní esté empleado por una tercera potencia para preparar una acción hostil.'


Soldados bolcheviques y británicos, codo a codo.

De la Unión Soviética no hablaremos; todo el mundo conoce la infame pasta de que están hechos los bolcheviques y a estas alturas a nadie le sorprende que el Ejército Rojo invada a un nuevo país en su insaciable afán de deglutir nación tras nación hasta que todo el mundo se encuentre en el interior de su infernal estómago comunista. El caso de Gran Bretaña, ése sí, merece capítulo aparte. Hoy, el mundo entero tiene una nueva constatación de que los amigos de la democracia, de la libertad, de los derechos, de la justicia y de la ley, sólo los aplican cuando les conviene a ellos y a sus proyectos de dominación mundial. ¿Qué tentativa puede albergar el Eje en Irán, hallándose como se halla rodeado por los cuatro costados por países controlados por Gran Bretaña y por sus amigos soviéticos? En realidad, y cualquiera con dos dedos de frente puede darse cuenta de ello, lo que pretenden Londres y Moscú es hacerse con el control absoluto de los campos petrolíferos y refinerías de Irán. Ni siquiera la garantía de una ruta de suministros por el sur hasta la Unión Soviética sirve por sí sola para justificar semejante acto de guerra. Lo que a Inglaterra le pirria es la posesión del oro negro, su explotación y abastecimiento, y por ello está dispuesta a vender no sólo sus más elementales principios, sino hasta a su propio padre. Y todo esto está teniendo lugar apenas unas semanas después de que a Churchill se le llenara la boca con la Carta Atlántica, esa empalagosa declaración de principios que de la mano del Presidente Roosevelt efectuara en un fenomenal ejercicio de propaganda hueca.


Un soldado británico patrulla junto a un oleoducto iraní.

En estos términos se ha expresado el Shah Reza, Jefe de Estado de Irán, en una comunicación que ha trasladado a su homólogo estadounidense, el Presidente Roosevelt:

“… sobre la base de las declaraciones que Su Excelencia ha efectuado varias veces acerca de la necesidad de defender los principios de justicia internacional y el derecho a la libertad de los pueblos, le imploro a Su Excelencia que emprenda eficaces y urgentes pasos humanitarios para poner fin a estos actos de agresión. Este incidente mete en la guerra a un país neutral y pacífico que no ha tenido otra preocupación que la salvaguarda de la tranquilidad y la reforma del país.”

El Sha de Persia, acorralado por la plutocracia británica y abandonado por la plutocracia norteamericana.

Sin embargo, esta petición no ha servido para detener la invasión de Irán. Roosevelt, en comandita con los agresores, ha respondido de la siguiente manera:

“Contemplar el asunto en su totalidad implica no sólo las vitales cuestiones a las que Su Majestad Imperial se refiere, sino otras consideraciones básicas que se derivan de la ambición de Hitler por la conquista del mundo. Es cierto que los movimientos de conquista por parte de Alemania continuarán y se extenderán más allá de Europa, Asia, África e incluso a las Américas, a menos que sean detenidos por medio de la fuerza militar. Es igualmente cierto que esos países que deseen mantener su independencia deben embarcarse en el gran esfuerzo común si no desean verse engullidos uno a uno como ya les ha sucedido a un gran número de países de Europa. En reconocimiento de estas verdades, el Gobierno y el pueblo de los Estados Unidos de América, como bien se sabe, no sólo están construyendo las defensas de este país a la mayor velocidad posible, sino que también están comprometidos en un programa muy amplio de ayuda material a aquellos países que se encuentren activamente implicados en resistir la ambición alemana por la dominación del mundo.”

En resumidas cuentas, Roosevelt concede su beneplácito a la invasión de Irán y carta blanca a la diabólica hermandad entre británicos y soviéticos que amenaza con convertir a la histórica Persia en una república soviética más. ¡Viva la democracia!
Es lebe freies Iran!Es lebe die Achsenmächte!