Los británicos han concluido hoy la Operación Gauntlet, una operación combinada de las tropas canadienses con el apoyo logístico del Ejército Británico y destacamentos noruegos en la isla noruega de Spitzbergen, situada a 600 millas al sur del Polo Norte.
El objetivo de la operación ha sido destruir las minas de carbón y sus instalaciones e impedir su uso por parte de los alemanes. Estas minas pertenecían y estaban siendo operadas por Noruega y por la Unión Soviética, cuyos gobiernos habían acordado su destrucción y la evacuación de sus nacionales.
Un batallón de tropas canadienses desembarcó en la isla el pasado 25 de agosto sin encontrar resistencia. Cuando las demoliciones en Barentsburg estuvieron completadas, unos 2.000 mineros soviéticos y sus pertenencias y equipos fueron transportadas a Arkhangelsk. Mientras tanto, el resto de la fuerza naval británica y los destacamentos de demolición se desplazaron a Longyearbyen.
Hace dos días, el 1 de septiembre, los buques regresaron de Arkhangelsk y todas las fuerzas fueron embarcadas junto con 800 habitantes y 15 perros de trineo. Resultaron así mismo destruidas dos estaciones de radio que, hasta ese momento, habían continuado transmitiendo con normalidad e incluso enviado un falso informe de niebla para espantar a los aviones de observación de la Luftwaffe.
Los equipos de demolición completaron todas sus tareas destruyendo las minas, el equipamiento que no habían podido llevarse consigo y 450.000 toneladas de carbón y 275.000 galones de combustible, aceite, petróleo y grasa. 1.000 toneladas de carbón han sido dejadas ocultas en la isla para su futuro empleo por parte de buques Aliados en caso de necesidad. Las únicas “bajas” han sucedido cuando la retaguardia de Barentsburg ha encontrado los almacenes de vodka y los canadienses han querido emular al Primer Ministro Británico, teniendo que ser llevados en parihuelas de vuelta a los barcos con una melopea fenomenal.
Finalmente hoy, 3 de septiembre, la fuerza Aliada ha partido hacia el Reino Unido con tres buques carboneros capturados, un rompehielos, un ballenero y un remolcador. Al fin puede Winston Churchill ufanarse de haber obtenido una victoria. Claro está, que ello ha sido posible porque ni un solo soldado alemán se encontraba en el lugar de la “batalla”. Allá donde los británicos se enfrenten cara a cara con la Wehrmacht, ya saben que no podrán esperar otra cosa que la derrota.
Es lebe Norwegen!Es lebe unsere Wehrmacht!