Luego de la campaña de África no cabía ninguna duda que la próxima operación Aliada, por varias razones, tenía que ser Sicilia. La isla representaba un peligro potencial para los Aliados en el Mediterráneo y era la puerta de entrada a Italia. Los alemanes también pensaban que el sur de Italia sería el próximo objetivo Aliado, pero no estaban seguros sobre cuál sería el lugar donde intentarían desembarcar.
Sicilia es una gran isla con una topografía muy difícil, por lo escarpada y que en consecuencia favorecía a los defensores. Si los mandos ítalo-alemanes lograban presagiar el punto o puntos de desembarco, era posible que pudieran hacer fracasar las operaciones Aliadas. En consecuencia, para los Aliados, mantener en absoluto secreto los puntos de desembarque, era de vital importancia, pero no suficiente, porque no se podía evitar que los alemanes dedujeran los lugares escogidos.Dos jóvenes oficiales británicos, el Teniente Comandante Ewen Montagu y el Líder de Escuadrón Sir Archibald Cholmondley, representantes de inteligencia de sus respectivas armas en el “Comité de Interservicio XX” encontraron una posible solución ideada por Cholmondley y respaldada por Montagu. La idea era plantar documentos falsos en un cadáver y dejar que éste cayera en manos de los alemanes. Para el “Comité de Interservicio XX” la idea era un tanto fantasiosa, pero al final Cholmondley y Montagu lograron convencerlos y fue aceptada.La idea en su conjunto era muy simple, pero hacer que se convirtiera en evidencia creíble por los alemanes, era otra cosa. La estratagema se basaba en la premisa de que la Operación Husky, como fue llamado el plan para la invasión a Sicilia, era de tal magnitud y tan cerca de las líneas alemanas, que sería imposible de ocultar. Si la inteligencia alemana lograba descubrir el engaño, podían asegurar que el ataque se llevaría a cabo en Sicilia y estar lo suficientemente preparados para recibir a los invasores.La misión era muy compleja. Primero conseguir un cadáver adecuado, segundo cómo hacerlo llegar a las manos de los alemanes de forma que pareciera accidental y tercero qué información suministrar, para que la trampa fuera verosímil para el enemigo.Consideraron la posibilidad de descendiera en un paracaídas parcialmente abierto, pero fue descartado porque difícilmente el tripulante de un avión podía cargar documentos tan secretos. El cuerpo no podía hacerse pasar por un correo, puesto que no cabía la posibilidad de que un correo militar viajara a través de territorio enemigo. Por último, una autopsia demostraría que el cuerpo no murió por el impacto. Una posibilidad alternativa era que el cuerpo llegara a las líneas alemanas por mar.
Nació el 29 de marzo de 1907
Murió el 24 de abril de 1943Hijo muy querido de
John Glyndwyr Martin y de Antonia Martin,
de Cardiff, Nueva Gales. DULCE ET DECORUM EST PRO PATRIA MORI
R.I.P. Glyndwyr Martin
Sirvió como el Mayor William Martin, RM