Operación Postmaster o cómo dejar en ridículo a Franco en 15 minutos

Por Ireneu @ireneuc

Puerto de Sta. Isabel (hoy, Malabo)

España, durante la Segunda Guerra Mundial, se declaró neutral y no entró en la guerra, lo que ahorró que el país, después de la desastrosa Guerra Civil, se viera inmersa directamente en una nueva contienda de consecuencias imprevisibles. Sin embargo, esta "neutralidad" no era cierta porque durante la primera mitad de la guerra, el régimen de Franco estaba totalmente a favor de Alemania y su estatus no era el de neutral, sino el de "no beligerante", sutil diferencia que implicaba que el régimen tenía sus preferencias clarísimas, pero no entraba -al menos oficialmente- en guerra... pero ayudaba a su señor. En este contexto, se llevó a cabo la única acción de guerra de la 2ªGuerra Mundial en suelo español: La operación Postmaster.

Golfo de Guinea

Durante los primeros años de la guerra, Franco no ocultó sus simpatías por el régimen nazi, por lo que, si bien de una forma oficial no estaba en guerra, el apoyo logístico a las tropas del Eje -sobre todo navales- era activo en todos los puertos de España, ya fueran de la España peninsular como de sus colonias. Guinea Ecuatorial (ver Un despropósito llamado independencia de Guinea Ecuatorial) con el puerto de Santa Isabel (actual Malabo) al frente, no era una excepción y en él recalaron barcos alemanes e italianos, aprovechando el estatus de neutralidad español. Sin embargo, los aliados no se fiaban ni un pelo de Franco.

Plano del puerto y los barcos

Durante los primeros momentos de la confrontación, el carguero italiano Duchessa d'Aosta -de 142 metros de eslora- y dos pequeños barcos mercantes alemanes, el Likomba y el Bibundi amarraron en el puerto de Santa Isabel, quedando bajo jurisdicción neutral española. Sin embargo, al contrario de lo que dictaban las normas internacionales, las radios de estas naves no se desconectaron, de tal forma que podían transmitir perfectamente todos los movimientos que vieran por allí. Los británicos, convencidos de que aquellos barcos actuaban de soporte logístico a los submarinos alemanes que tanto daño les estaban haciendo en el Atlántico, decidió neutralizarlos.
De esta forma, el día 14 de enero de 1942, un comando secreto británico formado por una cuarentena de soldados en un par de remolcadores, abordarían dichas naves aprovechando la negra noche.

Duchessa d'Aosta

La operación, llamada Postmaster, era relativamente rápida y sencilla, sin tener que durar más de 15 minutos. De primeras, las defensas militares españolas del puerto eran de auténtica risa, con un armamento obsoleto  -algunas piezas de artillería eran de mediados del siglo XIX- y con un poco más de un centenar de hombres que, en caso de entrar en combate, tendrían que transportar los cañones a mano desde la otra punta de la ciudad. De segundas, un colaboracionista antifranquista organizaría una fiesta en que estarían todos los tripulantes de las naves y, para acabar, las restricciones de diésel en la isla de Fernando Poo, que obligaban a que, a partir de las 11 de la noche, el alumbrado público se apagara para poder ahorrar.

Solo 3 aviones en toda Guinea

A las 23.30 del día 14, y siguiendo el plan establecido, el comando británico -entre los que había 3 exiliados republicanos españoles- abordó los barcos sin encontrarse resistencia de las tripulaciones de guardia, procediendo al remolque de las naves fuera del puerto. Sin embargo, tuvieron un pequeño contratiempo al tener que volar las anclas del Duchessa d'Aosta, que les retrasó un poco y llamó la atención de la guarnición española. Cuando quisieron encender el alumbrado público, los barcos habían ya desaparecido del puerto y no pudieron actuar. Con el alba, se envió un avión civil de Iberia (un Dragon Rapide) militarizado con ametralladora y granadas de mano, en búsqueda del convoy, pero estos habían desaparecido en la inmensidad del océano.

Corbeta HMS Violet (K 35)

Por su parte, los remolcadores ingleses que llevaban los barcos atrapados,  enfilaron rumbo a la entonces colonia inglesa de Nigeria, siendo interceptados a medio camino por la corbeta británica Violet K-35 que los trasportó al puerto de Lagos. El Foreign Office declaró que como encontró los barcos alemanes e italiano en aguas internacionales, los detuvo y los remolcó a su puerto, negándose por ello a devolverlos. Rebautizados y cambiados de pabellón, fueron posteriormente utilizados en el transcurso de la guerra, sobre todo el Duchessa d'Aosta.

Una gran victoria de Churchill

Las autoridades franquistas pusieron el grito en el cielo y, suponiendo la autoría inglesa pero sin tener pruebas, elevó una queja al Foreign Office por la violación del estatuto de neutralidad de una plaza española. En realidad, no fue tanto por el hecho en sí, como por el broncazo que tuvo que soportar el gobierno español de Hitler y Mussolini por la inutilidad manifiesta en defender sus barcos. No obstante, y debido a que afectaba las relaciones con un país supuestamente neutral, el gobierno británico negó absolutamente cualquier participación en el mismo, como era de prever en una acción secreta.

Diario falangista Arriba

A las quejas oficiales, se sucedieron movilizaciones de repulsa en la Península por parte de la Falange y agresivas notas en el diario Arriba, que llevaron a Franco a enviar un barco con falangistas voluntarios y armamento con que reforzar las penosas defensas españolas en Guinea Ecuatorial aunque... si mala era la enfermedad, peor fue el remedio, porque en el camino se produjo una epidemia de fiebre amarilla  que acabó con la vida de casi todos los voluntarios debido a que a bordo no iba ningún médico ni sanitario. Una organización "typical spanish", vamos.
En definitiva, el desarrollo del conflicto hizo que las relaciones diplomáticas españolas virasen 180 grados, pasando de tener simpatías nazis a tenerlas con los Aliados -diles tontos- incluso dejando de proyectar películas alemanas en beneficio de las americanas. Los pocos belicosos voluntarios que fueron capaces de llegar a Guinea, se quedaron en la colonia recuperándose de la fiebre amarilla y el incidente con Gran Bretaña se acabó olvidando, perdido en el sangriento marasmo de la guerra.
No hubo un tiro, no hubo un muerto, pero aquella operación, a parte de dejar en ridículo a Franco, fue la primera gran operación del servicio secreto británico y un gran triunfo para Churchill.

Ni Hitler, ni Mussolini, sonrieron tanto a Franco cuando se enteraron


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