En lo alto de las montañas suizas hay un gran hotel cuyos mejores días de gloria, sin duda, han quedado atrás. Conocido como El castillo en las nubes, cada Noche Vieja se prepara para celebrar el gran baile, y entonces regresa al hotel todo el esplendor perdido.
Fanny, una joven de 17 diecisiete años que trabaja en el hotel, se ocupa de hacer la estancia de los huéspedes lo más confortable y lujosa posible. Sin embargo, se da cuenta de que algunos de los huéspedes no son quienes fingen ser.
¿Qué planes secretos se forjan detrás de las cortinas de terciopelo? ¿Es cierto que la mujer del millonario ruso tiene el diamante que dice poseer? ¿Y por qué razón Tristan, ese atractivo chico, prefiere trepar por la fachada del hotel en vez de subir por la escalera?
Pronto Fanny se encuentra en medio de una peligrosa aventura que no solo pone en riesgo su trabajo, sino también su corazón...
Antes siquiera de abrir este libro, ya me había enamorado de él. ¡Es que mirad qué cubierta! No solo viene en una edición en tapa dura con unos tonos morados preciosísimos, sino que además toda ella es una ilustración plagadita de detalles que nos muestra la fachada del hotel con sus huéspedes, trabajadores y visitantes varios. ¡Qué maravilla!
Una vez superado el primer momento en el que no podía dejar de mirar la portada, me trasladé a la cima de las montañas suizas, a un hotel de lujo, para pasar las vacaciones navideñas. Allí me encontré con Fanny Funke, una chica de diecisiete años que está en el hotel para pasar un año con un contrato de formación. Fanny se encarga un poco de todo, aunque durante la temporada de vacaciones, debido a la llegada de varias familias con niños, su labor principal será la de niñera y encargada del spa. Lo que no se espera Fanny es que, además de todas sus tareas, tendrá que hacer frente a un misterio que afecta a una joya muy valiosa que carga con una terrible maldición, una niña pequeña, unos negocios que huelen muy mal, un chico aficionado a trepar por las paredes y un montón de huéspedes que no son quienes dicen ser. Y todo ello mientras trata de impedir que su corazón acabe en el suelo hecho añicos.
Además de a Fanny, poco a poco vamos conociendo a todas las demás personas (y animalitos) que habitan el hotel, tanto huéspedes como empleados. A pesar de tener en común su bolsillo lleno de dinero hasta rebosar, todos los huéspedes son de lo más variopinto y original, desde un escritor de thrillers, hasta un importante oligarca ruso o el hijo pequeño de un magnate de la basura, con sus personalidades, sus historias y sus excentricidades. Por parte de los empleados, nos encontraremos con la cadena de personal al completo, desde los dueños hasta los auxiliares contratados como refuerzo para la campaña de Navidad. Igual que pasa con los huéspedes, todos son diferentes y aportan algo a la historia. Gracias a lo bien que creemos conocerlos a todos, podemos ir haciendo nuestras teorías e hipótesis de lo que está pasando e intentar hacer de agentes secretos para señalar al culpable.
Mi aspecto favorito de El castillo en las nubes, sin duda, ha sido la ambientación. No en vano nos encontramos en un hotel antiquísimo, aislado en la cima de una montaña y lleno de pasadizos secretos y recovecos: el escenario perfecto para contar una historia policiaca o de misterio. Kerstin Gier describe todo con tantísimo detalle que consigue que el lector ESTÉ allí. De verdad que me he sentido parte de la historia todo el tiempo simplemente por esto.
Aunque empieza de manera un poco más lenta, lógicamente, porque tiene que presentarnos a mucha gente y mostrarnos el lugar, la historia va ganando ritmo y fuerza a medida que avanza, hasta que las últimas páginas van a toda velocidad sin dejarnos parar a descansar.
En resumen, he disfrutado mucho de El castillo en las nubes, no solo por la historia de suspense, sino por las relaciones que se van creando entre los personajes y, sobre todo, por la ambientación tan maravillosa. Me parece un libro perfecto para acercar la novela policiaca a los lectores más jóvenes.
—Opinión de Inés Díaz Arriero—