Opinión de el idioma de los recuerdos de antonio gómez rufo

Por Miss_cultura @miss_cultura

«Madrid tenía que volver a ser eterna, y a ello se entregaron todos los madrileños supervivientes; y a los que permitieron sobrevivir. Madrid, siempre épica, se convirtió en una ciudad vencida; y, tras la derrota, muchos madrileños lloraron de rabia y de impotencia. Era el tiempo del final de la guerra y los inicios de mi amor por Elena.»
Un hombre en el ocaso de su vida pasa un último verano frente al mar. Durante esos días de soledad, recuerda aquel otro verano en que su vida cambió para siempre: el de 1939. Fue en los meses siguientes a la entrada de las tropas nacionales en Madrid, en una ciudad derrotada que luchaba desesperadamente por abrirse de nuevo a la vida, cuando el protagonista —entonces un adolescente hermano de un alto cargo de Falange— se enamoró de la hija de un anarquista fusilado...



El idioma de los recuerdos comienza con el final de la Guerra Civil española, que, en lugar de traer consigo la paz, dio lugar a una época terrible, llena de rencor, odio y ansias de venganza. En la vida de Vicente, el protagonista de la novela, además, supuso su paso a la adolescencia, las primeras mariposas del amor y el despertar de su conciencia.
La novela está ambientada en dos tiempos y en dos lugares diferentes.
Por un lado nos encontramos a un Vicente septuagenario que pasa un verano (según sus cálculos, el último de su vida) en la playa de Marbella en 1999. En estos capítulos conocemos a un hombre anciano, desgastado por el paso del tiempo, que se prepara para encarar el momento de su muerte antes de que llegue el nuevo siglo y con él un escenario al que ya no pertenece. Durante el tiempo que pasa en la costa, los recuerdos de su juventud le acechan cuando menos se lo espera, sobre todo cuando se queda solo por las noches en la habitación de su hotel. Estas imágenes llegan a su mente de manera desordenada y a veces confusa, pero siempre con mucha mayor nitidez que los sucesos más recientes. Vicente podría ser cualquier abuelo contando a sus nietos sus batallitas a medida que le regresan a la mente, bien porque le atormentan o bien porque añora esos tiempos pasados.
Por otro lado, nos trasladamos a Madrid, justo al final de la Guerra Civil y más concretamente al barrio de Lista-Goya. Para mí ha sido doblemente interesante porque ese ha sido, más o menos, mi barrio de toda la vida y me ha gustado poder ver cómo era tantos años atrás e incluso descubrir cosas que no sabía. Este segundo escenario es el de los recuerdos de Vicente. En él nos encontramos a un adolescente de diecisiete años que de un día a otro pasa de ser un niño encerrado en casa para protegerlo de la guerra a un intento de adulto que se ve obligado a enfrentarse a su propio hermano para defender al amor de su vida. Elena es hija de un anarquista fusilado y el hermano de Vicente, un alto cargo de la Falange sin ningún tipo de escrúpulos. En esta parte vemos cómo Vicente va tomando conciencia de sus propias opiniones y actuando en consecuencia.
Antonio Gómez Rufo vuelve a dedicar una novela a su querido Madrid, aunque en este caso lo vemos destruido y asfixiado, tanto sus calles como sus habitantes. Además, hace un homenaje a la literatura, mostrándonos a un protagonista que encontró en los libros un refugio y unos compañeros que siempre parecían comprender lo que él mismo estaba experimentando, incluso durante ese último verano en el que da la sensación de que la vida ya no tiene nada más que ofrecerle. Las páginas de la novela están salpicadas con citas de esos libros y esos autores que fueron tan importantes para Vicente.
El modo de narrar de Antonio Gómez Rufo es tan cuidado como siempre, pero, además, esta vez se vuelve más cercano, como si, de verdad, el protagonista estuviera contando sus recuerdos directamente al lector. Los saltos y la manera de hilar un tema con otro están cargados de la naturalidad que suelen contener este tipo de discursos por parte de las personas mayores.
El idioma de los recuerdos es una novela que habla del paso del tiempo, de los recuerdos, del sentido que le damos a nuestra vida, de la literatura y del amor, todo ello enmarcado en un Madrid roto por una de las épocas más terribles de la historia de nuestro país.
Lectura cinco estrellas.
Opinión de Inés Díaz Arriero