A Lucien N., anticuario en París, le gusta poseer cadáveres arrancados de su sepultura. En forma de diario íntimo, este coleccionista macabro destila la historia de sus amores necrófilos. A lo largo de las páginas, el inquietante esteta nos arrastra en este infernal ballet amoroso, proyectándonos contra la piel satinada de los muertos de sexo glacial, entre los aromas a flores marchitas, bómbice, cirios e incienso, donde se desahoga su profunda soledad.
TRADUCCIÓN- LYDIA VÁZQUEZ JIMENEZ.
Tenía curiosidad por la pluma de Gabrielle Wittkop y tenía ganas de leer el necrófilo (Cabaret Voltaire).
He tenido una especie de amor/odio, fascinación/repulsión por esta novela que me ha durado dos días y a la que tuve que retomar, en otra ocasión, para intentar ver algunos detalles que se me habían quedado en el tintero.
El protagonista de la novela es un hombre y se llama Lucien y la autora Gabrielle, pues esto es lo primero que me llamó la atención y me quedé pasmada al cerrar por primera vez, el necrófilo.
Me fascinó y me dejó anonadada cómo la autora había escrito una novela protagonizada por un hombre, la forma en la que ella se había metido en sus pensamientos y los había plasmado en primera persona.
Me dejó sin palabras las descripciones tan exhaustivas de lo que hace Lucien con sus amores necrófilos y su forma de ver a unos/as y otros/as.
Que la narración sea en primera persona y con descripciones cortas, como entradas en diarios es significativo y que casi todo ocurra de noche, entre sombras y como si Lucien fuese una criatura extraña, peculiar salida de algún libro o sacada de alguna leyenda, me nubló la vista.
Siento que Gabrielle Wittkop ha querido retratar una especie de infierno o purgatorio antes de que las personas que selecciona Lucien puedan descansar en paz o algo similar, ya que alguna de las muertes que sabemos son por enfermedad, por accidente, etc.
De la infancia de Lucien sabemos poco, ya que apenas se centra en esos años, pero lo que nos cuenta es muy significativo.
No he llegado a entender a un personaje así y creo que no lo entenderé nunca e introducirme en sus más profundos pensamientos me ha perturbado, pero me ha gustado mucho conocer la pluma de Gabrielle Wittkop.
Creo que la autora ha hecho varios guiños a clásicos de la literatura y a civilizaciones antiguas, pero también tengo la sensación de que ha hecho una crítica enorme a la iglesia en más de una ocasión (de forma velada y de manera abierta).
Me he encontrado ante un París nocturno y muy desconocido e inquietante ante mis ojos y un Napolés que me ha mantenido en vilo por la suerte del personaje.
El Sena siendo un personaje silencioso creo que puede contar muchas cosas y el mar de la ciudad italiana puede contener otro significado, pero todavía estoy procesando.
El agua es importante para Lucien y aunque siento que puede ser liberador (de sus fauces), el agua puede ser purificador.
Es una novela para leer con el sentido del olfato agudizado (tan importante para Lucien) y con la mente atenta a esas metáforas escondidas, esos significados ocultos...
Estoy todavía intentando averiguar cosas de esta novela y cómo me siento respecto a ella.