Un padre y su hija adolescente asisten a un concierto de música pop, donde se dan cuenta de que están en el centro de un oscuro y siniestro suceso.
M. Night Shyamalan es uno de esos directores con películas con giros vibrantes, con personajes hipnóticos y moralmente cuestionables, con un guion que te deja loco, pero ¿y si os dijese que sabemos todo desde el principio?
Seguro que os estáis planteando si vais a verla, pero de verdad, para mí y personalmente es una de las mejores películas de este director en varios años.
La historia, trama y personajes son redondos. Hace un uso de la psicología admirable y parece que conoces todos los detalles desde el comienzo, pero no os engañéis.
El reparto es simplemente brillante: Josh Harnett está de escándalo, Saleka es puro magnetismo, Hayley Mills me hipnotizo, Ariel Joy Donoghue es pura naturalidad y Marnie McPhail essensacional.
La trampa es una producción arriesgada, en la que los espacios y lugares son los grandes y verdaderos protagonistas.
Hacía tiempo en la que un concierto en la gran pantalla no me generase tanto interés. Además, las canciones que suenan y sus letras resonaran incluso cuando hayamos salido del cine.
Tengo que hacer una gran mención a Saleka, ya que al ritmo de su música todo se va cociendo.
El director y guionista no tiene prisa para que se termine la función y se toma su tiempo. También, es de agradecer de que la película solo dure 105 minutos que me supieron a poco.
¿Os habéis encontrado ante un ídolo de vuestra adolescencia pasados unos años? He seguido la pista a Josh Harnett, ya que era uno de mis crush de la adolescencia, pero os juro que, viéndole en la trampa, me he dado cuenta de una cosa y es del talento y camaleónico que es esta persona. Os juro que, cuando le daban en una escena, me encandilaba, pero al cambiar de registro, pues los pelos como escarpias se me pusieron. De verdad, Josh es un diamante en bruto y si me cautivó con Penny Dreadful, pues me ha dejado con la boca abierta. Es de las cosas mejores de esta producción.
Admiro a M. Night Shyamalan por hacer películas diferentes al resto de cineastas. Su sello es inconfundible, pero con las anteriores cintas sentía que no era el director que fue, pero con esta película: va a cerrar muchas bocas.
Este director hace películas oscuras con algo de luz, pero en la que la psicología y los miedos son grandes recursos y personajes que en la sombra van orquestando las cosas, pero es que en la trampa todo está hecho bajo otro prisma.
¡Qué gran descubrimiento el de Saleka! De verdad, que sus canciones resuenan en mis oídos y en la historia, pues Shyamalan ha ido más allá de lo audiovisual y la experiencia que quiere que tengamos es con los cinco sentidos. No solo quiere que veamos y estemos atentos a los detalles, que son muchos, desea que escuchemos y descubramos la letra de esa música que nos acompaña.
Esta película se ha convertido en una de mis favoritas del director y necesito conocer mucho más de este mundo que, creo que ha vuelto a crear (no me puede dejar así).
Creo que si las miradas matasen, Josh Harnett lo haría con cualquiera que vaya a verla. No todos son canciones y diálogos, no. Los silencios son atronadores y nos regalan muchos grandes momentos.
Me ha encantado y estoy feliz de volver a ver a este director en toda su esencia.