Opinión de Mil veces hasta siempre de John Green

Por Miss_cultura @miss_cultura
22 nov. 2017
Aza nunca tuvo intención de investigar el misterio del multimillonario fugitivo Russell Pickett. Pero hay una recompensa de cien mil dólares en juego y su mejor y más intrépida amiga, Daisy, no está dispuesta a dejarla escapar. Así, juntas, recorrerán la corta distancia y las enormes diferencias que les separan del hijo de Russell Pickett, Davis.
Aza lo está intentando. Trata de ser una buena hija, una buena amiga, una buena estudiante y, tal vez, incluso una buena detective, mientras vive en la espiral cada vez más estrecha de sus propios pensamientos.

Aza padece TOC (trastorno obsesivo compulsivo) y su cerebro la obliga a estar firmemente convencida de que va a morir por una grave infección desencadenada en su intestino. John Green ha confesado en varias entrevistas que él mismo lleva desde la infancia conviviendo con esta enfermedad y es obvio que por ello ha sabido describir de una forma tan creíble los síntomas y las reacciones de Aza a las situaciones que se le ponen por delante. Me parece admirable que Green haya querido utilizar su propia experiencia para normalizar los trastornos mentales, sin idealizar el proceso de recuperación, y crear un personaje tan real y en el que tantas personas van a poder sentirse reflejadas. 
Pero esto no es todo, pues la trama tiene mucho más. La desaparición de un multimillonario y la golosa recompensa por aportar datos sobre su paradero harán que Aza y su mejor amiga, Daisy, se pongan manos a la obra. Sin embargo, esta investigación hará que la protagonista se reencuentre con un viejo amigo de la infancia y que la recompensa recibida por tratar de resolver el misterio sea mucho más grande que un puñado de billetes.
Mil veces hasta siempre también nos enseña que ser imperfecto no es malo, ya que es muy posible que la perfección ni siquiera exista. Todos los personajes tienen algo que los hace imperfectos, incluidos aquellos que parece que poseen absolutamente todo lo que se podría desear para ser feliz.
La novela está narrada en primera persona, a través de la voz de Aza. Gracias a esto, el lector tiene la oportunidad de sentirse mucho más cerca de ella y de aquello que no termina de funcionar bien en su interior. El estilo es sencillo y el ritmo ameno, pero eso no impide que sus páginas estén llenas de frases y reflexiones de lo más inspiradoras (mi libro ha quedado lleno de pósits). Además, atrapa (literalmente) desde la primera página, pues los primeros párrafos son una verdadera joya.
Mil veces hasta siempre es una novela realista y conmovedora, que nos muestra el poder que tienen el amor, la amistad y nuestra propia fortaleza interior.
—Opinión de Inés Díaz Arriero—