El mundo está en jaque. Un dictador demente ha declarado un terrible ultimátum: en veinticuatro horas ejecutará un ataque nuclear masivo que pondrá en peligro la vida de todo el planeta.
Es entonces cuando aparece Gaudior, un unicornio venido del espacio que acompaña a Charles Wallace en un peligroso viaje a diferentes momentos del pasado. El propio Charles se adentrará físicamente en cuatro personas de tiempos remotos. Al mirar tras sus ojos, él comenzará a comprender las consecuencias cósmicas de las acciones de todo ser humano, y se convertirá en testigo de la transformación del mundo hasta nuestros días.
Pero cada segundo cuenta y la amenaza es inminente. ¿Podrá Charles Wallace, con la ayuda de Gaudior y su hermana Meg, impedir el desastre?
En esta tercera parte del Quinteto del Tiempo, Madeleine L’Engle ofrece un visionario análisis de la influencia del hombre en su entorno, y una aventura sin igual a través del espacio y del tiempo.
Un planeta a la deriva es el tercero de los libros que forman la serie de El quinteto del tiempo. Al abrirlo, lo primero que nos encontramos es que los años han pasado y nuestros pequeños protagonistas han crecido. Charles Wallace ya tiene quince años, los gemelos son universitarios y Meg se ha convertido en una mujer felizmente casada (y cuando sepáis quién es su marido os vais a morir de amor, avisados quedáis).
La familia Murry al completo (suegra incluida) se encuentra reunida para celebrar el Día de Acción de Gracias, pero una llamada telefónica imprevista les estropeará la cena. El presidente de Estados Unidos les avisa de que el dictador Branzillo el Rabioso acaba de amenazar con lanzar un ataque nuclear que acabará con la humanidad entera y solo disponen de veinticuatro horas para impedirlo.
Sin saber muy bien cómo, Charles Wallace se encuentra con la complicadísima y peligrosa misión de salvar al planeta entero. Por suerte, no tendrá que ir solo: le acompañará un unicornio capaz de viajar en el tiempo (pero no en el espacio) y contará con la ayuda de Meg desde la distancia.
A partir de ese momento nos vemos sumergidos en una aventura que nos llevará a distintos momentos de la historia para que Charles pueda introducirse en varios personajes y tratar de impedir que Branzillo el Rabioso cumpla su amenaza. ¿Pero qué tiene que ver ese dictador demente con un pueblo indio y unos colonos galeses? ¿Y por qué la suegra de Meg ha otorgado a Charles Wallace una runa a la que poder recurrir en los momentos más duros?
En este tercer tomo Madeleine L’Engle nos regala una novela muy entretenida, llena de fantasía y con una trama enrevesada que obliga a no perder detalle para no perderse en mitad del tiempo. Pero además vuelve a insistir en algunas reflexiones que ya nos había planteado en los libros anteriores. Nos recuerda que cada una de nuestras acciones puede afectar a sucesos mucho más grandes, para bien y para mal. Nos habla del amor, de la lealtad, de la valentía, la generosidad y de la unión familiar. Y de nuevo nos avisa de que a veces lo que creemos que es una virtud puede hacernos actuar mal mientras que nuestro peor defecto nos puede ayudar a avanzar.
Los tres libros que llevo leídos de El quinteto del tiempo me han gustado, pero sin duda Un planeta a la deriva se ha convertido en mi favorito hasta el momento. No solo porque es la que más me ha entretenido, sino porque hilar toda esa trama debió de ser complicadísimo. Casi cada capítulo es una historia pequeñita que se va entrelazando con las demás hasta formar la novela. Incluso la narración me ha parecido más ágil que en los anteriores y los personajes más maravillosos de lo que ya sabía que eran.
Por si no las leísteis, tenéis las reseñas de los dos primeros libros aquí y aquí.
Y, por cierto, este viernes se estrena en los cines Un pliegue en el tiempo, la adaptación a la gran pantalla del primer libro de El quinteto del tiempo. ¡Yo no me la pierdo!
—Opinión de Inés Díaz Arriero—