[Opinión] Fantástico cierre de la primera temporada de True Detective
Amaia Ceinos 15 marzo, 2014 0
El pasado domingo HBO puso punto y final a la primera entrega de True Detective. Es probable que la serie vuelva pero con otro reparto, al menos Matthew McConaughey ya ha dicho que su ciclo se ha cumplido, y es casi seguro que Woody Harrelson vaya a hacer lo propio.
True Detective es una de esas series lentas, con escenas aburridas que parecen entorpecer el ritmo narrativo y que a pesar de ser de corte policial, no nos da pie a teorizar sobre quién es o quién deja de ser el asesino. Pero la serie creada por Nic Pizzolatto está tan bien hecha que es un “must see” para todos los seriéfilos de pro. Sus guiones tienen mucha calidad, la fotografía es brillante y tiene interpretaciones para recordar, sobre todo la del reciente ganador del Oscar Matthew McConaughey que se luce muchísimo, lo que pronostico que le dará un Emmy en unos meses, dando vida a uno de los detectives más complejos que los seguidores del género hayamos podido ver en la historia de la pequeña pantalla.
Pero centrémonos ya en alabar lo que para mí ha sido una fantástica finale y un gran broche de oro para una temporada que no ha dejado de crecer y crecer desde su inicio.
Así que si no has visto el octavo episodio de True Detective no sigas leyendo.
El séptimo episodio de la serie nos dejó a los exdetectives Rust Cohle (McConaughey) y Marty Hart (Woody Harrelson) en un barco con su excompañero Steve Geraci (Michael Harney) a quien muestran el vídeo que encontró Rust sobre lo que los monstruos a los que se pasaron mucho tiempo buscando hacían. De Geraci sacan información valiosa y acaban teniendo mucho atado.
El empujón que les falta lo dan ambos al pensar en el monstruo de las orejas verdes y en una casa que aparece en los archivos de Dora Lange que en una foto más reciente está pintada de verde. Ahí está la conexión que les faltaba y por una entrevista a la antigua dueña de dicha casa descubren quiénes la pintaron.
Así acaban dando con quien buscaban, el hombre de las cicatrices en la cara, alguien a quien ya vimos al final del séptimo episodio dando indicaciones a los policías que interrogaron a Rust y Marty, y con el que Rust ya se había cruzado.
Errol (Glenn Flesher), ese es el hombre con el que supuestamente acabará toda la pesadilla. Un tipo que vive con su hermanastra, quien a la vez es su novia, en muy malas condiciones ya que su casa está llena de basura, restos de ropa, muñecas e inclus el tipo guarda el cadáver de su padre al que claramente torturó. Errol, un tipo que mete mucho miedo y que a diferencia de Rust y Marty conoce muy bien el subsuelo del terreno en el que vive, un montón de túneles por los que Cohle le acaba persiguiendo.
La atmósfera del episodio hizo ponerme nerviosa y en tensión, sobre todo en esa parte final desde que los protagonistas ponen el pie en los terrenos de Errol hasta que logran acabar in extremis con él. Ese laberinto por el que Rust se mete, lleno de puntiagudas ramas, restos satánicos y oscuridad de verdad queme puso la piel de gallina pero estaba todo tan bien ambientado que lograron meterme de cabeza en la acción.
Sí que hubo un momento en el que pareció que se les fuera la pinza, el del agujero negro, pero conociendo a Cohle como le conocemos no extraña prácticamente nada que tuviera semejante visión.
Y ya la parte final, la de hospital con Rust y Marty reconciliándose y teniendo más camaradería que nunca me pareció perfecto. Además, por fin, el señor Cohle se abrió mostrando sus sentimientos.
Fantástico cierre para una buena temporada de una serie que merece la pena ver.
[pinit]