[Opinión] In the Flesh regresa con una mediocre segunda temporada
Alberto Galisteo 3 septiembre, 2014 0
Hace algo más de un año me estrenaba como redactor de Frikarte con una reseña de la primera temporada de In the Flesh. Fue un hallazgo inesperado en el panorama audiovisual, una auténtica obra maestra. Mucho ha pasado desde entonces y ahora toca regresar a la historia de Kieren Walker para analizar su segunda temporada. El resultado ha sido, simplemente, decepcionante.
En los nuevos capítulos, el mito del mesías cobra especial importancia. La búsqueda del primer resucitado es el motor que mueve a varios personajes, radicales a favor y en contra de los afectados por el Síndrome del Parcialmente Muerto. Mientras, Kieren permanece como testigo de lo que ocurre a su alrededor y víctima de la todavía presente discriminación. A la vez que llegan personajes nuevos faltos de carisma, viejos conocidos evolucionan con poco acierto. De esta forma, Jem, hermana de Kieren, sufre un injustificado retroceso, mientras que Steve, padre de ambos, se convierte en una caricatura de sí mismo (algo especialmente doloroso al recordar la sobrecogedora escena protagonizada por él al final de la primera temporada).
Una de las grandes virtudes de los primeros episodios de In the Flesh era su focalización: se centraba en un claro protagonista, Kieren, entretejiendo una red de secundarios conectados con él de manera directa o indirecta y que representaban distintas perspectivas de la temática principal. La segunda temporada, sin embargo, se ha perdido en una historia coral, con muchos frentes abiertos, que no consigue implicar al espectador con los personajes como antes.
En parte, este deterioro se debe a cuestiones del formato. Si la primera temporada tenía tres episodios, la segunda cuenta con el doble. Así, la historia se alarga, los personajes se multiplican y la atención se desvía, obteniendo como resultado un relato que parece “mantequilla untada sobre demasiado pan”, como diría Bilbo.
In the Flesh ha perdido de la oportunidad de pasar a la historia de la televisión como una de las mejores ficciones del medio. La moraleja ya la sabemos: más vale cortar pronto una serie que estirarla demasiado.
[pinit]