La formación posgrado es por definición formación de adultos. Este grupo de edad es inherentemente heterogéneo pero, en lo que respecta a la formación o educación de adultos, presenta unas claras diferencias con el estudiante más joven. Los pedagogos conocen bien esas diferencias pero muchos formadores de las más variadas disciplinas no tienen en cuenta las características del educando posgraduado.
La formación para el titulado universitario pretende complementar los estudios de licenciatura, diplomatura o, en el más cercano futuro, del graduado. Se trata de abordar con mayor profundidad aspectos que en los estudios previos ya fueron tratados pero no con la dedicación que requerirían para afrontar determinados ámbitos de la práctica profesional. También se enmarcan en el proceso de formación continuada para remozar los conocimientos o incorporar nuevos avances o descubrimientos del acervo de una disciplina. En el caso de las profesiones sanitarias como la Fisioterapia, con innovaciones permanentes, cobra una especial relevancia y se le exige al profesional una constante renovación de sus conocimientos y habilidades. Es precisamente esa condición de compromiso con la formación y su necesidad lo que debiera hacernos reflexionar sobre cómo se está haciendo.
Los que llevan muchos años en la Fisioterapia saben de las carencias que en su día tuvo su formación y de la pertinencia de profundizar en campos de la misma poco acometidos, de indagar en nuevas propuestas de tratamiento y diagnóstico y de actualizarse en línea con el progreso de la profesión. En este camino habrán sido partícipes de cursos que les han proporcionado una mejora en sus conocimientos y prácticas pero también habrán padecido cursos de dudoso aprovechamiento. Las causas de este último mal, no exclusivo de la Fisioterapia, serán diversas. Pero, a nuestro entender y en nuestra experiencia, una de las claves está en el enfoque que los formadores dieron y dan a sus cursos, prescindiendo de los saberes que aportan las reglas básicas de la pedagogía y su aplicación específica a la enseñanza de adultos.
Hay algunas claves que han de tenerse en cuenta en el aprendizaje de este grupo de edad y, entre ellos, los posgraduados universitarios. El proyecto ASSET del Programa de Aprendizaje Permanente (PAP) de la Unión Europea apunta esas características que recogemos aquí (1):
- Los adultos tienen experiencias y conocimientos previos y tienden a favorecer el aprendizaje práctico en el que los pueden aprovechar. No son un terreno baldío para crear conocimiento nuevo.
- Los adultos tienen opiniones, valores y creencias establecidos que impregnan el resto de sus actividades.
- Los estudiantes se esfuerzan si están motivados por una necesidad, un interés o un deseo de aprender.
- Los adultos tienen diferencias en el ritmo y formas de aprendizaje.
- Los adultos aprenden mejor en un ambiente democrático, participativo y cooperativo. Necesitan involucrarse activamente en determinar cómo y qué aprenderán.
- Los estudiantes adultos son personas maduras y prefieren ser tratados como tales, no ser sermoneados o amonestados.
- Los adultos se orientan por un objetivo y por la relevancia de lo aprendido. Tienen necesidades concretas e inmediatas. Se impacientan con largas discusiones teóricas y necesitan que se apliquen a problemas prácticos.
- Los adultos suelen tener otras ocupaciones (trabajo, familia). Además hay que considerar durante la formación otras cuestiones como horarios, transporte, obligaciones sociales o profesiones.
- Las diferencias de edad con estudiantes más jóvenes puede preocupar a los más mayores. Por eso precisan un ambiente en que se valore su contribución.
Seguro que todos estos rasgos del adulto son reconocidos por muchos fisioterapeutas y encuentran extrapolación a las enseñanzas recibidas como posgraduados. Como hemos dicho se trata de un grupo heterogéneo en multitud de aspectos (inquietudes, prioridades, ámbito de trabajo, experiencia, edad, etc.). Pero tendrán la mayoría de las características señaladas. Si no se tienen en cuenta a la hora de diseñar una acción formativa probablemente se esté provocando la insatisfacción del educando, cuando no un fracaso.
La asistencia a cursos supone una obligación y un derecho, una necesidad que proporciona satisfacciones y de lo que se benefician nuestros pacientes, centros de trabajo o alumnos. Pero también es un sacrificio personal, familiar y económico en diversa medida. Por ello se ha de promover y exigir calidad y adecuación de los cursos teniendo en consideración las características antedichas.
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Referencias:
1. Wynne R. Characteristics of Adult Learners. En Wynne R. Learner centred methodologies. Acceso el 26 de septiembre de 2011. Disponible en http://www.assetproject.info/learner_methodologies/before/characteristics.htm