Parece ser que es un himno muy antiguo, de la Edad Media, concretamente del siglo XIV, y se le ha atribuido al Papa Inocencio VI. Es un himno litúrgico propio de la Eucaristía: canta la creencia en la transubstanciación, es decir, que en la forma consagrada se halla el 'verdadero cuerpo' de Cristo, igual que en el vino se halla su sangre. Precisamente se cantaba justo después de la consagración y es un hermoso himno sobre la presencia de Cristo en la Eucaristía.
En estos tiempos en los que tantos atacan tantas veces a la Iglesia católica sin más razones que las del odio hacia una confesión y una fe milenarias, no está de más que leamos estos himnos para confortarnos, a pesar de los sufrimientos cotidianos, y para fortalecer nuestra fe en Dios.
AVE VERUM CORPUS
Ave verum corpus, natum
De Maria Virgine,Vere passum, immolatumIn cruce pro homine,Cuius latus perforatumUnda fluxit et sanguine,Esto nobis praegustatumIn mortis exanime. O Iesu dulcis, o Iesu pie, o Iesu, Fili Mariae.
SALVE, VERDADERO CUERPO
Salve, Verdadero Cuerpo nacido de la Virgen María,verdaderamente atormentado, sacrificadoen la cruz por la humanidad,de cuyo costado perforadofluyó agua y sangre;Sé para nosotros un anticipo en el trance de la muerte.¡Oh, Jesús dulce, oh, Jesús piadoso, oh, Jesús, hijo de María!
Que Dios os bendiga y la Virgen María os proteja siempre. Hasta nuestro próximo encuentro.